Cuando Oscar Feldman toma su saxo se inicia una ceremonia mágica. El escenario es lo de menos. Puede ser el Blue Note de Nueva York, el Parc La Villette de París o, como en este diciembre, la amigable intimidad de Jazz & Pop, en una calurosa Buenos Aires.
Entrevista: Fernando Ríos Fotografías: Laura MaffeiLo que cuenta, como siempre con los grandes músicos, es el arte y la pasión. Y en eso, este cordobés que desde hace más de 20 años vive y toca en la Gran Manzana, no se guarda ni una gota. Desde el jazz más furioso, hasta la contagiante cadencia de la bossa, pasando por el tema que el gran Hermeto compuso en su homenaje, o el “Summertime” de Gershwin en tiempo de chacarera, Feldman le saca chispas a su viejo Selmer. Entregándose y disfrutando cada nota como si fuera la última.
¿Qué tal esto de reencontrarse cada tanto con el público argentino?
Muy lindo, por supuesto. Yo vengo una vez al año, generalmente para las fiestas y siempre tratamos de armar algo. Es bueno juntarse con amigos que conozco desde siempre y hacer la música que nos gusta.
Como está hoy la escena jazzística en Nueva York?
Nueva York sigue siendo una ciudad muy rica musicalmente, donde el arte llega de todos lados. Es la ciudad donde el jazz es “la cosa”, donde está la crema de la crema. Donde viene gente de todo el mundo, con gran nivel y competitividad. Para mi sigue siendo la capital mundial del jazz
Capital en la que te has dado algunos gustos musicales impresionantes…
Si es verdad. Desde que estoy aquí he podido tocar con gente muy talentosa. Formé parte de la Dizzy Gillespie United Nations Orchestra con la que recorrí varios países, grabé con Al Di Meola, hice «Tropicana Nights», de Paquito D’Rivera, que ganó un Grammy como Mejor Álbum de latin jazz. Muchas cosas.
¿Y que estás haciendo ahora?
Tengo mi propio cuarteto, con el que hago distintas presentaciones. Toco con la Mingus Dinasty, la orquesta que hace la música del gran Charles Mingus y también estuve tocando con la Caribbean Jazz Proyect, el proyecto que lidera el virtuoso vibrafonista David Samuels.
¿Nueva York es una ciudad que se nutre sólo de su propia música o interactúa con otras?
Viene gente de otros lugares del mundo, como te decía, pero no tanto de otras ciudades de Estados Unidos. Sucede que las ciudades musicalmente “fuertes”, como Chicago, por ejemplo, tienen su propio circuito y sus propios músicos. No se da tanto este intercambio que preguntás. Además en Nueva York hay tantos músicos y de tanta calidad, que no es sencillo tener un lugar para tocar. No alcanza con tener un nombre o una trayectoria. Hay que vivir allá para hacer contactos, conocer gente y que te conozcan y así poder comenzar a participar de la escena.
¿Vos te fuiste con al idea de quedarte en Nueva York o tu proyecto era otro?
Yo me fui becado a Berklee, en Boston. Y una vez que estuve allá decidí quedarme y ver si podía insertarme. Era algo que yo quería hacer, pero recién lo tuve claro una vez que hice los estudios allá y comencé a conocer gente.
Se dice que Berklee produce músicos de gran calidad técnica pero sin personalidad. ¿Qué pensás?
No creo. Para mi es un mito. Berklee es cuna de grandes pedagogos y de grandes musicos que forman parte de la escena del jazz mundial. Y si bien hay una metodología uniforme, cada profesor se formó de manera distinta y enseña de acuerdo con su propia personalidad. También podría decir lo mismo de ex alumnos como Al Di Meola, Kenny Garret, John Scofield, Ernie Watts. Todos ellos suenan bien distintos entre si. Creo que el problema con el músico que se forma es que a veces cree más en sus ídolos que en él mismo. Y ahí es cuando se aleja de encontrar su propia personalidad. De todos modos, un músico serio debe estudiar a fondo los estilos y a los intérpretes de todas las épocas, para poder llegar luego a producir algo mas profundo y verdadero.
¿A vos te pasó eso de creer más en tus ídolos que en vos mismo?
No. No creo. Soy un músico muy ecléctico. Siempre me gustó poder tocar con mucha gente. Yo no me encasillo en ningún estilo, porque no me interesan los estilos. Me interesan las ideas. Y esto lo digo no sólo como músico, sino también como oyente. Creo que esa característica me permitió combinar muchas músicas, ideas que me ayudaron a creer en mi mismo y no a buscar la comparación con los grandes ídolos musicales.
Y te permitió además tocar y grabar con músicos de diferentes procedencias, como Dino Saluzzi, Diego Urcola, Hermeto Pascoal o Marc Turner…
También. Dino me dio una de las primeras oportunidades de mi carrera. Un gran recuerdo. Con Diego me siento muy cómodo, es un amigo de años. En cambio tocar con Marc Turner, quien está en mi segundo disco “Oscar e familia”, fue un desafío importante para mí. Es un músico muy talentoso y cuando te parás a su lado para tocar, tenés que estar a la par. No tenés excusas…
Y Hermeto Pascoal…
Que puedo decirte de Hermeto que no sepan…Es un músico extraordinario y un gran amigo. Hermeto tiene grandeza. Representa para mi la sofisticación, la originalidad y el salvajismo de la música de Brasil. Todo en una sola persona. Hace poco tuve ocasión de volver a tocar con él en Nueva York. Fue increíble. Para mi fue una celebración de la música y de la amistad
En “Oscar e familia” te diste el lujo además de incorporar a Luis Alberto Spìnetta para que cante tu tema “Peace to Find” ….
Si. Fue una bendición. Yo creo que ese tema es un milagro. Fijate que Luis no canta allí con letra. Lo canta como un instrumentista, sin palabras. Para mi fue un momento tremendo y un recuerdo imborrable. Además me llena de orgullo saber que Luis decía que era una de las cosas más lindas que había grabado. Fue uno de los grandes momentos de mi carrera. Qué más te puedo decir…