Como para tantos otros músicos de su generación, para Daniel Messina los años 90 no fueron los mejores para construir sueños. Entonces un día el batero nacido en Lanús decidió jugarse el todo por el todo y sin saber el idioma y sin conocidos, emigró a Alemania. Allí reescribió su historia. Y así lo recuerda 20 años después…
Entrevista: Fernando Ríos
¿Qué fue lo que te motivó a emigrar y porque la opción fue Alemania?
La decisión no fue fácil, nadie quiere irse a otro país. Primero pensé irme a Estados Unidos, pero la opción de viajar a Europa fue la más accesible. Aunque se nunca me hubiera ido de Argentina si muchas de las cosas que intenté en aquel momento hubieran tenido cierta contención. Porque el sueño de todo músico es vivir en su propio país y, salir de gira, pero volver a casa. No es una historia muy diferente a la vivieron muchos otros músicos..
¿Cómo fueron tus comienzos, conocías a alguien?
No, es otro país, otra cultura, y otro idioma, que yo no conocía. Llegué al comienzo del invierno en 1991. Viví temperaturas de 20 grados bajo cero que tampoco conocía. El comienzo fue incierto. No sabía cómo y por dónde empezar. Pero tuve surte. Una vez poniendo un volante en un boliche, algo asi como “baterista argentino se ofrece para banda”, llega un tipo que se llama Juergen Waidele. Eran las 10 de la mañana y por el aspecto pensé que era el cocinero del lugar. Y no, era un tipo que es una especie de Al Jarreau del sur de Alemania, muy conocido. Un musicazo. Bueno, me pasó el teléfono de un par de personas y así empecé a conectarme con otros músicos.
Al poco tiempo de estar allí ya dabas clases en Stuttgart.
Si. Cuando ya más o menos hablaba el idioma empecé a llamar a escuelas de música para ofrecerme como docente. Pero de repente en una revista de bateristas veo que en Stuttgart se inauguraba una escuela de batería llamada Drum Department, así que llamé y mandé un demo. Al mes me llamaron para una entrevista. Desde el comienzo doy clases ahí. Ahora es una de las escuelas más importantes de Alemania.
También estuviste en la banda de Bárbara Dennerlein. ¿Podés situarla para quien lo la conoce?
Ella ya tenía una trayectoria muy importante aquí, había tocado y grabado con Friedrich Gulda, un gran pianista de música clásica y Jazz de Austria. En el momento en el que yo ingresé a ese proyecto, Bárbara Dennerlein venía de grabar con Dennis Chambers, Randy Brecker y Don Alias. Ella fue en su momento la exportadora nº 1 del Jazz de Alemania. Al principio ella sólo tocaba Swing, pero en esos años empezaba a fusionar estilos, tomando influencias rítmicas muy variadas, con sonidos más modernos. Eso facilitó mi entrada al proyecto.
¿Qué significaron esos años, desde lo humano y lo profesional?
En aquel momento significó un paso muy importante para mí. Después de estar tres años en Alemania. Con el idioma que es súper difícil y extrañando Argentina al mango, esto fue el gran golazo y premio merecido a todo el esfuerzo hecho hasta entonces. A nivel profesional, una gran experiencia. Toqué en varios países, clubes como el Blue Note de Tokyo, festivales increíbles donde compartí escenarios con gente que años atrás conocía de discos.
En 1996 formás tu banda con composiciones y arreglos propios. ¿Cómo se “cuela” allí lo argentino?
Lo argentino, lo sudamericano, en mi música está siempre presente, parte primero desde el ritmo y muchas influencias de nuestra música popular. Ese tipo de cosas los músicos alemanes en parte no las conocían, pero son cosas por las que están muy interesados. El resultado es siempre muy interesante cuando se trabaja con gente que tiene tan buen nivel.
¿Cuántos discos editaste con tus grupos?
En Alemania edité cuatro discos con mis bandas: “Solo en Europa”, “Imágenes”, “El sol sale”, “Buenos Aires Affairs”. Ahora estamos grabando el quinto, que va a ser distribuido por !Tunes y Amazon. También con Quique Sinesi hicimos el CD “Prioridad a la emoción” y luego toqué en “The Beat goes on” en trío con Wolfgang Schmid, que fue bajista en la banda de Billy Cobham. El proyecto con Wolfgang sigue. Tenemos algunos conciertos el año próximo. La intención es grabar tambien un CD, pero aún no es concreto.
En 2002 creas tu propio sello discográfico, Mulatina Records. ¿Es común eso en Alemania?
Si, acá es bastante normal que un músico tenga su propio sello y edite sus discos. Es decir, en vez de editar con un sello chico, donde no sabes qué pasa con tus producciones, tomás la responsabilidad directamente. Es más trabajo pero a la larga menos estrés. Ahora, por ejemplo, recuperé el derecho de dos de mis discos que pienso pronto remasterizar y reeditar.
En estos años recorriste el mundo. Más allá de la universalidad del jazz, ¿qué diferencias encontrás en los distintos países?
Mirá, cuando salgo de gira y el tiempo lo permite pregunto dónde hay Jam Sessions, para ver a la gente del lugar y si es posible tocar con ellos. Es realmente algo muy interesante. Los alemanes hablan del jazz europeo, jazz brasileño, etc. Pero creo que la diferencia fundamental es lo rítmico en principio y la influencia de las corrientes folklóricas clásicas de cada país, desde lo sociocultural-político, todo eso creo que suma.
¿Por allí pasaría también la esencia del jazz argentino?
Si claro. El Jazz argentino para mi tiene que ver con ritmos nuestros, del tango, del folklore. Del Jazz se toma la idea de la improvisación, la variante armónica, la interacción, pero como digo, sobre ritmos nuestros y usando toda la riqueza en variantes que esos ritmos tienen. Creo que aún hay mucho por descubrir y los vamos a hacer porque en Argentina hay un nivel de músicos buenísimos, llenos de pasión. Y ahora que lo digo, no sabés las ganas que me dan de tocar con ellos!!!
Para saber más de Daniel: www.danielmessina.de