A través de un puñado de canciones propias, Lucia Boffo expresa en Nómade, su primer disco solista, un abanico de textos y melodías de fuerte expresividad. Grabado en medio de la pandemia y el dolor por la muerte de su padre; entre su Ushuaia natal y Berlín, donde hoy reside; el registro ofició de medicina para tiempos difíciles. “La devolución de la gente fue como un regalo de la vida y me ayudó a no sentirme tan sola”, dice.
“Alejarme de todo lo conocido me resultó liberador. La distancia me abrió la posibilidad de observarme en un contexto nuevo. Instaló una suerte de silencio y de soledad que me permitieron escuchar la música que sonaba dentro mío y que no se parecía en nada a lo que estaba haciendo antes. Tampoco yo era la misma”, dice Lucía Boffo. El resultado palpable de esa búsqueda es Nómade, el disco que editó con un puñado de canciones propias y el sentimiento a flor de piel.
¿Cuál es el origen de proyecto que derivó en Nómade y en la edición de ears&eyes?
Es un proyecto anterior a la posibilidad de editarlo en ears&eyes, aunque yo a Matthew Golombisky, su director, lo conozco de mucho antes. Creo que, desde un Festival en Roseti, cuando tocamos con Andrés Marino. En aquel momento Matthew nos contó que tenía el sello y que le gustaría editar nuestro material. Pero nosotros ya habíamos acordado con el Club del Disco, donde finalmente se editó.
¿Te referís a Diente de León, que salió en la segunda mitad del 2017?
Si. A partir de allí siempre quedó como abierta la posibilidad con Matthew. Además, yo seguía viendo con mucho interés todo el material que él editaba, de gente amiga que yo quiero. Así que cuando tuve el material de Nómade, se lo envié. Le gustó y finalmente pudimos concretar la edición en su sello. Lo que me tiene muy feliz, porque yo necesitaba un sello así, con esas características, en este momento de mi carrera.
¿Cuáles eran las características que buscabas?
A tener una edición que me conectara con Argentina, pero a un mismo tiempo poder llegar también fuera del país. Y el sello de Matthew reúne esas condiciones. El trabajo circula en el país, pero también lo hace afuera. En este momento hay gente que está comprado el disco en Estados Unidos, acá en Berlín, en España, se está escuchando en muchos lugares y eso es muy importante para mí.
En Nómade todos los temas son tuyos, pero en el anterior también habías compuesto, solo que a dúo con Andrés.
Si, con Andrés compusimos mucho juntos. Y está buenísimo. Pero también hace que mucho material propio vaya quedando a un lado. Es inevitable. Mientras yo seguía componiendo, siempre con ganas de hacer un disco propio. Cuando vinimos a Berlín, en septiembre de 2019 con mi compañero Ramiro Zayas, me encontré que tenía mucho tiempo libre. Algo inusual cuando estaba en Buenos Aires. Y ese tiempo lo utilicé también para componer. En ese momento llegó la pandemia, poco después falleció mi papá y fue el momento más difícil de mi vida. El tiempo libre se transformó en algo no deseado. Estábamos prácticamente encerrados. No solo por la pandemia, sino que tampoco podíamos salir del país por una cuestión de papeles. Recién un mes después me dieron la visa oficial que decía que yo era residente…
¿Sentís que el disco, quizás desde el titulo mismo, representa esos momentos tan difíciles?
Absolutamente. Este disco comenzó siendo una búsqueda conmigo misma. Yo tenía ganas de trabajar justamente el concepto nómade. Soy de Tierra del Fuego y como vos sabés los pueblos originarios eran nómades. Y a la vez es la historia de la isla. Mis padres no son de allí. Yo no terminé viviendo allí, a pesar que amo el lugar y siempre estoy volviendo. Así que empecé a trabajar ese concepto y todo lo que eso implica. Lo que dejamos atrás, la distancia, el desarraigo, las ilusiones. Las expectativas. Las emociones. Y como vamos procesando todo lo que nos sucede a través de la distancia.
Y las canciones terminaron reflejando todo eso…
Si. La poesía de las letras fue mi manera de repensar todo lo que había pasado, todo lo que sentía. En aquel momento pensé que hablaba solo de mí, de mi universo, de las cosas que me pasaban a mí. Pero luego que salió el disco me fui encontrando con mucha gente con historias similares, que me agradecían el poner en palabras lo que ellos también sentían. Entonces lo que comenzó como algo lúdico, terminó siendo como una medicina para poder atravesar todo lo que nos pasó. La devolución de la gente fue como un regalo de la vida y me ayudó a no sentirme tan sola.
