Hace unos meses Adrián Iaies sorprendía con “La paciencia está en nuestros corazones”, nacido del Colegiales Trío que lo une por primera vez a Facundo Guevara y Diana Arias. Ahora, con “Madera, cuero y unas campanas”, Iaies reafirma su veta folclórica con zambas y chacareras de propia factura. “Quisiera que pudiéramos tocar muchos años con este grupo”, dice. En paralelo suma un tercer disco a su catálogo personal, esta vez en dúo con Arias y un puñado de nuevos temas que lo regresan al territorio de la canción jazz.
Comencemos con “Cada vez que (siempre) brillas”, en dúo con Diana Arias. Tu último trabajo de piano contrabajo había sido “Conversaciones desde el arrabal amargo”, el disco doble que hiciste en con Horacio Fumero en 2012. ¿Qué te motivó a regresar a ese formato?
Ese con Horacio es un disco que yo quiero mucho. Es un muy buen disco en mí consideración, y Horacio toca con una intensidad tremenda, pero es de tangos mayormente, salvo alguna excepción. Y yo hace rato que quería hacer un disco de piano y contrabajo con canciones de jazz (aunque no se trate de standards sino de música original), como Dios manda. Es uno de los formatos que más disfruto. Como oyente sobre todo. Tengo muchos discos de piano y contrabajo, tengo muchos de pianistas en ese formato, porque me encanta. De hecho, el tema que da nombre al disco lo escribí dedicado a Steve Kuhn, un pianista bastante underrated, en mi opinión. Y que era un gran tocador de dúos. Principalmente para cierto tipo de repertorio el dúo funciona muy bien. Por suerte este con Diana funcionó maravillosamente. Pensá que lo hicimos en sólo una sesión. Diana es ideal para este tipo de proyectos. Está siempre atenta. Y tiene un nivel de solidaridad y concentración a la hora de tocar que se agradece y se disfruta.
¿Por qué es sólo una sesión?
Porque estábamos grabando el material del segundo disco del Colegiales Trío y aprovechamos una sesión para hacer esto. De hecho ninguno de esos temas lo habíamos hecho alguna vez en vivo. Toda es música bastante nueva que yo llevé, lo ensayamos un par de veces con Diana y lo grabamos. No habíamos tenido hasta allí la posibilidad de probarlo en vivo. Recién el otro día tocamos en Vinilo “Apenas en el sendero”, algo que escribí dedicado a Haden. Cada tema del disco tiene una dedicatoria.
Es decir que no son temas que descartaste para el Colegiales, sino que fueron compuestos especialmente para el dúo.
Exacto. Ninguno de esos temas es para el Colegiales. Básicamente porque el Colegiales requiere de los tres. Y porque el repertorio de “Cada vez que (siempre) brillas” no tiene ningún guiño de tipo folklórico. Eventualmente, una vez que lo grabamos en dúo, podríamos buscarle una vuelta y arreglarlo para el trío. Pero en origen, son temas compuestos para el dúo piano contrabajo.
En cuanto al trío, este segundo disco del Colegiales se advierte más folklórico que el primero…
A mí me gusta que un disco tenga una idea muy definida y muy homogénea. Un concepto. Y de hecho este segundo disco del trío es muy diferente al primero. Se nota la diferencia. Se nota que estuvimos tocando juntos. Ganamos en confianza y conocimiento mutuo, entre los tres. Es más folklórico, si claro. Va más al “hueso” del asunto.
Posiblemente menos jazzero…pero más grupal. ¿Cómo lo sentís vos?
No es ni una pizca menos jazzero que el primero. Los dos son discos de jazz desde el nivel y la cantidad de improvisación que hay. El balance entre improvisación y forma. Pero es cierto que en el primero los temas están como más cerrados y de hecho no es tan folklórico. Y si, este es más grupal.
¿Qué expectativas tenés con el Colegiales Trío?…se te ve muy entusiasmado.
