En 2011 Escalandrum grabó el disco que sería un antes y un después en su extensa carrera: el Piazzolla plays Piazzolla, que llevó a las vitrinas del jazz el único Gardel de Oro de su historia. En los controles de aquella grabación histórica estaba el ingeniero Facu Rodríguez, hoy una presencia constante en la discografía del grupo. “Para mí más que un sexteto, Escalandrum es un sonido”, dice. Y fundamentos no le faltan.
Posiblemente Facu Rodriguez sea de esos argentinos que obtienen prestigio y reconocimiento en otras geografías antes que en su propio país. Formado en el Alchemea College of Audio Engineering de Londres, dio sus primeros pasos como ingeniero de sonido en el Roll Over Studios y luego en RG Jones Recording Studios, donde alguna vez grabaron artistas como los Rolling Stones, David Bowie o Iggie Pop. Más tarde pasó a integrar el staff de ingenieros de planta de RG Jones Recording Studios junto al célebre ingeniero Gerry Kitchingham.
Ya de regreso a la Argentina, en 2002 inaugura el Estudio Quark y en 2017 crea el sello discográfico Quark Records. En ese lapso grabó figuras emblemáticas de la música local, como Mercedes Sosa, Sandro, David Lebón, Gustavo Cerati o Los Ratones paranoicos. Pero fue a partir de Piazzolla plays Piazzolla del 2011, el primer disco que Facu grabó para Escalandrum, que se convirtió en una presencia constante en la discografía del grupo.
¿ Cómo llegaste a grabar Piazzolla plays Piazzolla para Escalandrum?
Yo tenía unas ganas bárbaras de trabajar con ellos. Obviamente los conocía como artistas y había hecho algunas cosas de manera individual. Había grabado No dogma, el disco de Mariano Sivori, y El sapo…de Esteban Sehinkman, donde conocí a Pipi que era el baterista de aquel grupo. Luego nos cruzamos en otros trabajos, porque ellos tenían mucha actividad por afuera de Escalandrum. Y finalmente me convocaron para grabar aquel disco.
A partir de allí vos grabaste la mayor parte de los registros siguientes. ¿Cómo es la dinámica interna del grupo en el estudio?
Bueno, obviamente que Pipi tiene la voz líder. Pero es un líder que da tranquilidad. El que te dice esto ya está, vamos a otra cosa o hagamos una toma más…Y vos sabés que si lo está diciendo es porque es así, porque está bien. Además está Nicolás, que arma esos arreglos increíbles. También las composiciones de Damián y el aporte de todos desde lo instrumental. Por lo general y si bien el debate es abierto, el que compuso la obra que se está grabando es quien tiene un espacio natural más amplio para sugerir, para proponer. Pero igual tienen los roles bien definidos y equilibrados. No se pisan, lo tienen todo bien acordado.
Además un sonido propio que fueron construyendo a lo largo de estos años…
Totalmente. Para mí más que un sexteto, Escalandrum es un sonido. Vos escuchas apenas una intro y ya te das cuenta que son ellos. Tienen una característica muy personal en la manera de abordar la música. Además de muy buenas composiciones y unos arreglos bárbaros. Y obviamente también son muy buenos en lo instrumental. Todo lo que te digo es opinable. Pero lo que no se puede discutir es que tienen su propio sonido.
Pareciera que esa identidad sonora, esa personalidad, se ha ido perdiendo en algunos géneros o al menos resignando terreno en manos de la tecnología. ¿Qué pensás?
Es así Por eso para mí Escalandrum es parte de una especie en extinción. Porque son los dueños de su propio sonido. No hay allí secretos ni manipulaciones. Yo los he visto tocar en muchos escenarios, pero también los vi ´a pelo´, es decir sin micros ni amplificadores. Y sigue teniendo su sonido. Es mágico. Se mezclan solos.
¿Y eso por qué sucede?
Por varias razones. Se conocen desde hace mucho. Ensayan de manera permanente. Componen y trabajan sus propios temas desde hace ya muchos años también. Todo eso tiene un peso fundamental. Y además son muy distintos individualmente. Eso también contribuye a lo que se genera grupalmente.
¿Todo eso que señalás, facilita o complica tu tarea a la hora de grabar?
