Hace seis años Ada Rave y Nicolás Chientaroli, dos de los más activos impulsores de la improvisación libre en el país, hicieron las valijas y partieron hacia Europa. Se radicaron en Amsterdam, con más ilusiones que contactos, y comenzaron la ardua tarea por ganarse un lugar en la movida local. Hoy, con varios discos grabados, algunos de ellos a su nombre, con proyectos conjuntos y participaciones por separado. Ada y Nicolás son reconocidos dentro de la exigente escena europea, que valora su talento y originalidad.
Fotografías: Luis Suarez / Fr
¿Con la experiencia de estos años, cómo describirían la escena de la libre improvisación en Amsterdam?
Nico. Es realmente muy interesante. Hay gente de mucha experiencia, que hace muchos años viene tocando, y además toda una nueva generación que comienza a profundizar en esta música. En los grupos que se forman conviven estos músicos. Tenés gente con mucha experiencia, que se ha formado viendo a (John) Coltrane, como el contrabajista Raoul van der Weide, con el que hemos hecho muchas cosas juntos y además músicos muy jóvenes que salen de las escuelas y comienzan a trabajar y profundizar en la improvisación.
¿Las escuelas allá enseñan estas corrientes?
Ada. No, para nada. Actualmente te diría que llegan al bebop y no pasan de allí. La educación se ha vuelto más conservadora en los últimos años, a partir de los 90. Antes estaba Enseñando allá Michael Moore, y eso garantizaba otra apertura. Pero ya no está más. Comenzó a trabajar “la policía del jazz”….y todo fue para atrás…El conservatorio allá es muy conservador.
Nico. También estaba Misha Mengelberg, que era el ícono holandés de la impro junto a Han Bennink, el baterista. Pero eso se fue perdiendo. Los chicos que salen del conservatorio no tienen una formación en esto, y la buscan por sus propios medios, yendo a los conciertos y tocando. Se aprende más desde la experiencia, tratando de juntarte con la gente que te interesa. Lo que si hay son workshops. Nosotros participamos de uno ni bien llegamos. Lo coordina Bennink con un grupo de profesores que va rotando y cambiando año tras año.
Si bien estamos hablamos de música ¿en qué medida fue o es un escollo para ustedes un idioma tan difícil como el holandés?
Ada. No es sencillo, pero el inglés funciona. Nosotros nos comunicamos así con los músicos que fuimos conociendo. Tené en cuenta además que en Amsterdam hay mucha interacción con otras ciudades europeas, como Berlín por caso, donde hay una fuerte corriente de free jazz y música improvisada. Hay muchos músicos europeos que vienen a tocar a Amsterdam y se da un ida y vuelta muy interesante.
¿Fueron bien recibidos desde un comienzo?
Ada. Si, desde un inicio nos han recibido bien. Comenzamos a tocar al poco tiempo de haber llegado. Teníamos algunos conocidos cuando llegamos, como Natalio Sued, Marcos Baggiani y Guillermo Celano, que llevaban muchos años allí. Pero bueno, tampoco es todo tan sencillo y con eso sólo no alcanza. Hay que hacerse ver y tocar y tocar. Obviamente si hacés jazz o música improvisada y venís de los Estados Unidos te reciben de una manera. Si venís de la Argentina, es claramente distinto.
Siempre que se habla de estos países como Holanda o Suecia, se comenta con asombro que hay subsidios para este tipo de música. ¿Esto es tan así y ustedes tienen acceso a ese tipo de beneficios?
Nico. Si hay subsidios, pero principalmente son para los músicos nacidos allí. No es sencillo tramitarlos cuando no sos de ahí, ni manejas el idioma. El holandés es un idioma muy difícil. Nosotros ya hablamos algo, luego de seis años de estar allá, pero no de una manera tan fluida como quisiéramos y tramitar esas cosas se hace complicado. Yo obtuve un pequeño subsidio para un ciclo que estuve haciendo allá y eso me permitió tener algo de dinero para pagarle a los músicos y para la logística, pero los subsidios para proyectos más grandes, que involucren una banda, un teatro, giras o conciertos están bastante limitados a los músicos locales.