Totalmente. A mí me gustaría estar muchos años con este grupo. Tengo esa expectativa. Me gustaría que pudiéramos tocar muchos años. Y por eso pienso que es importante tener un plan estratégico con respecto al repertorio. A la manera en que te acercas a cierta música. Y a partir de eso, cómo abrís el juego. Por todo eso, sé muy bien que un tercer disco del Colegiales sería diferente a los dos anteriores. Por otro lado, un grupo se sostiene por la música hasta por ahí. Eso es lo más importante. Pero deben pasar otras cosas. Y nosotros nos divertimos mucho juntos, tuvimos ya la chance de hacer varios viajes y vienen otros. Nos gusta pasar tiempo juntos, cambiar ideas, incluso los ensayos son muy activos en ese sentido. Yo creo que, finalmente, todo eso que en principio es extramusical “suena”.
¿Y cómo te imaginás ese tercer disco del grupo?
Yo creo que el tercer disco va a profundizar justamente todo esto que ya se observa en el segundo. Seguro que vamos a trabajar formas aún más abiertas. De hecho, los temas nuevos que estamos ya ensayando son caminos más abiertos. Vamos a profundizar el trabajo grupal…porque yo realmente me propongo que el Colegiales sea un grupo. Yo llevo la música pero una vez que la comparto al resto es música del trío. Las opiniones de Diana y Facu son muy importantes. Y ninguno de los dos habla al pedo nunca.
Decías que siempre quisiste tocar con Facundo. El viene del lugar hacia el que vos vas. El folklore es su voz, su expresión y tiene mucha experiencia en eso.
Si, el viene de ahí. Y tanto Diana como yo tenemos que aprovechar esa experiencia. Nosotros estamos yendo a jugar de alguna manera en su cancha, en su territorio. Y eso es muy enriquecedor. El segundo tema del disco “La Chango Farias Juarez” es una chacarera que yo escribí dedicada justamente a esos dos próceres, el Chango Farías Gómez y Manolo Juárez. Facu y yo fuimos sus discípulos. Es retomar un camino que tiene un link con ellos. Pero, por otro lado, hay un proceso inverso que es tranquilizador. Aunque el trío toque en algún momento un Rhythm changes o un tema up tempo en 4/4 Facu lo va a hacer sonar diferente.
Entre la grabación del primer disco y el segundo pasaron sólo dos o tres meses y sin embargo el concepto del grupo evolucionó y es mucho más claro…
Si, totalmente. Pero tené en cuenta que entre uno y otro tocamos mucho. Si bien pasaron dos o tres meses como decís, en ese lapso trabajamos mucho, ensayamos, hicimos shows. El grupo se va afianzando. Además es toda música muy nueva, pensada para este grupo. La del segundo disco principalmente. Música que cuando fue grabada no tenía ni un par de meses en el mejor de los casos. Y a diferencia de lo que ha sido una constante en mí que es administrar varios proyectos a la vez, esta vez estoy enfocadísimo en este trío. No quiere decir que no vaya a hacer otras cosas, tengo en mente otro disco de dúo con Mariano, tener un grupo mas jazzero -en el sentido más convencional de la palabra-, con algunos músicos jóvenes que me encantan, etc. Además Diana se nos va afuera un mes y medio porque se ganó una beca importante. Y no quiero quedarme parado. Pero ni mayor atención está puesta en esto. Me he vuelto con el Colegiales como uno de esos tacheros de antes con su carro. Lo cuido, lo lavo, estoy pendiente de cualquier detalle. Lo fileteo y estoy orgulloso de mostrarlo lo más que se pueda. Me hace acordar a mi abuelo con su Rambler Clasicc….
Antes de grabar estos discos del Colegiales estuvieron actuando en Sudáfrica. ¿Eso marcó en algún sentido al grupo?
Nos pasó con el trío algo bastante inusual. Tuvimos dos viajes importantes a destinos que no son tan frecuentes cuando vas a tocar afuera. Fuimos a tocar a Sudáfrica y a Cuba. Y yo ahí pude palpar en vivo y en directo la importancia que la música tiene para esas sociedades. Está claro que la música tiene importancia en cualquier sociedad del planeta. La música sostiene el universo. Y cuando uno va a tocar a Europa se advierte esto de la gran cultura, el apoyo del Estado y todo eso. Pero cuando vas a lugares como Cuba o Sudáfrica, ves que la música es importante en un sentido más básico, más profundo. La música huele a tierra.