Es más complicado. Hoy la forma más convencional de grabar un grupo es tenerlo separado en el estudio para poder trabajarlo individualmente. Entonces después decidís en la mezcla como ponés a cada uno. Donde los ubicás espacialmente, o cómo lo trabajás tímbricamente. Ellos en cambio graban todos juntos. Entonces para mí, como ingeniero, el objetivo cambia. El golazo es cuando lográs que lo que se está generando colectivamente en la sala se vea luego plasmado en el formato en que cada uno elija escucharlo. Sea con auriculares, en los parlantes de tu equipo o mientras manejas tu auto. Ese sonido grupal tiene que estar allí. Ese es el desafío y el logro…si lo conseguís.
¿Grabar junto a un sexteto no implica también un desafío logístico, previo a la grabación en sí?
Justamente. Una de las dificultades que siempre tenemos es encontrar el estudio indicado. Tiene que ser una sala grande que tenga un piano. Por eso cuando hicimos la experiencia en Abbey Road (foto) fue algo alucinante y a partir de allí esa necesidad se hizo más presente. En ese sentido ION, donde grabamos a partir de Piazzolla plays Piazzolla, es el lugar más adecuado para registrar eso que se genera cuando ellos tocan juntos y en un mismo espacio.
Vos grabaste figuras importantes en todos los géneros. Imagino que cada uno tiene sus características propias. ¿Cuál destacarías en Escalandrum?
Para ellos una situación ideal en el estudio es grabar sin auriculares. Ellos escuchan de aire los matices y las propuestas de cada uno. Sin nada que interfiera con eso que está pasando. Por suerte ese ambiente lo tenemos en ION.
¿Cómo es en general tu primer abordaje sobre el material que vas a grabar? ¿Hacés alguna escucha previa o todo ocurre el día de la grabación?
Con Escalandrum suelo ir a algún ensayo, también si hay fecha los veo en vivo porque ahí se suelen intercalar los temas nuevos. Lo mismo hago en el caso de los grupos de rock que ya conozco. Si es una banda que nunca escuché antes, escucho la discografía previa para saber de dónde partimos y les pido material de referencia de lo nuevo para ir armando algún mapa mental de trabajo. Por lo general suele haber mucho ensayo previo a la grabación para que el tiempo y la energía en el estudio estén enfocados en buscar la mejor interpretación de cada tema. En el caso del jazz en particular, están esos momentos mágicos e irrepetibles de la improvisación, que hacen que cada toma sea diferente a la anterior.
¿Pero no sucede que, más allá de las músicas que traigan, también están las expectativas? Algo que quieran hacer en el estudio y que no está en el demo o el show.
Seguro, por eso también solemos tener charlas previas a la entrada al estudio, para ver para donde quieren ir, qué expectativas tienen, que esperan. Me acuerdo que previo al Piazzolla plays Piazzolla Pipi había traído algunas referencias de un disco de Miles Davis que tenía la batería muy paneada. Muy sobre el lado derecho mientras el contrabajo está sobre el izquierdo, por ejemplo. Y eso estaba allí muy marcado. Pipi sugirió eso. Lo hicimos y quedó buenísimo. Fue solo en ese disco y no lo volvimos a repetir en los siguientes.
¿Qué buscaba puntualmente Pipi con ese paneo?
Nunca lo hablé con ellos. Pero te digo lo que me imaginé en aquel momento. Creo que pasaba por la ausencia del bandoneón, que acá era suplantado por los tres vientos. Pienso que Pipi sentía la necesidad que los caños fueran más protagonistas. Más centrales a nivel espacial. Y entonces el marco que contenía o rodeaba esa centralidad eran la batería y el contrabajo. Como pilares de esa estructura, con una rítmica muy potente…y Nico uniendo toda eso con el piano.
¿Qué diferencias destacás entre grabar un sexteto como Escalandrum y un proyecto en trío, como los que que hiciste con Pipi?
Son proyectos muy distintos. La diferencia más grande son los recursos que se ponen en juego. Obviamente para ellos Escalandrum es su vida y le ponen el tiempo y la energía necesarios para llegar al estudio con todo muy ensayado, muy elaborado. Luego si surge algo nuevo en el estudio es básicamente por esta química que hay entre ellos. Es como esos equipos de futbol que se conocen de memoria y de pronto te construyen una jugada que no estaba en los papeles…
Eso es desde el lado de los músicos. ¿Y desde el tuyo?
