Esteban Sehinkman sigue recorriendo escenarios con “Pájaro de fuego”, su cuarto trabajo como líder. Armado de modernas sonoridades, el tecladista se arriesga por nuevos caminos muy bien acompañado por Pipi Piazzolla, Matías Méndez y Nico Sorín.
Con casi 5 años de trayectoria y dos discos editados “El sapo argentino de boca ancha” y este “Pájaro de fuego”, el grupo que lidera Sehinkman es considerado uno de los referentes más audaces de la nueva escena jazzera porteña. Su nuevo disco, con música original y bailable por momentos, tiene pasajes de funk y la psicodelia de los años 60′ y 70′, hasta la electrónica actual.
Si bien puede decirse que “Pájaro” es una continuidad de “El sapo”, también es ruptura de lo hecho en aquel trabajo. ¿Cuándo y cómo comenzó a gestarse?
Se empezó a gestar justo cuando estrenamos “El sapo…”. En aquellos momentos, con el trío con Pipi y Méndez tuvimos una época de tocar muchos meses seguidos en la trasnoche de Thelonious. Entonces en el mismo momento en que estábamos mostrando un disco, estábamos también haciendo la transición a otro, a un disco más nocturno, más de trance, más de sostener grooves fijos. También para ver adonde nos llevaba. Y es interesante, porque es como un trabajo básico, de exploración, de raíz. Sin demasiadas cosas raras desde lo rítmico. Desde lo melódico es bastante minimalista, bastante preciso. No hay demasiadas transiciones, es sintético. Me gusta.
¿Pero allí justamente, en la simpleza que describís, no está la dificultad, el nucleo de la búsqueda?
Claro. Me costó llegar a un trabajo en el que encontraba poco pero igual me parecía que estaba bien. Y que no perdía cuerpo ni esencia. Por otro lado la exploración tímbrica también. Veníamos de un disco en el que casi todo estaba grabado con Rhodes. Hay un solo track con piano. Antes que eso era “Búfalo”, que tenía otro formato, con sexteto y con vientos y el primero: “La espuma de los días” con un quinteto más tradicional”.
¿Y cuál es para vos la mayor diferencia de “Pájaro” respecto de lo que venías haciendo hasta acá?
Y acá hay un salto a los sintetizadores, porque tímbricamente me cautivaron. Un cambio en los instrumentos que me atrapó completamente. Sentí que allí había todo un mundo para explorar. Y además me conectó con la primera etapa mía como músico. Yo empecé con un tecladito, de 16 pistas, en la que secuenciaba y elegía lo que armaba. Allí armaba capas superpuestas de sonidos. Por eso “Pájaro” fue como volver a mi origen como músico. Y fue lindo porque fue un proceso espontáneo, no fue buscado. Pasó que un día estaba tocando y me hizo acordar a cuando hacía lo mismo 15 años atrás. Fue como una vuelta. Y cuando llegué a ese punto y me di cuenta de esto que te estoy contando, me afirmé en el proyecto. Estoy muy contento con el resultado, porque como músico siempre aposté al trabajo original.
Es muy interesante en el disco el aporte de Pipi Piazzolla…
Pipi es un fenómeno. Es un músico impresionante. Y también es un fenómeno desde el compromiso que le pone al proyecto. Con la seriedad con que se lo toma desde el punto de vista estético y profesional.
Da la sensación que la música de “Pájaro…” también lo impulsó a tomar un camino que no le es habitual.
Si, totalmente. Pipi en este disco el tiene un planteo minimalista muy interesante, y eso no es frecuente en él, que es un batero tan florido, tan virtuoso. Fijate que en muchos pasajes él está allí fijo, reemplazando a las máquinas. Es tremendo lo que hace. Lo que sucedió también es que desde que comenzamos a hacer esto, todos fuimos evolucionando.
A pesar de ser un lenguaje en 4/4, muchas veces como muy derecho….llevamos a Pipi a tocar cosas que no está acostumbrado a hacer en otros proyectos. Y lo mismo vale para Matías, muy comprometido con la música y con el proyecto.
¿Desde que comenzaste a componer la música de “Pájaro…” siempre la idea fue sobre la base de un trío?