No es solo consumo cultural. Está arraigada como esencia de la vida cotidiana…
Si. La música está presente todo el tiempo. Mirá, estábamos en Sudáfrica y una noche escuchábamos todo el tiempo música que venía desde afuera. Yo pregunté que era y alguien me dijo que era un funeral y que la gente en los funerales baila y canta. Lo mismo que en los nacimientos. La gente recibe y despide a alguien de la misma manera. Con música. Y además te das cuenta cómo reciben la música que uno lleva.
Y en Cuba también…
Ni hablar. En Cuba hay música todo el tiempo. En las calles, en los bares , la gente toca en los malecones, no tienen nada but the music…Se dio de casualidad que estaba de vacaciones allá Sebastián Loiácono y charlando me dice ‘¿te diste cuenta que no hay nadie que toque mal acá?’…y tiene razón. Nadie toca mal. Nos fuimos un martes a la tarde con Diana a una especie de club de barrio en el medio de un barrio detonado y tocaba el Septeto Habanero. A las 5 de la tarde!!, y estaba al mango de gente, los viejos esos re capos tocan todas las semanas ahí. A las 5 de la tarde!!! Entonces te das cuenta qué importante es para ellos la música. Están hablando en su propio idioma y esa música es de ellos. Y esto es lo que me pasa ahora a mí con el Colegiales. Me doy cuenta que estamos tocando una música que habla de nosotros. O sea, mi obsesión con todos los discos que hice fue siempre hablar de mi vida, contar mis cosas, yo me cuidé de no hablar por boca de ganso ni cuando grabé “Everything happens to me” o “Soul eyes”, pero este trio huele a tierra mojada.
Lo que no va en desmedro de otro tipo de música que hagas de aquí en más …
No, claro. Esto no quiere decir que a mí no me guste tocar otras cosas. Que no me guste tocar o componer jazz. O que no esté pensado en otros proyectos…en algún trío más jazzero, en volver a hacer un disco con Mariano Loiácono y tantas otras cosas. Pero si me doy cuenta de la potencia que tiene la música cuando hablás no solo de tu propia vida sino que ese relato tiene un encadenamiento al lugar en el que creciste y vivís. A mí me impactó la potencia con la que hablan los músicos en Sudáfrica o de Cuba. Y la fuerza con la que la gente de allá recibe y disfruta de esa música. Te diría que de alguna manera esos fueron viajes iniciáticos para nosotros.
Pero vos nunca fuiste ajeno a lo que estás contando. Estudiaste con Manolo Juárez, un músico que tiene raíces muy firmes sobre esta geografía, y además tocaste tango mucho antes de estas experiencias folklóricas con el Colegiales…
Si, tengo una historia con la música argentina. Tuve tríos donde hice tango. Grabé a dúo con Roxana Amed…hay algo de Gardel allí, del Cuchi Leguizamón… tuve el dúo con Liliana Herrero con quien viví algunos de los momentos más emocionantes posibles sobre un escenario y fue ella quién me enseñó cómo se toca la música del Cuchi, hice el dúo de tangos con Horacio Fumero. ¿Pero sabés cuál es la diferencia? Una cosa es cuando vos tomas, por ejemplo, “Desde el alma” y lo aplicás a un trío de jazz usando la melodía y la forma para improvisar sobre eso. Y otra muy distinta es cuando vos desde cero compones una chacarera o una zamba. Es otra cosa. Y eso es algo nuevo para mí.
Llevas tantos años y tanta producción como compositor, que llama la atención que esta sea la primera vez que escribís zambas y chacareras. ¿Por qué crees que se dio ahora y no antes?