En el caso del trío hay muchos menos trabajo de preparación previo. Tal vez haya un papel con algunas pautas que los tres hayan visto, que se hayan pasado y que quizás derivó en un ensayo. Pero lo más probable es que el disco nazca en el estudio. Por eso en este caso, y respondiendo a tu pregunta, es conveniente lograr la independencia de cada uno de los músicos en el estudio. Tenerlos separados, para poder grabarlos así y que resulte más sencillo poder editar o corregir algo posteriormente. Tené en cuenta además el factor tiempo. Son discos que por lo general se graban en un solo día. Rata, el último disco del trío de Pipi se grabó en un solo día. Y son obras complicadas. Una, dos o como mucho tres tomas y siempre hay algo que corregir.
Todos sabemos que en el jazz se graba a los músicos juntos y en el rock u otros géneros se los graba por separado. ¿Es solo tradición o existe una razón técnica para esto?
En el jazz están todos juntos porque hay un manejo de la dinámica que, por ejemplo, no está en el rock. Pensá en bandas de rock que tienen vientos. Sería muy difícil grabar un saxo al lado de una batería rock. Porque el volumen que tiene la batería en el rock le pasa por arriba a un saxo. Esto no sucede en el jazz. Yo te decía que Escalandrum graba sin auriculares. Eso les permite a todos escucharse para manejar la dinámica grupal. Y que sobresalga quien tenga que sobresalir y que entre o salga quien tenga que hacerlo. En el rock no se puede, en parte por lo que te decía. Pero sí los podés grabar en simultáneo. Para eso se los separa, o en otro cuarto o con paneles aislantes, para que se puedan ver, pero no se pisen. Esto de hacerlos tocar en simultáneo es necesario, porque buscas que se genere esa dinámica del escenario, donde sí están todos tocando juntos.
La figura del productor musical, sustancial en sellos como Impulse, ECM o Columbia, es casi inexistente en el jazz argentino. ¿Te ha tocado tener que asumir también ese rol al momento de grabar?
Si. Está claro que hay un rol definido del productor musical. Una figura como decís, poco habitual acá. En el caso de Escalandrum eso está en el seno del propio grupo. Ellos son sus propios productores musicales. Saben que modificar cuando algo en el arreglo no está o no funciona como lo habían previsto. Aquí yo no entro. A lo sumo puedo dar una opinión si me la piden. Si cuento con mucha libertad para trabajar con el material una vez que terminaron las sesiones en el estudio. Puedo tomar decisiones de color, de textura o de sonido. Allí comienza mi libertad y de alguna manera es parte del trabajo de un productor. Pero me ha sucedido con otros grupos y otros proyectos, no solo en el jazz.
Alguna vez le dijiste a un cantante más preocupado por tu desempeño que por el de él: “vos ocúpate de los sentimientos, déjame a mí la técnica”. ¿Sigue común, está vigente esa obsesión en los músicos?
Más que nunca sigue vigente y es algo que tenemos que tener en cuenta quienes estamos en esta profesión. Hoy tenemos tantas supuestas herramientas mágicas, que se termina creyendo que eso es más importante que la música misma. Yo sigo insistiendo que el artista se tiene que sacar de la cabeza lo técnico y poner el sentimiento en decir lo que tenga que decir. Que interprete. Porque es verdad, tenemos un arsenal de herramientas para hacer lo que queramos. Pero por suerte no hay ninguna que produzca la emoción. Y ojalá nunca se invente.
Facu Rodriguez y los Premios Gardel
2020: Mejor Ingeniería (David Lebón – Lebón&Co)
2020: Disco del año (David Lebón – Lebón&Co)
2020: Álbum del año – Gardel de Oro (David Lebón – Lebón&Co)
2019: Mejor ingeniería (Escalandrum – Studio 2)
2019: Disco del año (Escalandrum – Studio 2)
2015: Mejor Producción (Escalandrum – Las 4 Estaciones Porteñas)
2012: Álbum del año – Gardel de Oro (Escalandrum – Piazzolla interpreta a Piazzolla)
2011: Álbum del año – Gardel de Oro (Divididos – Amapola del 66)
En 2014 y 2002 recibe una nominación al Latin Grammy como «Mejor Ingeniero» por su trabajo en Sandra Márquez «Miss Delirios» y Alejandro Lerner «Vivo».