De un trío con invitados. Nosotros veníamos tocando desde hace tiempo, por eso también la entrada de Nico Sorín encaja perfecto. Por esa cuestión de empatía, de compatibilidad musical. Y eso, aunque parezca extraño, no es sencillo de encontrar. Por suerte se nos dio con el trío y ahora también con Nico integrado formalmente y también en el Ensamble del Real Book Argentino. Pero fue un proceso que me llevó muchos años. Por eso ahora vamos a grabar otro disco pero ya como cuarteto, con Sorín agregado al trío original.
¿Y cómo va a ser ese nuevo disco? ¿Ya tenés los temas?
Si, ya lo estamos tocando. Va a tener alguna característica similar a «Pájaro» en alguno de los tracks, en algunos grooves que van a ser estables y bailables. Pero también habrá algunas piezas más melódicas, con alguna reminicencia de alguno de los discos anteriores. Y sobre todo vamos a avanzar en la exploración tímbrica. Eso es uno de los aspectos que quiero hacer crecer. Que sea un disco profundo, ancho. Pensado a ese nivel. Es el desafío que tenemos por delante. El plano sonoro, más allá de la música o dentro de la música. Como te decía, ya lo estamos tocando, porque queremos llegar a la grabación con el disco bien caminado.
¿Cómo es el proceso de construcción de una música y a la vez del grupo que la toque? ¿Trazas un camino o te dejás llevar?
El músico a la hora de componer, tocar o improvisar necesita restricciones. Poder decir “sé sobre lo que voy a trabajar. Que quiero desarrollar”. Es una restricción creativa. Saber que paleta de colores vas a usar. Es muy difícil plantarse ante un recurso indefinido y armar algo. Por eso la restricción creativa que nosotros encontramos en aquel momento era simular un set de un DJ. en una pista de baile. Y nos sirvió. Nos sirvió porque todos nosotros tenemos la misma edad. Conocemos y tenemos muy presente ese armado de climas. La manera cómo se genera tensión, hacerlo explotar y volver a desarmar, para volver a crear de nuevo el proceso, creciendo en densidad, en sonoridad. Ese es un vocabulario que fuimos desarrollando y que en un momento quisimos llevar a una pista. Por eso fuimos a Niceto, para ver cómo funcionaba en un espacio mayor, con un sonido más grande, con un público más nocturno. Y estuvo bueno. Y vamos a seguir.
No estás solo en esto, hay toda una movida de gente de tu generación muy interesante…
Si, totalmente. Es una movida global. Personal y grupal. Es así, hay toda una camada de gente que está haciendo cosas muy interesantes. El grupo de Cirilo Fernández, también con Nico y Pipi. La música de Nico con su propio grupo, Mariano Sívori, con el suyo. El trío de Pipi. La gente del Ensamble, que lidera sus propios proyectos también. Toda música original y muy buena. Me parece que en la escena independiente la mejor música que se está haciendo está emparentada con el jazz y aledaños.
¿Vos traes al grupo el material ya elaborado o esperas otros aportes?
Traigo una estructura sintetica, pero quiero que cada uno aporte lo suyo. Esa es una impronta muy jazzera. Y es lo que hace a la frescura del tema, a que cada show sea distinto a otro. Porque depende del aporte de cada uno. Uno tiene que aceptar eso y seguir para adelante. Los mejores días son cuando vos ves que la música camina. Entonces vos tenés que dejar tus deseos personales de lado y dirigirte donde va la cosa. Si vos querés imponer tu pensamiento y modificar ese rumbo, terminás matando el tema. Si vos querés repetir el recuerdo de un show anterior o incluso el del mismo disco, muchas veces lo que hacés es bloquear una búsqueda que podría hacer sido más creativa, más enriquecedora. Por eso también es que no me gusta escuchar mis discos anteriores. El recuerdo te puede jugar mal.
¿Cuál es el momento que más disfrutas desde la composición hasta que tenés el disco en la mano?
Cuando aparecen ideas que quiero que estén en el disco. Cuando aparece ese momento, que es muy finito. Uno puede laburar mucho, buscar, pero ese momento en que aparece una idea fresca es sublime. Es como una pepita. Como un rayito. Luego trabajas sobre eso y vas encontrando la forma y vos decís, bueno era esto. La forma está redonda. Gracias a ese pequeño instante de luz.
Esteban Sehinkman Trio
Esteban Sehinkman, rhodes y otros sintetizadores Daniel «Pipi» Piazzolla, batería Matías Mendez, bajo eléctrico Invitados: Nico Sorín, voz, IPad Miguel Tennina, proyecciones.