El rock, el tango y el folclore se nutren con la diversidad de genero y voces que marcan estilos y tendencias. Cientos de cantantes, mujeres y hombres, generan el interés del aficionado. Pero entonces una vez más y sin proponérselo, el jazz local es la excepción. En esta escena las cantantes son protagonistas excluyentes y los hombres mantienen una presencia mínima. ¿Por qué faltan voces masculinas? Cuatro cantantes y docentes buscan aquí una razón que aún se muestra esquiva.
Cualquier aficionado o estudioso de la historia del jazz coincidirá que las mejores voces del género han sido –y muy posiblemente seguirán siendo- femeninas. Producto de factores que merecerían otro análisis, cientos de creativas mujeres llevaron la voz cantante en las formaciones que hicieron historia. Sin embargo, y en menor número, los hombres también han sabido aportar figuras relevantes al personal arte de la canción.
Una rápida mirada incluiría al enorme Louis Armstrong, a su amigo Jack Teagarden, a Jimmy Rushing, Billy Eckstine y Hoagy Carmichael. Tampoco faltaría la natural elegancia de Nat King Cole, la pasión contenida de Chet Baker, la voz casi niña de Jimmy Scott o la calidez de Johnny Hartman, a quien le bastaría su único disco con John Coltrane para perdurar en el recuerdo.
Párrafo aparte para los crooner, aquellos que el verbo to croon definió como los de cantar suave, con swing melódico y murmurante, reino indiscutido de Frank Sinatra y Tony Bennet, cuya sola presencia justifica la existencia posterior de Michael Bublé, Harry Connick, Jamie Cullum y Kurt Elling. Más acá en el tiempo surgieron nuevos valores de definida personalidad, como Gregory Porter, Donny Hathaway, José James y Dwight Trible; mientras Theo Bleckmann aportaba originalidad desde Alemania y el veterano Phil Minton hacía lo propio desde Inglaterra.
Sin embargo, curiosamente esto parece no tener su correlato en la Argentina. Mientras la escena del rock, el blues, el tango o el folclore admiten una interesante diversidad de voces; la escena del canto jazz está absolutamente dominada por el talento femenino que suma nuevos valores de distintos abordajes y estilos. En medio de esa avanzada tan solo unos pocos nombres, entre ellos Mike Sinagra, Juan Nevani y Martín Delp, buscan su lugar en los escenarios con talento y dedicación.

Las razones de esta ausencia no están claras ni siquiera para artistas que han dedicado parte de su vida – y lo siguen haciendo- a la formación de nuevos valores. Entre ellos Livia Barbosa, cantante, fonoaudióloga y terapeuta de sonido, quien en los últimos años extendió su actividad docente a Inglaterra e Italia. “En Europa se ama el canto. En Irlanda y Escocia, por caso, es algo muy arraigado en lo cultural. Por eso tienen tan buenos cantantes. No es un arte menor o de segunda categoría, sino algo muy importante. Una manera muy válida de expresarse artísticamente”.
Aquí Barbosa suma otro concepto. “En Suecia, por ejemplo, conocí muchos músicos que además de tocar su instrumento, cantan. Pero también los hay aquí. Trabajé con muchos que cantan muy bien. Sin embargo no lo muestran. Priorizan el instrumento que tocan y relegan la voz, su instrumento natural. ¿Por qué sucede esto? Quizás sea un tema de prejuicio o será que el expresarse a través de la voz es una exposición a la que muchos no se atreven”, dice Livia, sabiendo que su mirada nada inocente profundiza la incógnita.
Para Livia, quien como cantante tiene cuatro discos editados: Livia Barbosa canta Jazz (1998), Cristalino (2003), Caleidoscopio (2009 y Stars (2016); la ausencia de cantantes masculinos viene en paralelo con el avance de la lírica del rock. “El rock, dice, ocupó un espacio que había dejado el jazz: la voz como testimonio, como protesta o denuncia social. Claro que hay temas de jazz que hablan de eso. Pensemos en Billie Holiday y sus versiones de Nature boy o Strange fruit, una clara protesta contra el racismo. Pero la gran mayoría de los standards son temas de amor. Y fue entonces el rock el que tomó esas banderas y dio testimonio del tiempo que se vive”.
A tono con esa mirada se suma Grace Cosceri. “Hace muchos años que no tengo un alumno interesado en cantar jazz, todos quieren cantar rock o pop, dice. Si recuerdo, casi como una anécdota que hace un tiempo Juanse, de Ratones Paranoicos, tomó unas clases de canto conmigo con cierto interés por el jazz. Pero fue lo único en ese sentido”.
Cosceri es reconocida entre sus pares como una talentosa coach, aunque ella prefiere definirse como una “reparadora de voces”. Por sus clases ha pasado la historia grande del rock: Luis Alberto Spinetta, Luca Prodan y Nito Mestre, entre tantos. Con ese equipaje en mano no duda en afirmar que hay músicos del rock o del pop que cantan muy bien jazz. “Uno de ellos es Willy Crook, que tiene una versión estremecedora de Body and Soul y el otro es Javier Malosetti, que canta muy afinado y es fluido. Es una pena pero pareciera que los cantantes no tienen un lugar para el público y eso no permitió hacer del género un camino perdurable».
