En noviembre de 1999 el Quinteto Urbano entraba al Estudio del Abasto al Pasto para dejar registrados los 10 temas que integraron su primer disco, todos de producción propia. El título del registro que se editaría poco después, era toda una declaración de principios: Jazz contemporáneo argentino. A 20 años de aquel trabajo, al que le siguieron otros dos, el Quinteto Urbano sigue en la memoria emotiva como uno de los mejores grupos que dio la escena nacional y un referente indiscutido para las nuevas generaciones de músicos en el país.
Poco más de cinco años, unos 400 shows en el país y en el exterior, y sólo tres discos, le alcanzaron al Quinteto Urbano para quedar en la historia del jazz argentino. Y si bien la propuesta estilística grupal era uno de sus puntos fuertes, no era menos notable la creatividad y el virtuosismo de cada uno de sus integrantes: Juan Cruz de Urquiza, Rodrigo Domínguez, Oscar Giunta, Diego Schissi y Guillermo Delgado, hoy ya músicos experimentados y líderes de sus propios grupos. Y así quedó expuesto desde un inicio en aquel primer Jazz contemporáneo argentino, en el que aportan con naturalidad las rítmicas y melodías venidas del tango, la milonga o el folklore, para entregar una nueva mirada a un jazz en constante desarrollo.
Muchos años después Oscar Giunta recordaba ante Marcelo Morales del portal El Intruso aquella primera experiencia del Quinteto en los estudios: “Este disco representa para mí un momento muy grosso. Lo digo no solo pensando en la sesión de grabación en sí, ni en el disco terminado, sino también por todo un entorno que teníamos en ese momento como grupo y la polenta (y cierta ingenuidad y candidez también) que sentíamos al llevar este proyecto adelante. La sesión de grabación fue maravillosa. Plagada de compañerismo, amistad, carcajadas a pleno y una gran cantidad de sueños para cumplir con ese disco que se estaba cocinando y ese proyecto que en ese momento se estaba consolidando. Yo tenía 23 años al momento de grabar ese disco y me sentía feliz de estar siendo parte de un proyecto que –sabíamos, nos teníamos fe–, daría que hablar”.
Cronológicamente podría decirse que estos jóvenes eran herederos estilísticos del recordado Quinteplus, un sólido combo de moderna factura, que nutría su música de componentes locales y en el que destacaban músicos de la generación anterior, como Gustavo Bergalli, antes de su experiencia europea. Pero la propuesta del nuevo grupo tenía arraigada su propia personalidad desde un inicio.
Y si bien el estilo hardbop, nacido en los años cincuenta en la Costa Este de los Estados Unidos, seguía marcando a fuego la estética grupal, ya comenzaban a predominar ritmos autóctonos en sus propios temas. Esta línea compositiva no fue un hallazgo casual, sino claramente una decisión madurada, alrededor de la cual comenzó a tomar forma y a desarrollarse la personalidad grupal.
Como recuerda uno de sus fundadores, Rodrigo Domínguez: “Desde antes de que formáramos el Quinteto Juan Cruz y Oscar tenían una idea muy clara de lo que querían hacer, de la característica general del grupo. Esto de tomar ritmos de acá para hacer jazz estuvo desde un principio y es lo que distinguió al Quinteto y una de las cosas por las que aún hoy se lo recuerda”.
Pero si bien el Quinteto Urbano comenzó a bosquejarse en pleno apogeo del Jazz Club Buenos Aires, en el Paseo La Plaza, de la Avenida Corrientes, nunca tocó allí. Por eso es más acertado buscar el antecedente generador tanto en el trío que tenía Rodrigo Domínguez y que incluía a Guillermo Delgado y Oscar Giunta en la rítmica, como en el grupo similar que por entonces lideraba Giunta, con Delgado y Facundo Bergalli en guitarra y al que se sumaba en ocasiones Juan Cruz de Urquiza como invitado. Domínguez, además, conocía desde la escuela secundaria a Diego Schissi, quien recién había llegado de estudiar en los Estados Unidos y con quien había compartido distintas tocadas.
