Guillermo Bazzola fue uno de los principales impulsores del jazz que hoy se escucha en la Argentina, como promotor de cientos de encuentros y gestor de oportunidades para los más jóvenes. Radicado desde el 2001 en España, Bazzola sigue actuando y componiendo a través de distintas formaciones, con las que profundiza su búsqueda musical.
¿Cómo está el panorama del jazz en España, o particularmente en Madrid hoy?
Hay movida. Tocar se toca. Hay para todos los gustos. Lógicamente algunas corrientes van más que otras. Acá hay un interés especial por la música latina, por ejemplo, y también hay mucho lugar para música de entretenimiento. Basta mirar la programación de los clubes. Y para el jazz, está tan difícil como lo está en todos lados. Tampoco es sencillo el panorama en Nueva York…
Un fenómeno extraño, porque aficionados hay. Sigue habiendo un público que consume jazz…
Sí, pero muchas veces el tema es la difusión. Depende mucho de la publicidad que se haga. Eso influye mucho. Yo empecé a tocar en Buenos Aires en los años difíciles post Dictadura y muchas veces había muy poca gente. Recuerdo que la primera vez que salí a tocar y vi que entre el público no estaban solo mis amigos, fue en el año 93. Luego toqué muchas veces en el Jazz Club, que duró unos tres años y ayudó mucho al movimiento local. Después recuerdo que comenzó Notorious, y había otros lugares alternativos, como Malasartes, o El Taller. Había una actividad interesante, estaba creciendo en aquellos años…
¿Y te acordás del último show antes de venirte a España?
Mi última tocada antes de venir a España fue en el 2001 en Thelonious. En trío con Hernán Merlo y Oscar Giunta. Una semana antes de viajar grabé “Alas”, que se editó en 2003. Ese año habíamos generado una movida en la que estaban Luis Nacht, Ernesto Jodos, Mariana Baraj, Fernando Tarrés, Rodrigo Verdinelli…eramos La Tromba, un grupo que buscaba hacer cosas distintas, estaban Enrique Norris, Gaby Comte y Andrea Saslavsky también. Me acuerdo que un día hicimos un encuentro en el que Ricardo Piglia leyó unos textos, porque Ricardo era amigo de Luis. Luego hicimos en un loft muy grande, una antigua fábrica en Chile y Balcarce, un seminario de dos jornadas. Lo dimos Ernesto Jodos, Norris y yo. Y muchos de esos chicos que participaron como alumnos de ese seminario luego hicieron carreras interesantes. Es lo último que hice antes de venir…
¿Te acordás de alguno de aquellos alumnos?
Si claro. Estaban Paula Shocron, Mariano Otero, Francisco LoVuolo, Ada Rave, Valentín Reiners, Juan Pablo Carletti, Andrés Hayes. Había algo que se venía, se podía ver, por la calidad y las ganas de estos chicos. Pero el momento en sí estaba medio pinchado. Y yo tenía ganas de conocer Europa, de hacer una experiencia aquí y tomar un poco de aire.
¿No conocías Europa?
No. Yo había estado tres veces en Estados Unidos. Había podido tocar allá, conocer músicos, pude ver shows muy interesantes. Pero no había estado nunca en Europa. Y me vine por unos meses. Al principio me ayudaron algunos amigos, como Emilio Solla en Barcelona. Dani Pérez, el guitarrista, también. Y Gustavo Gregorio, un bajista, que me ayudó mucho en Madrid. Me reencontré con Marcelo Peralta, que era amigo mío de toda la vida. Yo me vine en noviembre del 2001 y poco después fue todo el lio del corralito y la caída del gobierno de (Fernando) De La Rúa. Yo tenía pasaje de regreso para enero. Y entonces tuve que decidir que hacía, si volvía o no.
…Y no volviste
No. Decidí quedarme. Al principio fue muy duro. La pasé muy mal. Pero de a poco comenzás a mejorar. Siempre conoces a un amigo, a un amigo de un amigo. También anduve por Holanda, para ver cómo estaba la cosa. Me junté con Natalio Sued y Marcos Baggiani que hacía poco que vivían allí. Y en Berlín con Rodolfo Paccapelo, que había estado en el primer Summer Quartet. Y comencé a relacionarme. Luego me fuí un año a vivir a Barcelona. Y en Madrid conocí a mi chica y me quedé acá. Es duro, pero con el tiempo vas progresando. Tenés que hacer varias cosas, sos un pluriempleado. Tocar lo que se presenta, dar clases, lo que sea.
¿Y qué estás haciendo concretamente ahora?
Sigo dando clases en el Taller de Músicos en el que llevo ya 14 años. Estoy en otra escuela también. Tengo dos grupos propios y además toco con otros músicos cada vez que me invitan. Uno de los grupos es con Miguel Chastang en contrabajo, Ove Larsson, trombonista sueco que esta acá hace muchos años y Diego Gutiérrez un baterista de Santander…y tocamos seguido. Lo que no hay son demasiados lugares para presentar tu propia música. En eso es distinto a Buenos Aires.
