Se apagaba el 2001 y la Argentina se desangraba en las calles, en medio de las protestas que marcaban el final del gobierno de Fernando De la Rua y la profundización de una crisis que no hacía distingos. En medio de ese escenario terminal, el rosarino Horacio Vargas editaba el primer disco de su sello BlueArt. Quince años y 85 discos después, Vargas reivindica a los músicos que han logrado sostener una trayectoria para que el jazz, como él mismo dice, resista “desde su bella marginalidad”.
¿Cómo surgió la idea de BlueArt y qué te proponías en el inicio?
Surgió por deseo, por necesidad, por placer. Lo digo desde el lugar de hijo de clase media trabajadora, no desde la histeria cultural. Venía de fundar un diario en Rosario… Rosario/12, con Jorge Lanata y Pablo Feldman, y en diciembre de 2001 decidí volver a la música, acaso mi primer amor, sin abandonar el periodismo. El país, la ciudad en llamas, y yo editaba el primer disco de BlueArt. ¡Qué iluminado! “Contrastes” se llamaba el disco del dúo Olivera/Lúquez, dos músicos locales que reinterpretaron y sintetizaron la obra de un tal Astor en dos instrumentos, saxo y piano. Cuando lo presentamos en Buenos Aires, fueron a escucharlo Horacio Verbistky y los viejos amigos de Piazzolla. Impresionante.
¿Y qué evaluación hacés de lo construido, luego de estos 15 años?
Mirá, hemos editado más de 85 títulos. En nuestro catálogo hay variedad de estilos, pero el eje sigue siendo el jazz, entendido como un lenguaje universal ejecutado por músicos talentosos, de este país o la zona, a los que le pregunto una sola cosa: ¿Tenés algo original para decir?
¿Entre esos 85 discos, hay alguno con el que te sientas especialmente orgulloso?
Estoy orgulloso de haber tenido al querido maestro Gerardo Gandini en nuestro catálogo. Más allá de haber ganado un Grammy Latino con Gandini, jamás voy a olvidar nuestras conversaciones, vino “López” de por medio y en medio de giras por el interior del país presentando el disco de solo piano donde “destruye” los grandes standards del tango. ¡Cómo lo extraño al viejo! Es un orgullo también tener en el sello al tipo más sabio del jazz hecho desde Argentina: Ernesto Jodos. Y también siento una pequeña alegría –ególatra- haber publicado a un montón de músicos que han logrado sostener una trayectoria con el paso del tiempo.
Es muy interesante el rescate que hacés de registros perdidos. ¿Habrá más tesoros ocultos por descubrir?
Es verdad lo que decís. La tarea del productor fonográfico se emparenta con la antropología (Risas). Y seguimos excavando y encontrando joyas. Este año vamos a publicar el disco del primer grupo de Juan Carlos Baglietto, se llamaba “Irreal” y la censura de la dictadura militar los obligó a romper el grupo en 1980 y archivar el disco que tenían grabado en Tucumán. Encontré la grabación original. Lo remasterizamos, hablé con los músicos para su publicación y ahora sólo hay que esperar que salga el disco, en democracia, 30 años después.
¿Cómo evaluás las nuevas formas de circulación de la música, el futuro del CD y las plataformas online?
Yo fabrico CD’s desde hace 15 años y este año voy a editar el primer vinilo de jazz hecho en Argentina. Yo apuesto a la circulación y comercialización de la música a través de sus soportes originales…la tienda de discos, la mesita con los discos en los conciertos en vivo y los digitales… Podés comprar nuestros discos en Amazon, podés escucharlos en Spotify y en una disquería de calle Corrientes, o te lo mandamos por correo a tu casa. Es una convivencia armoniosa. Lo único que les pido a los aficionados o melómanos de jazz es que compren discos. ¡No podés ser tan miserable de piratearlo!
Como protagonista y testigo a la vez ¿cómo ves la evolución del jazz actual en el país? Qué mencionarías como sus principales virtudes y carencias?
Rescato que la escena jazzística en el país ha crecido en los últimos años. Hay más festivales de jazz en las provincias, hay colectivos de músicos que se las ingenian para sostener una programación anual. Hay clubes de jazz más dignos que otros, mejores pagas y peores también… hay buenos y malos músicos, hay vergüenzas más notorias que otras, como los Premios Gardel al Jazz. Hay preocupaciones reales, los disqueros no dejan de llorar por la caída de las ventas y eso afecta a todo el pequeño mercado jazzero. Hay cierta prensa que se olvidó de darle espacio a los grupos de jazz, por vagancia o impericia. Cierto centralismo porteño en los grandes espacios musicales de la ciudad de Buenos Aires a la hora de programar. Pese a todo, el jazz resiste desde su bella marginalidad.
¿Qué proyectas para lo que resta del año y en adelante?
Seguiremos sacando más discos, organizando festivales y conciertos en Rosario, llevando la música de nuestros artistas al resto del país y esperando que un día podamos celebrar que el disco es cultura. En eso estamos, ¿no?
Relojeros ya no quedan from Sublime Revista on Vimeo.
Bien !
Muy bien!
Como casi todos los proyectos culturales en este país, lo veo como patriada.
Y si de Jazz hablamos , más aún.