Horacio Fumero. «El error es parte de la creación».

El cartel ocupa la vidriera del Café Central, uno de los escenarios importantes del jazz en Madrid. Con grandes letras se anuncia el trío de Ignasi Terraza y se destaca la participación de Horacio Fumero. «Isoca» lleva 50 años en la ruta con entusiasmo de principiante. «Yo quiero entregarme, equivocarme, sumar y aportar. Hacer  que la música de hoy sea distinta a la que tocamos ayer», dice. Y se abraza al contrabajo como la primera vez.

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Fotografías de apertura: José Luis Luna                                                             www.facebook.com/joseluis.lunarocafort

«Recuerdo cuando me junté con Luis Salinas en una jam. El empezó a tocar folclore y se fueron bajando todos del escenario. Yo me quedé. El enganchaba un tema con otro y yo le agarraba todo lo que tiraba. Entonces en un momento se para en medio de un tema y me dice: “Che Fumero, cómo carajo es  que vos sabés todo esto?” Y yo le contesté, “si querés también te canto las letras”.

fumero1La anécdota, que cierra con una carcajada, lo pinta de cuerpo entero. Horacio Fumero está a punto de subir una vez más al escenario del madrileño Café Central junto con Ignasi Terraza y Esteve Pi. Afuera los carteles destacan su nombre con grandes letras. No dicen que es el que tocó 20 años con Tete Montoliu, el que estuvo en el histórico «Chapter One Latinoamérica» del Gato Barbieri en Impulse!, el que fue distinguido por su arte y su trayectoria con el Premio del Festival Internacional de Jazz de Terrassa. Solo dicen Horacio Fumero. Y con eso alcanza.

¿Alguna vez te detuviste a pensar porque elegiste el contrabajo y el jazz?

Porque me gusta tocar el bajo. Y además me gusta hacerlo en distintos contextos. Yo desde hace muchos años soy lo que se llama un músico «free lance». Pero no me considero un músico de jazz. No me gusta ese tipo de clasificaciones. A mí me gusta la música bien hecha. Se llame como se llame. Y por eso me apunto a distintas cosas, porque las amo. Amo el jazz, pero también amo el tango, el folclore y la música clásica.

¿Con el folclore comenzaste en Cañada Rosquín?

Si claro. Pero allá teníamos también un grupo de rock con León (Gieco).  Sin embargo no profundicé el rock como si lo hice con el folclore, con el jazz después, e incluso con la música clásica. Yo hice el Conservatorio. He tocado en orquestas clásicas, en orquestas de cuerdas…

¿Y el tango?

Me gusta mucho tocar tango, pero no sé hacerlo como Horacio Cabarcos, un contrabajista tanguero que conoce el lenguaje ciento por ciento. Yo conozco más el lenguaje del  jazz. Pero eso no impide que yo pueda tocar tango, o que Cabarcos  pueda tocar jazz. Cada uno lo hace con su propia personalidad, con su propio estilo. Y eso es lo bueno.

Conocer y manejar estos géneros lleva toda una vida. ¿Cómo hiciste para alcanzar un nivel profesional en cada uno de ellos?

fumero discoYo creo que la clave está en que cuando hagas algo estés totalmente en ello. Me parece que el error de mucha gente es estar haciendo una cosa pensando que debería hacer otra. Así se pierde mucha energía y mucho tiempo. La clave es saber que estoy haciendo esto y estoy disfrutando esto. Es un poco la idea de los budistas…‘aquí y ahora’. Lo que importa es el momento.

¿Seguís haciendo material de «Vuelos», tu último disco?

Sí, claro. En Argentina lo hice con Diego Schissi y Mariano Loiácono. Acá lo  hago con Joan Munné, un pianista de Barcelona y Julián Sánchez, un trompetista de Cadiz. Pero también le busqué otra vuelta y lo hago con saxo y batería. Con Gorca Benítez y David Xirgu. Son los mismos temas pero con otro enfoque. Además tengo el dúo con mi hija Lucía, ella toca el piano y canta muy bien y sigo tocando con Albert Bover…

Con el que grabaste «Caminos cruzados», un disco muy lindo…

Bueno, con Albert ya grabamos otro disco. Lo hicimos en directo en el Jamboree de Barcelona y lo va a editar Fresh Sound. Este año toque también en Canarias con un gran saxofonista norteamericano que se llama Grant Stewart y sigo tocando con Bill McHenry, un saxo neoyorquino muy interesante, en formato de trío con R.J.Miller en batería.

Vos has tenido buenas experiencias con músicos norteamericanos…

Siii. Yo tuve una suerte increíble. Toqué con todos los músicos de la banda de Count Basie. De a uno por vez. Fue una época extraordinaria, en los 80s.  Joe Newman, Harry «Sweet» Edison, Frank Wess…grandes músicos. También he tocado con George Cables, un tipo extraordinario, gran compositor.fumero4

¿Qué es lo que te lleva a buscar nuevas músicas, nuevos lenguajes?