“La primera vez que tocamos los cinco juntos fue en un lugar que ya no existe: el Spell Café, en Puerto Madero. Era una fecha de mi trío y Diego y Juan Cruz se sumaron a la tocada. Recuerdo que hicimos un tema de Schissi, que luego incluimos en el repertorio del Quinteto Urbano, algunos standards y un par de temas míos”, rememora Domínguez.
Ya con la idea del quinteto en la cabeza y algunos meses de ensayo, De Urquiza y Giunta comienzan a buscar un lugar que les garantice una fecha semanal, para poder empezar a desarrollar repertorio y afianzar la puesta en escena de la agrupación. Por coincidencias estéticas, el Jazz Club era el lugar indicado, pero la programadora Berenice Corti no podía garantizarles la constancia que ellos buscaban.
Finalmente, el esperado debut del Quinteto se produjo casualmente a pocos metros de allí: en el Bar Celta, declarado como uno de los bares notables de la ciudad y que aún abre sus puertas en Sarmiento al 1700, en pleno centro porteño. “Nosotros queríamos una fecha fija semanal. Queríamos un ciclo y eso era algo que en aquel momento no existía en ningún boliche”, recuerda Juan Cruz de Urquiza.
“Oscar tenía un contacto en el Celta, un bar que no programaba jazz, y allí fuimos. Comenzamos a ensayar en marzo y debutamos en mayo de 1999. Tocamos durante ocho meses todos los jueves ya como el Quinteto Urbano. Y entonces grabamos el primer disco. Luego de eso, en el 2000, hicimos un ciclo similar en Notorious y sobre el final de ese año registramos el segundo disco, que tuvo una parte en vivo que grabamos después, en el 2001, también en Notorious”, recuerda el trompetista.
En mayo de 2002, en un artículo del diario porteño Página/12, el crítico Diego Fischerman mostraba en pocas líneas el espíritu del grupo al reseñar uno de sus shows. “No hay músico de jazz que no hable del sonido propio. Algo que, sin embargo, cada vez es menos habitual. En un universo en donde abundan los mimetismos con el pasado y con una tradición que, por lo menos para los estadounidenses, resulta demasiado opresiva, el Quinteto Urbano logra lo que en este momento logran muy pocos en el mundo: sonar distintos”.
Esa es precisamente la propuesta que el Quinteto mantuvo a lo largo de sus seis años de actividad, en los que forjó su vigoroso estilo en más de 400 shows, algunos de ellos en los más importantes festivales del mundo, junto a figuras como Dave Holland, Michael Brecker, Brad Mehldau o Wayne Shorter y en tres discos que aún hoy se mantienen entre lo mejor que produjo la movida. Jazz contemporáneo argentino I y II y el último En subida, editado en 2003 en Europa por el prestigioso sello Fresh Sound y que no tuvo edición argentina.
En 2005, el año de la despedida, el Quinteto Urbano recibió el Premio Konex de Platino al mejor grupo de jazz de la década. Sus miembros fundadores iniciaron a partir de entonces distintas carreras solistas, que les permitieron liderar sus propios grupos y seguir siendo protagonistas de primera línea en la escena local.
*El texto es parte de un libro sobre el Nuevo Jazz Argentino que editará el Gourmet Musical.
Discografía del Quinteto Urbano
Quinteto Urbano. Jazz Contemporáneo Argentino. Indep. 2000
Quinteto Urbano. Jazz Contemporáneo Argentino II. Acqua Records. 2001
Quinteto Urbano. En Subida. Fresh Sound. 2003.
Juan Cruz de Urquiza (tp, composic), Rodrigo Domínguez (st, composic), Diego Schissi (pn, composic), Guillermo Delgado (ctb), Oscar Giunta (bat)