Mucho transcurrió en la vida artística del inquieto Javier Malossetti, desde su paso por la banda de Luis Alberto Spinetta, sobre finales de los 80. Sin embargo, aquella influencia permanece aún hoy en el bajista y puede rastrearse en la concepción misma de toda su música. Y si como decía el «flaco», un músico un día pinta al óleo y otro a la acuarela, Malosetti es un artista que enfrenta al lienzo con colores siempre renovados.
Entrevista: Ricardo CarossinoFotografías en show: Rodrigo Llauro

Hasta no hace tanto, en las callecitas de Palomar jugaba a la pelota un pibe que hoy es uno de los artistas más destacados del país y de Sudamérica. Aplausos en escenarios de América, Asía y Europa, elogios de la crítica, Cuatro premios Gardel, dos Clarín, un Konex y un Estrella de Mar, once discos solistas, miles de horas de rodaje y grabación con los mejores del jazz, el blues y el rock, una obra de teatro y dos programas de televisión. Con ustedes…Javier Malosetti.
¿Cómo te llevás con el jazz de hoy?
Me llevo bien con el jazz, pero no escucho música. No pongo ni un disco. Mi inquietud musical se sacia con la guitarra.
¿No te sentás a oír música y decís “a ver qué hace este ñato”?
No. Ya no me siento a escuchar música. Lo hice horas y horas durante décadas, eso de estar pendiente de la producción de cada artista. Mirá, una vez Joe Zawinul dijo que no escuchaba música y pensé que era un viejo mentiroso, pero ahora lo entiendo.
También Zawinul dijo que el jazz se había achatado…
No sé, puede ser. Coincido a medias, pero lo que creo es que está todo bastante inventado. Cualquier trompetista de primera línea del mundo es tan talentoso como Dizzy Gillespie. Dizzy no era un tipo muy técnico, pero inventó todo un código con un nuevo sonido junto a otros monstruos sagrados. Un tipo de ahora tiene la misma destreza, pero toca la misma música. O sea no inventa nada.
¿Puede ser que cada vez muestres menos virtuosismo al ejecutar el bajo?
Puede ser. Uno de pendejo quiere mostrarse y puede tener una especie de espíritu de redención y revancha, como diciendo “¿vieron ustedes que antes no me daban bola?”
No dejé la batería.
Pero la gente no va a ver al baterista Javier Malosetti, sino al bajista…
Si, es verdad, pero yo no decidí nada. Tocaba la batería y empecé a jugar con el bajo. Un día apareció algo para hacer con ese instrumento y la vida una vez más decidió por mí. El bajo vino después de la batería y la viola siempre estuvo ahí. No me considero más bajista que batero. Soy un batero y un violero medio perro y un mejor bajista, pero el amor que le pongo a los tres instrumentos es el mismo.
¿Cómo sigue todo cuando termine Electrohope?
No sé qué voy a ser. Quiero tocar más el bajo y el contrabajo porque estoy mucho con la guitarra.
¿Andás queriendo hacer un jazz más puro?
Mirá, vos sabés que no he sido un jazzero ortodoxo. Para mí la música es una y cada uno le da su tratamiento hacia otros estilos. Los músicos con los que tocás determinan la dirección musical.
Cada vez cantás más, ¿es una estrategia para atraer otro tipo de público?
No, para nada. No estoy pensando en el público, sino en mis necesidades. La verdad es que cada vez me animo más a cantar. Yo no compongo letra, compongo música y canto una letra como de Pappo, fácil, como para no tomármelo muy en serio. Me divierto diciendo “yo solo quiero hacerte el amor…”
¿Te gusta producir?
Sí, me divierte hacerlo. Produje un par discos de mi viejo, uno de Alfredo Casero, unos temas sueltos para tres discos de los Kuryakis y no mucho más además de mis discos.
¿Vos hacés los arreglos de tus temas?
Sí, los hago yo solo. Entiendo que para muchas bandas pop es bueno tener la visión objetiva de un productor, pero ni yo sé hacia adónde apunto y menos lo va a saber un productor.
¿Tus músicos en Electrohope no se toman la libertad de meterse en los arreglos?
Los pibes no solo tienen libertad, sino que cada vez se la toman más, porque de pendejos tocaban con mucho cuidado y le tenían mucho respeto al lugar que ocupaban. Ahora, a medida que ganaron confianza, se adueñaron de la situación. Por suerte, ahora puedo decir que esto es una banda, más que mi propio proyecto.
¿Qué es lo que viene en tu carrera?
No lo sé… me gustaría tocar en dúo con Guillermo Romero, que de los pianistas nuevos me parece lo más alto.
¿Buscás algo más intimista?
Puede ser. Tengo mucha música compuesta con esta sonoridad acústica. Con Guille no hay teclados, y si pongo un contrabajista, ahí cambio, porque tocaría el bajo eléctrico y la guitarra. No todo es blanco o negro, también hay grises.
¿Cuántos estilos hay en tus composiciones?
Muchos, desde el jazz, el funk, el blues, el rock, el góspel y el rhythm and blues. Mirá, el flaco Spinetta decía que un músico es un artista que un día pinta al óleo y otro día usa acuarelas. Uno lleva sonidos distintos en sus pinturas.
*Esta entrevista se publica por gentileza de Gabriel Cygielnik