En mi caso me impulsa la gente con la que me voy cruzando en la vida. Para mí el bebop es el Tete (Montoliu). Yo empecé a tocar jazz en la época del free. Y empecé por ahí. Era la música que me tocaba más de cerca. Y el bebop llegó después para mí. Comencé a estudiarlo, a profundizarlo cuando me integré al grupo de Tete que era todo un bopper.  En cuanto a lo clásico, yo estudiaba en Buenos Aires con Hamlet Greco. Si tenés la suerte de tener un maestro como Greco terminás enamorándote de la música clásica.

¿Cómo te adaptás a los pianistas con los que tocás, a menudo muy distintos entre sí?

Es una condición fundamental en un contrabajista.  Un contrabajista que no pueda hacer eso se equivocó de instrumento. La función del contrabajo es la de acompañar y sugerir. Acompaña y sugiere por dónde ir. Y para eso hay que tener una flexibilidad importante. Fijate en los bajistas que han sido líderes, como Charlie Mingus o ahora Dave Holland o Avishai Cohen. Todos ellos podían o pueden tocar lo que quieran. Tienen la capacidad para hacerlo. Esa misma flexibilidad es necesaria también en los bateristas, claro.

¿Incluís a Charlie Haden también allí? 

Charlie Haden podía tocar lo que quisiera. Pero fijate que las líneas que usaba con Ornette Coleman no eran muy diferentes a las que usaba Paul Chambers. Te recomiendo un disco de Herbie Hancock,  «Inventions and dimensions», fumero trioes un álbum del 63, con Willie Bobo en percusión. Allí lo que hace Chambers es tremendo. Escuchalo. Pero volviendo a Haden,  era un músico que conocía muy bien la función. Que conocía muy bien el arte del contrabajo.

Son muchos los pianistas que te eligen como contrabajista. ¿A qué pianista elegirías vos?

No, no te puedo dar un nombre. Yo me siento a gusto con cualquier buen músico. Porque finalmente tocar es como charlar. Y uno disfruta una charla con alguien que habla bien. Por eso no tengo un pianista preferido. Me gustan muchos y cada uno con sus particularidades.

¿Y qué esperás cuando alquien se sienta al piano para tocar junto con vos?

Espero que sea auténtico. Si yo voy a tocar con Adrián Iaies, por ejemplo, no espero que suene como Oscar Peterson. Espero que suene como Iaies. Y eso es lo que me interesa.  Volvemos al ‘aquí y ahora’ que te mencionaba. Por eso una de las maravillas de la música es que no es un tema de nacionalidades. Ni de sexo, ni de religión, ni de edad. Un músico toca bien o toca mal. Si toca bien, yo quiero tocar con él aunque se pinte de verde.

Pero el origen suele incluir una historia cultural, con aspectos que influyen en la música…

Por supuesto. Son cuestiones que aparecen en la personalidad del músico. Pero no las quiero ver como diferencias. Prefiero verlas como variedades. Como aspectos que suman. No que separan. Y yo allí intento aportar mi acento, mi experiencia, mi manera de ver las cosas. fumero6En diálogo con alguien que aporta lo suyo y lo suma a lo mío. Por eso siempre me gustaron las músicas en donde importa quien toca. Donde el músico no es un simple «ejecutante».

¿Estás hablando de aventurarse creativamente, de asumir riesgos?

Exacto. Si sos acompañante de un cantante pop de éxito, lo que te piden es que toqués igual que lo que está en el disco. Lo que tampoco es fácil. Pero yo sé que no tengo carácter para eso. No sirvo para eso y lo supe siempre, desde muy joven. Yo quiero entregarme, equivocarme. Sumar y aportar. Hacer  que la música de esta noche sea distinta a la que tocamos ayer.

¿Eso esperás cada vez que te subís a un escenario, aunque haya un repertorio definido?

Si claro. Esta noche  habrá cosas similares a las de anoche. Tocaremos los mismos temas, pero vamos a ver qué pasa. No estoy obligado a hacer algo igual a lo de anoche. Pero tampoco estoy obligado a hacer algo distinto.  Tocaré de acuerdo con lo que oigo y sugeriré lo mío. Construiremos juntos. No te olvides  que el contrabajo es el poder en las sombras. (Risas)

fumero55¿Por qué lo definís así?

Porque es un instrumento en el que nunca va el foco. Las luces apuntan al trompetista, al saxo, al piano. Pero el contrabajista es el que está decidiendo todo el tiempo qué es lo que pasa. Armónicamente y rítmicamente, somos los que llevamos el barco hacia un lado o hacia otro.

Decías «quiero equivocarme». ¿Se construye a pesar del error?

Hay shows en los que se  produce un error. Y eso hace que todo el grupo inmediatamente suba el nivel y se ajuste. Porque el susto que produce el error hace que aparezca la magia. En el jazz el error no es un problema. Es bienvenido si es producto del riesgo. Esto lo dice Hancock en su autobiografía. Cuenta que cuando empezó a tocar con Miles Davis hubo una noche que tocó un acorde equivocado y se paralizó. Pero Miles utilizó de inmediato ese acorde, supuestamente equivocado, para tomar otro rumbo. Para crear otra música.  El dice que allí aprendió que el error no debe paralizarte. Que el error es parte de la creación. Y tiene razón.

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