En ocasión de su última visita a Buenos Aires en mayo pasado, Joshua Redman dejo interesantes conceptos sobre historia y modernidad en el jazz. «No hay que evitar mirar hacia atrás. Hay que ser consciente de la tradición y también de la música actual», enfatizó.
Del otro lado de la pantalla y a miles de kilómetros de distancia, Joshua Redman, uno de los grandes saxofonistas de la actualidad, responde pausado cada pregunta. Bien predispuesto y cordial, aún en el escaso tiempo asignado. Pero de pronto algo llama su atención y Redman se acerca extrañado a la pantalla.
Terminaba de dar detalles de su próximo proyecto: revisionar la música de Duke Ellington y Thelonious Monk, cuando el cronista intenta un paralelo con Timeless Tales (for changing times) y le muestra aquel disco suyo de 1998, integrado por standards jazzeros y canciones venidas del rock. Entonces la extrañeza se transforma en legitima alegría. “Uhhh. No lo recordaba para nada, dice. Ese disco es una parte muy importante de mi carrera. Te agradezco la mención porque de verdad no lo recordaba. Se me olvidó”, remata en perfecto español y entre risas.
Tu último disco Long Gone del 2022 permitió el reencuentro con viejos compañeros de ruta, como Brad Mehldau, Brian Blade y Christian McBride, con quienes ya habías grabado años antes. ¿Existe la posibilidad de grabar ahora con este nuevo trio?
Los que nombras son tres de mis músicos favoritos en el mundo y tres de mis mayores inspiraciones. He aprendido mucho tocando con ellos y hemos estado tocando juntos cada vez que pudimos a lo largo de los años. Y eso es lo sorprendente del jazz. La oportunidad de tocar con tanta gente diferente, con tantas combinaciones diferentes. Standards, música original. Y eso me pasa ahora con Philip y Nazir. No se será posible grabar con ellos. Pero podría pasar y seguramente estaría muy bueno.
Los standards, ya que hablamos de ellos, parecen tener una doble vida. Por un lado, están en la formación inicial del músico, pero luego siguen presentes, ya con distintas relecturas y nuevas miradas.
Por supuesto. Es que los standards no están relacionados para nada con las veces que los hayas tocado. Los puedes haber tocado una sola vez o cientos de veces y nunca serán los mismos. Porque cada vez que tocas un standard la ejecución responde a cómo te sientes en ese preciso momento. A como se siente el resto de la banda. A la conexión que se produce esa noche. Al público. Al ambiente. Por eso nunca es igual. Las composiciones que se convirtieron en standards lo hicieron justamente por todo eso. Porque ponen a prueba la creatividad, la inspiración y el sentimiento. Por eso los amamos.
No deja tampoco de ser un diálogo con el pasado. Y allí, quizás, una de las “ingratitudes” del jazz. La permanente comparación que afrontan los nuevos músicos ante la vigencia de las figuras históricas. ¿Te ha pesado eso en algún momento de tu carrera?
No. Nunca. Porque nunca me comparo con mis héroes. John Coltrane, Sonny Rollins, Wayne Shorter, Lester Young, Charlie Parker, Dexter Gordon son para mí una fuente de adoración permanente. De recursos, de enseñanza, de admiración constante. Les debo toda mi carrera a gente como la que te he nombrado. Y ni sueño con compararme con ellos ni con alcanzar ese nivel.
¿Y qué sentís cuando hay gente que si lo hace? Que compara tu desempeño con el de aquellos héroes.
Bueno, si hay gente qué si lo hace…ok. Me siento honrado. Pero eso nunca está en mi cabeza. Desde pequeño vi a mi padre Dewey Redman trabajar muy duro para conseguir su propio sonido, para mejorar en cada desafío. Y para mí también eso fue una enseñanza permanente. Por eso, no hay que evitar mirar hacia atrás. Hay que ser consciente de la tradición y también de la música actual.
A lo largo de tu carrera y desde muy joven has tocado con músicos muy importantes, desde Paul Motian a Billy Higgins, desde Elvin Jones a Chick Corea. ¿Cómo enseñan esos líderes?
La mayoría de los músicos con los que he tocado y toco, comparten una sabiduría musical que va más allá de las palabras. No tienen nada específico que decir sobre la música. Con todos ellos he aprendido tocando. No sentado como en clase. La mayoría de los músicos brillantes confían en su intuición. Y para aprender de ellos debes confiar en la tuya.
Hablabas de tu padre. Tuviste ocasión de grabar con él en Back East, meses antes de que falleciera en septiembre de 2006. ¿Qué recordás de aquello?
Fue una experiencia increíble. Era simplemente una gran oportunidad para tocar con él de nuevo. Toqué mucho con él cuando me mudé a Nueva York y estuve de gira y grabé con él y estuve en su banda durante un par de años, pero no habíamos tocado mucho juntos en los últimos diez años. Así que estaba emocionado y honrado de que haya participado. Fue genial volver a tocar con él y eso tomó más importancia después de su muerte, porque fue la última vez que tocamos juntos.
Sos además un declarado fan de Sonny Rollins…
Soy indiscutiblemente el fan número uno de Sonny (Risas). Para mí es como un padre. Una persona que amo y admiro. Tengo una muy buena relación con él y he ido a verlo cada vez que pude. Es un grande, de verdad. Sin ninguna duda.
Entrevista: F.R
*Una versión más ampliada de esta entrevista fue publicada por el diario Infobae de Buenos Aires en mayo pasado, en ocasión de la visita de Joshua Redman al país.