Según quienes predican la ciencia de la numerología, el número 7 es el signo del pensamiento, el idealismo y del intelecto. Posiblemente Andrés Hayes no haya reparado en nada de esto al titular con ese número su última grabación, la séptima de su discografía y al frente de un grupo de siete talentos. Lo cierto es que su nuevo trabajo, compuesto de un puñado de temas originales, se revela como un cuidado tejido de climas y colores variados, con la creatividad como hilo conductor.
Este séptimo disco en tu carrera solista tiene una particularidad que nunca hubiéramos imaginado. Fue grabado y producido en plena pandemia. Un desafío que, imagino, se suma al de la propuesta misma.
Todo el proceso de composición, ensayo, interacción con los músicos y grabación, siempre tan placentero, tan inspirador; se vio muy limitado. Por eso cuando todo se liberó un poco más, el poder juntarme con mis colegas a tocar, ensayar, ir al estudio; fue como volver a respirar. Fue muy lindo.
Todos los temas del disco son originales. ¿Fueron compuestos para esta formación en especial?
Si, la compuse pensando en esta formación. Yo ya sabía qué músicos quería que estuvieran. Y estoy muy contento con el resultado.
Te inclinaste por una formación con dos guitarras eléctricas, que no es tan usual en el jazz.
Es un concepto que tuve desde el momento de la composición. En parte inspirada en la música que estuve escuchando mucho en cuarentena. Principalmente el grupo eléctrico de Paul Motian: la Electric Bebop Band. Cuando eso salió en los 90 nos mató a todos. Los discos de aquella época eran tremendos. Por esos grupos pasaron muchos guitarristas, Steve Cardenas, Jakob Bro, Ben Monder, Kurt Rosenwinkel. Esa sonoridad fue una referencia importante para mí. Recuerdo que había también dos tenores Tony Malaby y Chris Cheek. Unos discos buenísimos.
¿Puntualmente que buscás al componer para dos guitarras y no para una dupla de otros instrumentos?
Cuando elegís una instrumentación sabés que a un mismo tiempo estás definiendo el color del tema. Si ponés dos trompetas sabés que vas a tener un sonido más estridente, más al frente. Es un tema de orquestación. Entonces si ponés dos guitarras también sabés que color, que textura vas a tener. Eso es lo que yo quería. Y sabía además que con Ramiro Franceschín y Damien Poots tenía dos personalidades y sonoridades diferentes para jugar con ese contraste. Una guitarra más limpia y la otra con más efectos. La de Rama más clásica y la de Damien con pedales.
¿Funcionó como lo preveías?
Totalmente. Ellos se entendieron muy bien. Son muy generosos. Ponen la energía en el proyecto. Me permitieron elegir además en cada composición que característica utilizar. Entonces algunas veces acompañaban juntos. Otras sólo uno acompañaba y el otro iba con un contrapunto o una melodía. Fue increíble como los dos se entendieron y supieron intercambiar los roles.
¿Y en cuanto a Juan Cruz?
En relación a Juan Cruz siempre quise que sea parte de algún proyecto mío. El es un referente para todos los que formamos el grupo y para los músicos en general. Su trabajo siempre mejora el proyecto, le da otra vida. Y también está bueno tener a Bruno Varela y a Ezequiel Dutil, con los que compartí varios proyectos y siempre me dan mucha seguridad.
Nos queda hablar de Juana Sallies, co-autora además de dos de los temas del disco…
¿Qué te puede decir de Juana que no se sepa? Ella es una artista súper talentosa, creativa y con un compromiso enorme por lo que hace. Yo la conocí hace un tiempo cuando compartimos una fecha. La escuché y me encantó. Sentí como algo muy fresco, muy nuevo. Le pregunté si quería ponerle letras a alguna música. A ella le encantó la idea y le mandé cuatro temas. Los dos que están en el disco: En el jardín y El lago y otros dos que salieron como simples: El ápice y Presagio de las estaciones. Es la primera vez que incluyo una voz en mi trabajo y estoy más que feliz con el resultado.
Pero ya tenías experiencia con cantantes.
Había trabajado con el grupo de Delfina Oliver. Fue una linda experiencia, pero con una temática más arraigada en la tradición del jazz. Ahora es la primera vez que trabajo de esta manera con una cantante. Y la verdad es que nos entendimos bien y logramos que las canciones se integren a la estética del disco. Que no se vean como algo descolocado, sino como parte de un todo.
A lo largo de tu trabajo hay referencias al mundo literario, incluso en este nuevo registro con Juguete rabioso; obvia referencia a la primera novela de Roberto Arlt. ¿Cómo entra la literatura en tus composiciones?
El juguete rabioso es un libro que leí en mi adolescencia tardía. Me marcó. Arlt tenía esa cosa porteña tan fuerte. Y creo que eso está en el tema. De allí el nombre. En cuanto a lo literario, te diría que son disparadores compositivos. Todo el arte para mí es un disparador. No solo la literatura, sino también la pintura, la escultura o incluso la arquitectura. Hasta las vivencias personales, que también inciden.
¿Cuáles por ejemplo?
Y yo le puse Desde un Jardín, al disco con el quinteto cuando pude tener una casa con algo de verde. Como también le había puesto El silenciero a otro de mis discos, un título que remite a la novela de Antonio Di Benedetto que había leído por aquellos años. Pero que también hacía referencia a una vivencia personal. Cuando comenzaron a construir edificios alrededor de mi casa quedé prácticamente encerrado, acorralado por los ruidos y me tuve que mudar.
¿Qué camino desearías para 7”
Me gustaría que podamos tocarlo en vivo. Cuando lo grabamos, el 24 de marzo pasado, sabíamos que no había un horizonte preciso en cuanto a la presentación en vivo. Pero deseamos, como todos, que eso se vaya modificando. Me gustaría llevar 7 al show en vivo, que es algo que termina de cerrar un proceso y completa la obra. Ojalá ese sea el camino.
Andrés Hayes. 7
- Onírico
- En el jardín
- Estaciones
- El Aura
- Danza
- Juguete rabioso
- Coco
- Liberación
- El lago
Andres Hayes, saxo y composición / Juana Sallies, voz y composición en 2 y 9 / Juan Cruz de Urquiza, trompeta, Damien Poots y Ramiro Franceschin, guitarra eléctrica, Ezequiel Dutil contrabajo, Bruno Varela batería.