Adriana Mateo tenía seis años cuando tomó sus primeras fotos en público. La cámara había sido un regalo de su padre Roberto, director de fotografía en películas como Yepeto” “o “Los enemigos”, en su afán por entretener a la pequeña en las largas jornadas de filmación fuera de casa. Esos momentos iniciales cobraron especial simbolismo años después en Nueva York, cuando el histórico Jimmy Heath se mostraba “profundamente conmovido” por el talento de la fotógrafa argentina, al prologar con entusiasmo su nuevo libro: “AM Jazz. Three generations under the lens”.
Radicada desde 1992 en Estados Unidos, donde completó su licenciatura en la Escuela de Cine de la Universidad de Nueva York; Adriana Mateo se ganó un lugar en la escena jazzera local con talento y perseverancia, cuando noche a noche, fotografió durante años el irrepetible encuentro entre músicos históricos y los “young lions”, en los bares de la Gran Manzana.
“Yo creo que estuve en el sitio indicado en el momento indicado . Casi nada queda hoy de eso. Muchos bares que eran punto de encuentro de musicos han cerrado. Muchos músicos fallecieron, Otros viven fuera de Nueva York. Ya casi no existe esa coincidencia de encuentro entre una generación y otra. Mis fotos son registro de una época que va desapareciendo”, dice Mateo, mientras mira otra ciudad que cambia, desde la ventana de un bar porteño.
¿Cómo fue que comenzaste fotografiar el ambiente del jazz en NY y por qué?
Yo fui a Nueva York a estudiar dirección de cine y de fotografía. Quería graduarme y producir y dirigir un documental de jazz. El único momento libre que tenía era a la noche, ya que durante el día hacía diseño de interiores y arquitectura. Me gustaba el jazz, el ambiente de los bares donde los músicos más grandes podían compartir escenario con los más jóvenes. La cámara de fotos era mi instrumento para documentar mi guion. Pero también noté que desde Herman Leonard ya no había fotógrafos en ese circuito. Entonces empecé a sacarles fotos a los músicos y se las ofrecía. Llegó un momento en que yo era uno más de ellos. Y comenzaron a pedirme fotos para sus discos, para sus publicidades y así, sin proponérmelo, construí una carrera…
¿Por qué pensas que fue perdiéndose esa fotografía en bares que describís?
Fotografiar en vivo no es fácil. Es movimiento. Es todo inesperado. Tenés que tener experiencia para cambiar lentes, cambiar velocidad, todo rápido. Además fotografiar en bares es complicado. Te cambian las luces del escenario permanentemente, tenés poca luminosidad. Pero finalmente creo que esa es mi especialidad. Trabajo bien con baja luz. Mi padre lo hacía muy bien ý yo fui aprendiendo. Lo tenía como algo adquirido.
¿Y por qué te gusta fotografiar jazz?
Porque el jazz es íntimo. Se establece una relación personal con el músico. Es un desafío difícil capturar ese momento tan especial, el sentimiento del músico. Porque en definitiva, lo que uno busca como fotógrafo es justamente ese sentimiento, ese instante. Por eso lo importante no es estar donde todos están. Si no buscar tu propia mirada…
¿Cómo sería eso?
En un festival o en un teatro hay decenas de fotógrafos. Todos al pie del escenario, buscando tomar su mejor foto. Pero si todos esperan el momento en que el trompetista te ofrece un ángulo atractivo, entonces todos van a tener exactamente la misma foto. Yo no busco eso. Yo busco la emoción, el sentimiento, la energía. Y para eso tenés que conocer al músico. Saber cómo se mueve en el escenario, en qué momento se entrega totalmente, cuando siente que dio con esa nota que estaba buscando. Ese es el momento de tomar la foto…
¿Por qué la fotografía de jazz privilegia el blanco y negro por sobre el color?
A ver…las emociones las pone la persona. Cuando vos usás color estás transmitiendo a los ojos de quien ve esa fotografía muchas emociones juntas. En cambio cuando hacés blanco y negro el enfoque es otro. El blanco y negro permite que el espectador se abstraiga de las vibraciones que el color produce en su cerebro y se centre en el motivo que yo quiero mostrar: las manos del retratado, su mirada, un gesto o la composición general del cuadro. A veces la simetría. La simetría y la composición que están allí todo el tiempo, solo hay que captarlas.
¿Y que sentís qué le pasa a quien mira tus fotografías?
A mi lo que me produce enorme placer es cuando la gente que ve mis fotografías me dice “escucho musica cuando miro tus fotos” o “yo me acuerdo de ese momento”. No lo fotografiaron, pero lo vieron y lo escucharon. ¿Entendés? Y la fotografía les trae de nuevo el recuerdo de ese instante. Les trae otra vez la emoción de aquel momento. “Yo lo vi, yo estuve. Es así como pasó”. Para mi que revivan esa emoción es un enorme elogio hacia mi trabajo.