¿Y el segundo grupo?
El otro grupo se llama Kotka, es de música improvisada, más experimental. Con ese grupo estuvimos en Finlandia en marzo pasado y tocamos con dos grandes saxofonistas de allí: Juhani Aaltonen y Eero Koivistoinen. Ese grupo está muy bueno. Lo integran Risto Vuolanne, un contrabajista finlandés que vive aquí hace muchos años, un músico muy completo y Fernando Lamas en batería, que es de la Coruña pero vive aquí en Madrid…y yo en guitarra. Con este trío hicimos un disco de música improvisada que editaremos pronto.
¿Y el Gnu Trío, que tenías con Marcelo Peralta y Andrés Litwin? Recuerdo que hicieron un disco muy lindo hace unos años…
El Gnu Trío está en estado latente. Hicimos cosas lindas. El disco gustó. A mí me gustaría reflotarlo. Te diría que ese disco, del 2009, representa en buena medida el pensamiento musical mío actual. Porque «Hora Libre», el disco que sacó Horacio Vargas para Blue Art en Buenos Aires, que también me gusta mucho, representa otra época mía. Es un disco que tiene más de 10 años.
Es un muy buen disco también…con Ernesto Jodos, Rodrigo Dominguez y Juanma Barroso…
Sí, claro.A mí me gustan los discos que hice. Es lo mejor que pude hacer en cada momento. No reniego de eso. Como también me gusta «Alas”. Es un buen disco también. Y el primero, “3D”. Buena parte de esos discos los grabé yo mismo con mis equipos. Gracias a Pedro Menéndez, un amigo de toda la vida, que abrió un estudio de ocho pistas en Buenos Airesen 1982. Yo me fui a trabajar con él. Aprendí mucho allí y eso me sirvió luego para grabar mis propios discos. Por eso en el 2007, ya establecido aquí, invertí algo de dinero en comprar equipos. Me armé un pequeño estudio y allí grabé el disco del Gnu Trío que vos mencionabas.
Desde entonces no volviste a editar más. ¿Pero seguís componiendo igual?
En 2014 se editaron dos discos míos, “Hora Libre” y “Una Pequeña Alegría”, un dúo de guitarras con Steve Brown que grabé en EEUU el año anterior. Por supuesto que sigo componiendo y sigo grabando en mi propio estudio. Grabo solo o con el grupo experimental TheHat!, con Ricardo Tejero y Sam Hall o con amigos. Tengo cuatro discos terminados que todavía esperan su turno en un cajón….
¿Y por qué no los editás?
Para sacar un disco tenés que destinar un dinero que no es seguro que recuperes. No es sencillo. Yo ahorro en la grabación, porque lo hago yo. Pero después hay un sinnúmero de gastos. Y el tema sigue siendo que los discos no se venden. Esa es una realidad mundial. Yo en la Argentina mi primer disco lo edité con Fernando Lerman y pude recuperar parte de la inversión. Pero eso cambió, no es igual ahora. Además de que no se venden, tampoco tenés la posibilidad de apoyar el disco con shows, no es nada fácil.
¿Faltan lugares o faltan programadores?
Las dos cosas. Pero además, a Europa siguen viniendo músicos de todos lados y especialmente de los Estados Unidos. Y eso hace que no sea sencillo conseguir lugares para tocar. ¿Como hace un guitarrista de acá para ir a tocar a Dinamarca si este año capaz que ya estuvieron allá John Scofield, Bill Frisell y John Abercrombie? No es fácil competir en ese plano. Aquí en el Populart, un bolichito de Madrid he visto a Kurt Rosenwinkel, en Clamores a Pat Martino y Ralph Towner. Estuvo Paul Motian. Y es un lugar chico. No es fácil insertarse, porque acá hay acceso a esa gente. En cambio en Buenos Aires, hay una especie de microclima que en alguna medida favorece al músico local, porque el país está lejos del circuito artístico más poblado.
Vos mencionabas que habías visto el surgimiento de músicos jóvenes hoy ya instalados en la escena local. ¿Conocés lo que se hace actualmente en Buenos Aires?
Bastante. En Argentina hay gente que toca muy bien y está haciendo cosas interesantes. De la última generación no los conozco a todos, no pude escucharlos a todos. Pero de lo que me llegó hay cosas muy buenas.
¿Por ejemplo?
Lo que hace Hernán Mandelman, recuerdo que me había gustado mucho su disco «Detrás de esa puerta», en el que estaban Rodrigo Dominguez y Paula Shocron…De Rodrigo Domínguez escuché “Limón”, muy bueno, y quiero escuchar «Relojeros ya no quedan», que lo sacó Horacio. Debe estar lindo. También me gusta lo que hace Valentín Reiners con la Orquesta Errante. Hay gente interesante y se están haciendo cosas buenas. Sin duda.
Aqui entrevista a Guillermo Bazzola por el lanzamiento de «Hora libre»
Un abrazo para el Guille!