Cuando dejaron Buenos Aires había un estado de cosas que no difiere mucho de lo actual. Pocos lugares donde tocar, enormes dificultades para poder editar los trabajos. ¿Con qué condiciones se encontraron cuando llegaron allá?
Nico. Bueno, esta no es una música masiva, ni en Argentina ni en Holanda. Pero hay lugares donde tocar. Hay intercambio entre los músicos y también posibilidades de grabar, Claro, no hay grandes sellos interesados en la libre improvisación. Pero sí se da mucho de que los músicos más experimentados tengan sus propios sellos. Y si bien sólo editan lo que ellos hacen, hay muchos músicos participando en eso. Nosotros hemos tocado en varios discos de otros intérpretes. Y eso está muy bueno.
Ada. Si, y lo que está muy bueno también es que conviven bien músicas diferentes. No es que hay una fecha en un local en donde sólo se toca bebop o free jazz. Puede haber un set con un grupo que haga free y a continuación otro que haga libre improvisación, y eso no causa extrañeza ni asombro. Se lo ve como algo natural. Distintas maneras de expresar la música, que bien pueden compartir una misma fecha y un mismo lugar.
Repasemos más en detalle lo que hicieron en estos años afuera. Nico, vos lo último que habías grabado acá fue “Viajeramente”. ¿Qué hiciste a partir de entonces?
Nico. Si, lo último que hice en la Argentina fue “Viajeramente” en 2012. Luego allá pude integrar varios grupos, tener los mios propios y grabar algunos discos con ellos. Hicimos también algunos proyectos junto con Ada, En 2015 por ejemplo editamos “The Moonlight nightcall”, en el que hacemos libre composición con Raoul van der Weide en formato de trío. En ese mismo año grabé también “Cada fuego es el primero”, un disco de piano solo con improvisaciones.
También sos parte de un grupo más grande, un septeto…
Nico. Si. Zwerv. Con el que grabamos “Músic from any moments”, en 2017. Un disco muy lindo con un grupo super interesante. Ahora estoy muy entusiasmado con mi propio trío, piano, saxo y batería, con Ono Govaert y Ab Baars, con el que en abril próximo vamos a participar como invitados en un festival en Austria.
¿Y vos Ada?…actuaste y grabaste mucho, incluso con tu propio trío o en otras formaciones, como la de Kaja Draksler
Ada. Si. Con el trío que tengo junto con Nicola Hein en guitarra y Wilbert De Joode en bajo grabamos sobre el final del 2015 “The sea, the storm and the full moon”, con música compuesta por los tres. Es un grupo que me gusta mucho, Hein es un guitarrista muy creativo, toca sin pedales, pero produce un sonido muy interesante. También grabé con el Blue Lines Sextet. Yo ahí toco soprano y tenor y clarinete. Es un grupo muy interesante, con Bart Maris en trompeta, Wolter Wierbos en trombón, Michiel Scheen en piano, George Hadow en batería y Raoul, de quien ya hablamos, en contrabajo. Hicimos un disco en vivo, en The Bimhuis, con temas de Michiel, un par de composiciones de Charlie Haden y Charles Mingus y mucha improvisación.
¿Y con Kaja Draksler que hacés?
Ada. Estamos haciendo cosas muy interesantes con Kaja. Ella es una pianista eslovena, muy reconocida en Europa. Yo estoy en el octeto que ella dirige y con el que hacemos música con mucha improvisación. Con ese octeto el año pasado grabamos el disco “Gledalec”, que tuvo muy buenas críticas en Europa y participamos del October Meeting en 2016.
En la crítica del disco, el portal All about jazz, asegura que tu solo en “and here who there who” es “una fantástica explosión de free jazz”. Es un interesante elogio.
Ada. Es un disco que yo disfruté mucho. Con Kaja también participamos de un cuarteto, que incluye a Susana Santos Silva, la trompetista que seguro conocerás y la saxofonista Mette Rasmussen. Con ellas estuvimos el año pasado en el Silesian Jazz Festival.
¿Y que se imaginan para los próximos años. Se quedarán allá o evalúan regresar?