Si, es la primera vez. Es increíble y sobre todo después de haber estudiado con Manolo. Pero nunca lo había hecho. Yo creo que tiene que ver con haber encontrado la gente justa. Yo busqué a Facundo. Yo armé este grupo solo para tocar con él. No es simplemente pensar “ok, quiero armar un trío donde el pulso lo lleve el bombo legüero o el cajón peruano, voy a buscar a alguien”, no. Yo armé este grupo para darme el gusto de tocar con Facu, Y no es sólo porque es un amigo y lo adoro. Hubo en mi una cierta especulación egoísta. Yo sabía que Facundo me iba a dar lo que yo necesitaba y me estaba faltando. Que con él iba a llegar más profundo. Toda la música que yo escribí para el Colegiales la hice con la ilusión de que a él le gustara. No jodamos, yo estoy compartiendo trío con el mejor tocador de bombo legüero del mundo. ¿Se entiende?
Una de las características reconocibles en vos como compositor es la manera en que privilegias la melodía. ¿Cómo incide eso cuando lo que estás componiendo es una chacarera, una música que tiene un componente rítmico tan fuerte?
Sí, pero la melodía está siempre presente. Y eso también es un desafío. Yo sigo escribiendo a partir de la melodía. Cuando tarareas la melodía ya tiene ese filo, la chacarera está presente, se intuye. Para mi es importantísimo eso. Pero también es cierto que tenés que pensar en el ritmo y en todo eso combinado. Por eso también el bombo legüero es la estrella del disco y además le da nombre al disco: Madera y cuero es el bombo y es el cajón.
Recién hablabas de Facundo y tus ganas de tocar con él. ¿Pero cómo aparece Diana Arias?
Bueno, ella no estaba en el primer Colegiales. Fue una recomendación de Mariano Loiácono. Mariano es siempre alguien a quien consulto. Es un tipo muy sabio, además de ser mi gran amigo. Y yo creo que es la contrabajista ideal para tocar con Facundo. Ella viene de Cali, que es la capital mundial de la salsa. Los padres son músicos y ella toca música colombiana desde los 10 años. Así que ella tiene muy claro cuál es el rol básico del contrabajo y lo respeta y lo asume con autoridad. Pero también estudió música clásica, tocó en orquestas y a partir de allí desarrolló una técnica y una afinación increíble. A esto sumale que viene a Buenos Aires a tocar jazz y ya lleva ocho o nueve años tocando jazz. Siempre la molestamos un poco con Facu, ella está condenada a ser una estrella de la música, a pesar de sí misma. Diana está llena de talentos y virtudes empezando por un don clave: tiene una curiosidad infinita. Nada le es ajeno. Todo le interesa. Y es una persona solidaria.
Pero además de las individualidades, en este caso indiscutibles, está la cosa grupal. Más allá de conocimientos, experiencias y talentos, el grupo tiene que funcionar…
Claro. Pero acá se dio también algo en relación con lo que vos decís y que para mí es clave para que el proyecto funcione: nos divertimos. Ellos son dos personas increíbles. Diana es muy responsable. Muy seria, muy cuidadosa de las formas. Y Facundo, además de un amigo, es un genio. Y cuando quiere es un deforme. En ese sentido somos parecidos.
Si vos liderás un grupo, elegís a los integrantes y componés su música ¿pensás en gente que se adapte o se encuadre entu propuesta, en tus temas, o la elección pasa por otro lado?
Yo nunca tengo la idea de que alguien tenga que adaptarse a mi música. Eso sería una postura egocéntrica. Y tomarse tan en serio a uno mismo es un perno, es aburridísimo. Yo creo en cambio que la música que escribís tiene que tener la suficiente solidez como para que la pongas sobre la mesa y un músico talentoso pueda hacer algo con ella. Si la música que yo escribo es lo suficientemente buena, es lo suficientemente sólida, tiene que soportar distintas lecturas. Si sólo soporta la lectura del autor, hay un problema. Es casi una idea fascista. La idea del discurso único. Pero además sería ridículo: imagínate escribir una zamba y decirle a Facundo lo que tiene que tocar, sería un nabo…, Yo tengo que elegir los músicos con los que quiero tocar. Tengo que pensar por que los elijo y los deseo. Y una vez que los elegí, tengo que dejarlos que lleven la música a otro lugar. Lo mejor que me puede pasar es que me sorprendan. Y por suerte eso es lo que pasa en el Colegiales.