El jazz es más triste hoy: Murió Enrique Norris

Resultaría estéril enumerar aquí la trayectoria de un músico como Enrique Norris. Sería como llenar un enorme vacío sólo con palabras. Siempre será mejor reencontrarlo en sus discos. Abrazar una vez más su música y su arte inconformista. Tal vez la forma más sentida de honrar a un artista inquieto y siempre deseoso de nuevos caminos.

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Crecer. Cambiar. Buscar. Expandirse y contaminarse. Apostar por la evolución y la sorpresa. Unas pocas palabras que definen estilos. Pero sobre todo definen músicos. Artistas sin dobleces. De esos que, sin dejarse encasillar por los predecesores, transitan su propio camino. Militantes infatigables de la vieja costumbre de buscar lo nuevo. Enrique Norris fue si duda uno de ellos.

Parte esencial de la generación que cambió de una vez y para siempre el jazz en la Argentina.  Norris fue un explorador incansable. Partícipe siempre entusiasta de la novedad. Nutriendo y nutriéndose de los jóvenes, que lo veneraban con el respeto que merecen los grandes maestros.

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Desde su Córdoba natal, hasta su radicación definitiva en Buenos Aires, Norris supo construir una trayectoria inigualable. Alejado de las luces y las carteleras. Poco propenso a la figuración, pero siempre dispuesto a sumar su arte a la búsqueda y al exploración musical,  era un nombre ineludible tanto para el  jazz de avanzada, como para los fervorosos impulsores de la libre improvisación o la música contemporánea; géneros a los que se sumó con idéntico entusiasmo y dedicación.

Muchos lo conocían y lo valoraban. Muchos habían compartido con él escenarios, discos e ilusiones. Pero pocos lo conocían tan bien y tan de cerca como Carlos Lastra. Su amigo, compañero y compinche musical a lo largo de tantos años. Sus palabras sentidas entregan un fiel reflejo de lo que significó Enrique Norris. Es bueno volver a leerlas.

Se nos fue Enrique.

Se nos fue esa persona que, sin proponérselo, nos abrió una ventana a otras formas de mirar, de sentir, de decir.

Ese que vivió por fuera, el que transitaba periferias, el inventor de reglas.

Se nos fue Enrique, mi querido Enrique.

Oscar Wilde decía que uno debería ser siempre un poco improbable y Enrique, el que se nos fue anoche como en una serena renuncia, era la persona más improbable que jamás conoceré.

Sí, se nos fue nuestro querido Enrique.

Se fue el mejor de nuestra generación.

Se fue el mejor de todos nosotros.

Será hasta que nos volvamos a encontrar

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11 comentarios

  1. Antes que nada: entiendo (entiendo) que las palabras de Carlos Lastra surgen de la admiración, el respeto, el afecto y el homenaje. Entiendo.

    Pero hablar de «el mejor de todos» supone, siempre, un «peor de todos». Y toda la escala del medio.
    Los juicios de valoración que ha importado su generación -y derramado sobre las siguientes- lograron que los jóvenes, entre otras cosas por miedo a esa escala cruel, toquen todos lo mismo, muy para adentro y con mas cabeza que corazón.

    Se nos fue Enrique Norris, alguien a quien adorábamos. Y alguien a quien jamás escuchamos emitir juicios sobre persona alguna.

  2. Fui su alumno durante varios años en Buenos Aires. Iba a su pequeño departamento de la calle Ecuador, en Once, cerca del Abasto. Enrique me inculcó el amor por el instrumento (yo era amante de la trompeta y gracias a Enrique me casé con ella). Cuando me enteré de su muerte, aquí en Madrid, lo primero que hice al llegar a casa fue sacar la trompeta del estuche y abrir un libro anotado por él que siempre consulto: los estudios de Clarke. Toqué la página que tantas veces habíamos tocado juntos. Después, muy triste, con ganas de volver a una de aquellas clases terapéuticas, decidí que esta distancia que hora aumentó será proximidad, y que la voz y el sonido del hombre al que le gustaba escuchar más que hablar, su humor tan particular, su oreja atenta, sus enseñanzas que siempre trascendieron la música, los consejos del maestro que si no hubiera sido músico habría sido astronauta y jamás militar, me acompañarán siempre.
    Adiós, Enrique. Y gracias por las lecciones de tantas cosas.