Hay una memoria emotiva también. Uno reconoce allí al músico que admira. El gesto que sabe que es parte de esa personalidad. Pienso en una foto tuya de Dave Brubeck…
Esa foto es muy especial para mí. Él se iluminaba cuando tocaba. Su cara se iluminaba y yo tenía que captar eso. Ese era el desafío. Esa foto que vos mencionas fue tomada en el Festival de Jazz de Newport en agosto del 2012 para conmemorar su cumpleaños 90. Ese fue también su último concierto. Murió ese mismo año, en diciembre. Esa una foto especial para mí…
¿Cómo surgió la idea de tu libro sobre las distintas generaciones?
Un día me di cuenta que estaba viviendo un momento único e histórico, donde se encontraban tres generaciones de músicos y las tres tenían artistas famosos. Entonces les comente a los mas renombrados, como Jimmy Heath, Cedar Walton y Frank Wess, la idea de fotografiarlos a todos, ya que era algo que no iba a permanecer en el tiempo. Y ellos me autorizaron a seguirlos en los conciertos, a estar siempre con ellos. Recuerdo que Cedar Walton me dijo: “Espero estar vivo para cuando ese libro se publique!“, lamentablemente no fue así. Pero luego de doce años de trabajo, el libro con fotografías inéditas se editó finalmente en Italia. Y tuvo gran repercusión, ya que representa eso, la documentación fotográfica de un período de más de diez años en el que tres generaciones convivieron y tocaron juntas. Estas fotografías, una colección de 40 imágenes junto con el libro se presentaron luego en museos y festivales, entre ellos al Festival Internacional de Jazz de Padova, Italia en el Palazzo Moroni, Comune di Padova .
Incluso ellos sacaron luego otro libro en donde incluyen tus fotos…
Si, “La imagen del sonido”. El fundador de Umbria Jazz, Carlo Pagnotta había visto mis fotos en Newport y me lleva a trabajar a su festival. Unos años después el Museo y la comuna de Peruggia eligió a los 121 mejores fotógrafos de jazz del mundo y me incluyeron a mí. Quizás este año vuelva a exponer en Umbria, estamos trabajando en eso.
¿Hay músicos con los que te resulta más placentero trabajar?
De todos los trabajos y encuentros con nuevos músicos se aprende. Pero si, claro, con Jimmy Heath y Cedar Walton sentí una conexión muy especial. También con Willie Jones III , un gran musico y productor y para el cual he fotografiado y filmado en proyectos que incluyen a musicos como Roy Hargrove, Eric reed, Buster Williams , Eddie Henderson y otros
¿Y que tienen de diferente con los otros músicos?
Es la manera en que ellos se sienten conmigo. Es feeling. Están conscientes de mi presencia y no les molesta. Para ellos es como si yo fuera una más, parte de la banda.
Fotografiaste a Sonny Rollins, pero no lo incluís allí …
Las ultimas dos fotos que tomé de él fueron en su último show en el Festival de Umbria, en Italia y en Lincoln Center, Appel Room, en la celebracion del cumpleaños 90 de Jimmy Heath. También le hice retratos. No es fácil de acceder a su entorno, a una conversación. Ya no está actuando y no es sencillo para una persona grande sentirse de alguna manera invadido. Pero una vez que acepta ser fotografiado es una personal gentil, amable. Y se entrega paciente al trabajo del fotógrafo. Yo sentí esa conexión cuando lo retraté.
¿Siempre forjaste una relación cordial con los músicos, nunca te hicieron sentir como un intruso?
No nunca. Al contrario. Siempre me hicieron sentir que era parte de un mismo equipo. Tanto en los shows, como en el estudio de grabación, los festivales o en los encuentros. Una sola vez tuve una situación difícil y fue con Roy Haynes. El es toda una celebridad, como sabés. Era su cumpleaños y yo estaba allí sacando fotos. Entonces él me confundió con otra persona que habia estado el dia anterior y que aparentemente no era de su agrado y me dijo enojado “vos otra vez aquí. Ya estuviste ayer”. Se equivocaba, no era yo. Pero fue un momento difícil ya que no fue hasta despues del show que se dio cuenta del error. Fue difícil, era Roy Haynes, no es cualquiera…es como un dios…
¿Y vos que hiciste en ese momento?
La saqué una foto. (risas).
Para saber más de Adriana Mateo
https://www.allaboutjazz.com/behind-the-lens-with-adriana-mateo-by-adriana-mateo.php
https://www.youtube.com/watch?v=McEK5dsMIy4&feature=youtu.be
Las fotografías que ilustran esta nota fueron cedidas por su autora