Ada. Bueno, ese es el tema que estamos analizando hoy. Fuimos padres en estos últimos años y nos gustaría que nuestro hijo crezca y se eduque acá. Si bien Lucero nació en Amsterdam, a partir de entones nos hicimos un replanteo. Estar allá es fenómeno. Si querés hacer una experiencia, vivir esa aventura está genial y es muy recomendable. Pero la verdad es que nosotros no nos vemos envejeciendo allá. Quizás esto sea muy argentino, pero la verdad es que te cuesta ceder tu parte cultural..
Nico. Además…una cosa es el ambiente de los músicos y otra la sociedad en general. Los músicos son super copados, con una mentalidad amplia. Casi la mitad viene de otros lados, ya que hay muchísimos músicos extranjeros viviendo en Holanda o yendo y viniendo. En cambio la sociedad es muy conservadora en muchos otros planos.
Ada. El holandés, sobre todo el del interior del país, es muy conservador, protestante y calvinista. No es una sociedad tan fraternal como la nuestra. No estoy diciendo que sea mala gente, sino que son así culturalmente, más distantes. Y cuanto más vas al norte, peor es. Y todo eso pesa de otra manera cuando tenés un hijo. Porque tenés que integrarte con los padres de otros chicos, fuera de tu ambiente y allí es cuando comienza a complicarse. La verdad es que nos gustaría que Lucero crezca aquí, con su familia, con sus abuelos, sus primos…allá eso no existe para él. Y es algo a lo que también hay que prestarle atención.
Pero no sería algo inmediato…
Nico. No. No sería algo inmediato, porque allá tenemos muchos proyectos todavía por delante. Queremos seguir haciendo cosas. También, por otro lado pensamos, que si volvemos a radicarnos en Argentina, podríamos regresar cada tanto a Holanda para seguir trabajando con los contactos que hemos hecho en estos años.
Ada. Pero además sabemos que aquí también hay un camino por recorrer, para fortalecer la escena de la impro libre, que está un poco dispersa. Acá no hay una comunidad unida y hay que trabajar para hacerla.
¿Cuándo hablás de comunidad unida a qué te referís puntualmente?
Ada. Todos somos siempre más amigos de unos que de otros o somos parte de pequeños grupos. Esto en la música es muy común y sucede también en Europa. Allá también tienen diferencias de opiniones, de preferencias, hay gente más amiga o menos amiga, pero se mezclan y hacen cosas juntos. Y los que hacen impro también tocan jazz y nadie los juzga. No hay un muro divisorio. Eso no siento que pase acá. Y es una pena, porque si pudiéramos interactuar, compartir fechas, escenarios, espacios o lugares de enseñanza; todos ganaríamos, incluso el público, porque mejoraría mucho la escena.
Ada Rave. Nació en 1974, en Comodoro Rivadavia. Su conexión con el saxo se dio a los 11 años cuando escuchó “The Dream of Blue turtles” y “Bright on the Night” de Sting con Branford Marsalis. Estudio en el EMPA y el Manuel De Falla, pero adhiere a la improvisación libre tras el encuentro con músicos como Enrique Norris, Carlos Lastra, Wenchi Lazo y Rodrigo Dominguez. Sus discos “argentinos” son: Proyecto Orgánico Rave: Los Ritos de Sueño (2008 independiente); Ada Rave Cuarteto: La Continuidad (2012 PAI Records / Pan y Rosas Discos); Espinal / Rave / Chientaroli / Vitale: Relatos de Terodáctilos (2013 Pan y Rosas Discos).
Nicolás Chientaroli. Nació en Buenos Aires, en 1982. Estudió con Ernesto Jodos, Enrique Norris y Susana Kasakoff. Además de compartir proyectos musicales con jóvenes de su generación, tocó con figuras destacadas del ámbito local. Lideró el grupo La Gran Cena, que completaban Enrique Norris (corneta), Pablo Puntoriero (saxo alto), Ada Rave (saxo tenor), Juan Manuel Bayón y Carlos Álvarez (contrabajos) y Sergio Verdinelli (batería). Grabó dos discos junto a Carlos Álvarez (contrabajo) y Hernán Rodríguez (batería): La música está prohibida (2008), La casa caliente (2011) y Viajeramente (2012), con Carlos Alvarez y Sebastían Groshaus-