  3. El jazz en su Río Cuarto natal, sintió su partida a Bs As. Pero nos alegramos cuando teníamos noticias suyas, y por lo bien qué pudo transmitir su talento, en un medio tan exigente. Guardo gratos recuerdos de nuestras tocadas, en tus comienzos. Abrazo al cielo, estimadisimo SEÑOR TROESMA «ENRIQUE NORRIS»

  4. El jazz en su Río Cuarto natal, sintió su partida a Bs As. Pero nos alegramos cuando teníamos noticias suyas, y por lo bien qué pudo transmitir su talento, en un medio tan exigente. Guardo gratos recuerdos de nuestras tocadas, en tus comienzos. Abrazo al cielo, estimadisimo SEÑOR TROESMA «ENRIQUE NORRIS»

  5. Enrique fue el primero de los grandes que empezó a venir a la jam! y fue una fiesta… su espiritu generoso siempre estuvo cerca de las nuevas generaciones… y fue un gurú para todes nosotres… que escuchábamos absortos cada nota de sus solos… todo lo que tocaba lo hacía con una profundidad y un swing que salía de su fliscorno mágicamente. Gracias Enrique por tanto!!! Aquí seguiremos tu fuego!

  6. un gran amigo de lulo y de haber compartido el almuerzo de todos los domingos mientras permanecimos en BS AS……como yo le decía mi único amiguito hombre …..muchos recuerdos después que falleció lulo cosa que le cayó muy mal no pude comunicarme más ….no sé si habría cambiado teléfono o celular y no me pude contactar más…..lo cual me dió mucha pena hasta siempre amiguito!!!!!

  7. Enrique,.te fuiste demasiado pronto la primera trompeta que tuvo en sus labios fue la mia aquí en Rio Cuarto, vola alto Enano, que Dios está ansioso de escuchar buen Jazz

    • Enrique tus clases han sido enriquecedoras de conocimiento tus ejemplos al piano y a la trompeta, me sirven muchísimo, gracias aparte por ser una enorme persona , humilde, virtuoso, un abrazo y buena gira .. hasta siempre

  8. El querido Enrique, la primer trompeta que se puso en la boca fue la mía, aquí en Río Cuarto, vola alto Enano Dios tenía ganas de escuchar buen Jazz hasta pronto amigo

  9. Querido Enrique, no tuvimos muchos encuentros, pero esos pocos que tuvimos, siempre me dejaron vivencias únicas e inolvidables! Me dejaron huella. Tu sensibilidad, tu ternura, tu bondad y tu inteligencia eran muy personales y por consiguiente únicas. Llenas de profundo respeto hacia todo lo que nos rodea.
    Fuiste ejemplar en muchos aspectos, fuiste enriquecedor constante, tu sola presencia era enriquecedora, y lo que emanaba de tu música era conjuntamente enriquecedora. Fuiste un creador fuera de todo alarde!!
    Muchísimas gracias, se te va s extrañar y mucho, QEPD y te doy ese abrazo eterno!!
    Gustavo.

    • Encuentro algo desafortunado el título de esta nota: «El jazz es más triste hoy». Acaso el jazz es triste? Por el contrario, lo encuentro alegre, vital, comunitario, tímido o arriesgado, juguetón, cantable, bailable e insustituíble. Nosotros, los mortales, somos quienes solemos pasar por momentos de introspección necesarios y respetuosos frente a las partidas físicas de nuestros queridos que no dejan de ser trascendentes en el mejor de los sentidos.

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