Otro elemento singular del disco es que fue concebido y realizado entre dos ciudades, tan distantes una de la otra…
Si, comenzamos a trabajarlo con Daniel Schnock, quien lo produjo. Trabajamos en los arreglos, él en Buenos Aires, yo en Berlín. Y comenzamos a grabar a la distancia con artistas que estaban en Argentina. Yo acá grabé a Quique Sinesi, que es un gran músico argentino que reside en Berlín y que además de ser una eminencia es un tipo súper humilde y muy generoso. Él nos ayudó mucho a insertarnos en la escena local, pero además aceptó venir a mi casa a grabar. Para mí fue un momento hermoso que voy a guardar para siempre. Luego de eso pude ir a Ushuaia y allí me encuentro con Juan Ignacio Sueyro, un gran músico que vivía en La Plata pero que se habia mudado al sur. Allí él, junto con otro grupo de amigos me ayudó a grabar la mayor parte del disco, lo que fue muy fuerte para mí después de todo lo vivido.
¿Tuviste ocasión de presentar el disco allá?
Si, por suerte sí. Fue muy lindo. Armamos un grupo con Mathilde Vendramin en cello y coros, Nana Tarui en violín y coros, Zuza Jasińska: looper y coros, Chris Sergeant: bajo y Leo Gerstner Osenda en batería. Lo presentamos a mediados de junio. En marzo lo habíamos llevado a la Argentina, con Juan Ignacio Sueyro en piano, guitarra y bajo, Ximena Rosé Cholvis y Melina Moguilevzky en coros, Mariana Iturri en coros, flauta y efectos, Andres Marino: piano push y como invitados estuvieron Frane en voz, Quique Sinesi en guitarra y Danilo Abad Celleri en percusión.
¿El motivo inicial del viaje era el de trabajar?
En realidad con Ramiro pensábamos en estudiar. Queríamos continuar estimulándonos, alimentando nuestra curiosidad, seguir despiertos. Poder conocer gente con distintas culturas, distintas miradas y creo que está pasando eso. Berlín es una ciudad muy despierta artísticamente. Hay una movida under muy grande, muy activa, como en Buenos Aires. Y los músicos están muy hermanados y no hay discriminación en cuanto a edades. Es una ciudad que le abre las puertas a los artistas. Por eso además de mis grupos, también toqué en los de Armando Carrillos, en el de Ramiro, en la Humboldt Big Band, con Quique Sinesi y con el dúo con Andrés Marino, que está viviendo acá.
¿Y estás estudiando?
Estoy terminando mi primer año en canto Jazz y composición en el Instituto de Jazz en la Universidad de las Artes de Berlín. Cuando me aceptaron, una de las propuestas de mi profesora fue justamente la de acompañarme en mi proceso compositivo. Ellos tienen una mirada muy amplia que es súper interesante. Pensá que estoy trabajando con ellos mi propia música. Con canciones que en su enorme mayoría son en castellano. Enfocados en trabajar musicalmente lo que la poesía dice. Y eso me pareció hermoso y muy enriquecedor.
En Argentina eras reconocida como una cantante más afín a la experimentación que a la tradición jazzística. ¿Fue un proceso o lo sentiste así desde un inicio?
Creo que con los años fui sintiendo que me costaba cada vez más la voz ajena. Era como estar en un lugar que no quiero. Sucede que encontrarse a uno, es de verdad, es un enorme trabajo. Además, la voz humana va cambiando a lo largo de la vida y tenemos que ser realistas y aceptar ese cambio. Yo encontré en Berlín ese espacio para poder escucharme. Para saber qué me estaba pasando, dejando atrás mis propios prejuicios. Tratando de olvidar quien era yo en Buenos Aires o que se esperaba de mí. Es un proceso difícil pero totalmente enriquecedor.
Nómade. Lucia Boffo. Ears&eyes records
- Volvernos canción
- La Tormenta
- Desde lejos
- Mensajes transatlánticos
- Desaparecer
- Lenga
- Quiero que me encuentres
- Los Ojos
- Cerremos el telón
Lucía Boffo: voces, sintetizadores, composición y arreglos / Daniel Schnock: clarinete, sintetizadores, arreglos / Juan Ignacio Sueyro: piano, sintetizadores, bajo eléctrico, batería, guitarra y arreglos / Nanaco Tarui: violín / Violeta García: cello / Flavio Romero: contrabajo / Patricio Bottcher: flauta traversa / Ingrid Feniger: clarinete bajo y saxo tenor / Quique Sinesi: guitarra / Frane: voz en “Desaparecer” / Marina Gunn, Lola Boffo y Ximena Rosé Cholvis: coros / Andrés Marino: push piano.
Grabado en: Berlín (Home Studio, Andres Marino), Buenos Aires (Home Studio), Ushuaia (Estudio Om y Hotel Arakur) / Mezcla: Estudio Om (Marcos Silvestrini) / Mezcla y mastering: Pablo López Ruiz / Fotografía: Andrea Vargas, Alveré Di Pilato (Dirección de Arte) / Arte de tapa: Hugo Muñoz. Producción musical: Daniel Schnock y Lucía Boffo. Producción general: Lucía Boffo.
BandCamp: https://luciaboffo.bandcamp.com/
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