Luego de su disco Colecciones, del 2012, Cosceri volvió a visitar el país del jazz en 2020 con el notable Pukka, un delicado trabajo que amplía la tradición jazzera para enriquecerla con nuevos colores y paisajes. “Pukka es una palabra del inglés antiguo que podría traducirse como auténtica. La elegí porque cuando yo me pongo a cantar jazz me siento de esa manera”, dijo por entonces.
También Laura Hatton, con amplia experiencia como maestra de cantantes, hace su aporte. “Tengo alumnos que ya están cantando profesionalmente, pero no podría nombrar ninguno que esté decidido a dedicarse al canto jazz. Muchos están aún en la búsqueda, sin saber todavía que género elegir. Y me parece que está bien no encasillarse, principalmente cuando recién se comienza. Los distintos estilos permiten diferentes maneras de cantar y eso es muy bueno cuando el artista se está iniciando”, dice.
Dueña de una interesante carrera, Hatton nació en Estados Unidos y estudió con Susana Naidich. Formó parte del grupo vocal Buenos Aires 8, y grabó como cesionista con Mercedes Sosa, Los Redonditos de Ricota, Los Fabulosos Cadillacs, Leonardo Favio, Marilina Ross, Alejandro Lerner, Chico Novarro, Cacho Castaña y Sandra Mihanovich, entre otros. Tiene tres discos grabados a su nombre: Toma 1 (Amo el jazz) (1998), Laura (2002) y Moños! (2011), actualmente además integra el cuarteto vocal de tango Flores negras.
Con base en esa trayectoria, Hatton ofrece un dato, que a la luz de lo cotidiano, se vuelve irrefutable. “No sé bien por qué, pero hay ciertas cuestiones que tienen que ver con lo social que a los hombres les cuestan mucho. Entre mis alumnos hay una relación de diez mujeres por cada hombre. Creo además que sucede en otros ámbitos. Si ves una clase de yoga la mayoría absoluta son mujeres. Las mujeres tenemos eso de compartir, salir, juntarse, hacer cosas en grupo. Y eso es algo que no es igual en los hombres. El mundo masculino es una incógnita en eso”.
Parte de esa incógnita es la que atravesó Eleonora Eubel, que así lo explica: “durante los 90tas formé parte de la Fénix y luego de la Creole Jazz Band, en esta última por 10 años consecutivos. Allí aprendí los rudimentos de la profesión de crooner, como única vocalista en escena. Yo notaba que mi aparición en escena significaba un cambio rotundo, en medio de tantos varones, lo que impresionaba favorablemente al público. Nunca pensé que fuese por ser mujer, sino por mi calidad de intérprete. Eso hasta que se comenzaron a discutir estas cuestiones en los últimos años: nuestro rol de adorno, o nuestro sometimiento a ciertas reglas de belleza”.
“Hoy, dice Eubel, ya no me pregunto si las limitaciones están en el afuera, regulado por leyes de cupos, lobbies y otros acuerdos; o dentro nuestro como músicos. Pero si hablamos de un mercado en el mundo del jazz local, pareciera que los varones cedieron ese lugar y se preocuparon más por formarse como instrumentistas. ¿Cuestiones de prestigio o de conceptos académicos?, no lo sé. De las escuelas de música popular hoy salen cientos de mujeres instrumentistas preparadas al igual que las cantantes. La guerra de los sexos apenas ha comenzado y la pandemia ya puso otras reglas a todo el panorama musical”.
Hola Fernando !
Como estas tanto tiempo !! Me encanto la nota y es un tema que siempre me interesó, voy a escribirte algunas ideas ahora así medio tipo brainstorming. Es una cuestión interesante mas allá de la escena jazzera local o de los géneros populares en general me dispara muchas ideas sobre la esencia de la voz cantada, la comunicación emocional, obviamente el rol de los géneros el patriarcado y realmente seria buenísimo que sea tema de investigación profunda, habrá que indagar si alguien desde lo académico tiene data dura para apoyar teorías. Claramente yo opino que cantan mas las mujeres que los hombres en general. Una cuestión estadística que creo que debe tener base en el rol de género pero desde algo originario, desde algo antropológico y por supuesto luego ligado a culturas y sociedades en la historia. Las madres arrullan a sus crias. Luego todo lo demás se entrelaza, se condiciona desde el poder el patriarcado o desde el mercado . Desde el aqui y ahora los varones que se deciden a tomar clases lo hacen mayormente porque ya componen y quieren cantar sus canciones, y sienten alguna limitación, es muy poco común que se entrenen para ser interpretes. Ahh podria seguir abriendo puertas y enhebrando suposiciones e intuiciones…Es un tema apasionante, por otro lado como contraparte de esta idea de voz femenina con mas presencia siempre recuerdo que me sorprendió tanto cuando comencé a cantar blues, verdadero blues, no encontraba ninguna cantante femenina y mis compas de grupo varones solo me pasaban grabaciones de hombres que además eran guitarristas. Tuve que ir investigando paso a paso ir a la historia para encontrar a Bessie Smith a Koko Taylor a Etta James … por su puesto mas allá en la historia estaba el gospel de Mahalia Jackson… pero digo está muy ligado con que en esa época el hombre en ese contexto tenía mas voz, era el estaba fuera de casa trabajando en los caminos recientemente librado de la esclavitud segregado y contaba la historia, sus penas, lideraba sus grupos. Bueno sigo pensando… abrazo y gracias por el disparador !