La lectura cruzada de dos entrevistas permite a menudo ciertas sorpresas. Como la de encontrar más coincidencias que diferencias entre dos músicos con estilos y carreras totalmente diferenciados. Así se desprende de los reportajes que la revista Buenos Aires Jazz Magazine les hizo por separado a los trompetistas Juan Cruz de Urquiza y Marcelo Rodríguez (Gillespi), publicadas en su último número de reciente edición.
Cualquiera podría pensar que existen profundas diferencias entre Juan Cruz de Urquiza, referencia jazzística indiscutible, y el polifacético Marcelo Rodríguez, a quien todos conocen por el seudónimo de Gillespi, en clara alusión al recordado Dizzy, mentor de tantas generaciones de trompetistas.
Pero bastaría un simple ejercicio para confirmar que aquel puede ser un juicio apresurado. Y así se desprende de la lectura atenta de las entrevistas que ambos dieron por separado, con más coincidencias que diferencias, a la revista Buenos Aires Jazz Magazine y que ya pueden leerse en el número 2 de reciente aparición.
Dueño de una vasta discografía, que incluye seis discos como líder y otros cuatro como co-lider, el trompetista deja en claro su formación, En todos esos discos, enfatiza Juan Cruz, “he pretendido bucear siempre en la música argentina y en el rock como elementos distintivos para desarrollar mi propuesta.
La definición lo emparenta sin vueltas con Gillespi, quien se define como parte de una generación jazzera que se formó en el rock. “Escuché mucho rock sinfónico, y al Flaco Spinetta. Louis Armstrong me parece un genio total, pero me decís Charly García y me vuelvo loco. También me pasa con (Jimmy) Hendrix, (Eric) Clapton, Bill Frisell. Mis influencias son más de ese estilo y no tanto del jazz antiguo”, apunta.
Juan Cruz reafirma esa postura con uno de sus más logrados discos, “Indómita luz”, con el que ganó el premio Gardel en el rubro jazzístico, al versionar temas de Charlie García, a quien ubica junto a Miles Davis como sus referentes. “Son mis principales influencias. Durante mi adolescencia el rock nacional fue mi principal fuente de inspiración. Luego, al reencontrarme con el jazz, Miles Davis y muchos otros marcaron mi camino”, detalla.
También es similar la mirada de ambos trompetistas en cuanto a la formación de las nuevas generaciones. “La docencia, dice Juan Cruz de Urquiza, la tomo como un desafío constante y un gran aprendizaje. La expectativa siempre es la mejor, y tuve la suerte de colaborar con la formación de varios músicos que hoy se destacan en la escena jazzera”.
Para Gillespi la docencia también se da arriba de un escenario, juicio que no lo separa de la opinión de Juan Cruz. “Yo iba a Jazz & Pop y tocaba con el Negro González, con (Nestor) Astarita, con los que estaban ahí, recuerda. Me sirvió muchísimo para pararme en un escenario. Es una cosa que los grandes lo tenemos que hacer, mezclarnos. La experiencia del escenario es fuerte, se aprende bastante”
Juan Cruz, en tanto, da un vistazo hacia el pasado para concentrar su mirada crítica en el momento actual. “Lo que ha sucedido a partir de fines de los ’90 es la aparición de una verdadera escena local con un sonido cada vez más propio y una identidad muy lograda. Es una movida que no es usual en cualquier parte del mundo, (pero) si bien está siempre creciendo, lo cual es muy bueno, también creo que tenemos que tener claro que nos falta mucho. Estamos recién arrancando y, si bien hay mucha creatividad, todavía nos falta solidez interpretativa e instrumentística”.
Esta segunda edición del anuario de Buenos Jazz Magazine que dirige María Cueto, cuenta además con interesantes entrevistas a Manú Katché, Chad Taylor y Nicolás Ojeda (quien acaba de editar “Mayo” su segundo disco como líder); una mirada sobre la pasión jazzera del popular Jairo, una instructiva nota a Diego Schissi entre el tango y el jazz y la historia no conocida del disco que reunió a Paquito D’Rivera y Armando Manzanero, entre otras notas de interés.
Buenos Aires Jazz Magazine Nro 2
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