Durante más de medio siglo Carla Bley fue un ejemplo de independencia artistica. Compositora, pianista creativa, emprendedora singular. Creadora de una música que trascendio el género. «Siempre hice lo que me interesó» le dijo a su biógrafa Ammy Beal. Asi la recuerda hoy el crítico Sergio Pujol, cuando su ausencia aun se nos hace imposible.
Adiós, Carla Bley. Artista impar. Compositora, directora y pianista. ¿Tal vez en ese orden? Quién sabe. Sus grabaciones en formatos reducidos, generalmente con S.Swallow en bajo (escuchar «Duets» de 1988), permiten apreciar su toque pianístico minimalista y enigmático.
Pero los ensambles que armó…. ¡Ufff! Empezando por aquel álbum de culto que conocimos antes en las página de «Pelo» que en nuestras bandejas gira discos: «Escalator over the HIll».
Con la Liberation Music Orchestra, su proyecto de un jazz de crítica social y política junto a Charlie Haden produjo joyas sonoras en las que vanguardia y revolución fueron de la mano. La Guerra Civil Española y la guerra de Vietnam como insumos dramáticos de una música nunca predecible, siempre independiente.
Carla se nutrió tanto de Ellington y Mingus como de Bertold Brecht/Kurt Weill. Fue europea en EEUU y norteamericana en Europa. Fue amiga y protectora de Gato Barbieri cuando este aun no era demasiado conocido. Para apreciar la breve, pero fantástica colaboración entre ambos, vayan al disco de Gary Burton compuesto y arreglado por Carla «A genuine tong Funeral» o el citado «Escalator…»
De la vasta y siempre genuina discografía de Carla, «Fleur Carnivore» y «The lost chords find Paolo Fresu» figuran entre mis favoritos. Pero podría mencionar otros, igual de maravillosos.
No hay rankings en Carla, su arte desoyó la competitividad en favor de la música como práctica colectiva y desinteresada. Acaso una lección para tener en cuenta a pocos días de una elección presidencial decisiva para los argentinos.
