Hace unos meses Martín Negro regresó a la Argentina luego de vivir por más de una década en España. Coincidiendo con su regreso, el Club del Disco editó «Fiebre mallorquina», el último trabajo que el guitarrista había grabado en Europa con músicos locales. Ahora, nuevamente en Buenos Aires, Negro se presenta en Al Escenario, en pleno barrio de la Boca, para recrear estos temas y adelantar la «Suite del Inmigrante», su próxima producción.
Durante unos 12 años Martín Negro vivió y trabajó en España. Por esas cuestiones que sólo entiende el destino, su regreso a la Argentina coincidió con la aparición en el mercado local de “Fiebre mallorquina”, el último trabajo que el guitarrista argentino había editado en España y que aquí distribuyó El Club del Disco.
“Fiebre mallorquina” es un álbum rico en matices y climas, que define en buena medida la propuesta de Martín Negro, abierta a influencias y estilos que enriquezcan su mensaje, más allá de los límites que impone un género.
Por estos días el guitarrista prepara nuevos shows en buena compañía, para comenzar a presentar en público lo que será su próximo trabajo, una ambiciosa “Suite del inmigrante”, en donde nuevamente desafiará los encasillamientos buscando nuevos colores con los que nutrir su propuesta. La primera presentación será en Al escenario, en el barrio de la Boca, el próximo 5 de septiembre.
A poco de llegar al país se edita tu último disco…parece toda una estrategia de marketing...
Si claro (risas). Para mi fue una hermosa sorpresa. La gente del Club del Disco escuchó “Fiebre malorquina”, le gustó y lo eligió como Disco del Mes. Te imaginarás mi alegría. Y si bien es un trabajo que no representa mi propuesta actual, ya que tiene unos años, me gusta que el público argentino pueda conocerlo.
¿Cuando lo grabaste y cuál era tu búsqueda en aquel momento?
Fue grabado entre el 2008 y el 2009 y se editó en el 2010. Buscaba un lenguaje distinto, con músicos distintos. Músicos que no tengan tanto el lenguaje jazzístico, para conseguir otra estética. Un lenguaje no etiquetable por decirlo de alguna manera. Y que esto se pueda reflejar en la música. Me pasó con este proyecto en particular, de estar tocando con músicos de jazz y no estar contento con el producto final. Sonaban genial, pero muy jazzero y yo quería otra cosa. Por eso llamé a un violinista, Enrique Pastor, que toca tango. Llamamos a un clarinetista clásico y armamos el ensamble y logramos ese proyecto que salió muy bien.
Está claro que “Fiebre mallorquina” escapa al jazz, pero si tiene elementos jazzeros. ¿Cómo lo definís vos?
Es difícil no etiquetar…pero está claro que no es jazz, al menos en el sentido clásico de la definición. Pero cabría preguntarse qué es jazz hoy en día. Yo soy un convencido de que actualmente son las propuestas más arriesgadas las que están haciendo crecer el jazz. Acá en la Argentina hay una tendencia a estar mirando siempre al Norte. Pero si observamos bien, vemos que en su gran mayoría no están haciendo nada nuevo. Están repitiendo fórmulas ya conocidas.
¿Y por donde crees que pasa la evolución del jazz?
A mi me parece que el jazz contemporáneo es el que expresa sus propios colores. Los músicos que nutren esta avanzada son músicos que reflejan la cultura de su propio país. Que nutren su música, que puede ser jazz o no; con lo que son, con lo que tienen. Es una opinión personal, desde luego, pero a mi me parece que es mucho más novedoso lo que se está haciendo en Europa que en Estados Unidos. Con excepciones, claro.
¿Esa es la idea que predominó cuando hacías el disco?
Claro. Por lo que te decía. Intentar un quiebre de los esquemas lingüísticos. Y me parece que se logró porque al sacar los elementos estrictamente jazzísticos, lo transformas en algo ecléctico. Quizás más rico. Creo que toda mi música tiene que ver con la fusión, aunque sea una palabra que me cuesta decir. Tiene que ver con los rasgos locales.
¿La «Suite del inmigrante”, que te propones grabar próximamente, lo ves como una evolución de “Fiebre mallorquina”?
Todo el material que hace un músico alimenta cosas nuevas, aunque no se advierta en un primer momento. No por su utilización directa, si por inspiración. Creo que la Suite no es una continuación del disco anterior, pero sigue una tendencia definida.
¿Cuál es esa tendencia?
La de buscar nuevas expresiones. Nuevos colores. La suite, a diferencia del disco anterior, es básicamente un proyecto a cuarteto. Fue escrita par cuarteto. Quizás en el disco haya invitados, pero la formaciòn original, el gen motivador es la del cuarteto, con Esteban Freytes en bajo, Juan Manuel Alfaro en saxos y Martín López Grande en batería. Así como antes el violín y el clarinete le daban el color que yo quería a “Fiebre mallorquina”, ahora busco la sonoridad del saxo y no descarto poner en algún momento un piano eléctrico, por ejemplo. La búsqueda pasa también por esto. Por la textura, la sonoridad que le da otra formación.
Vos tocás guitarra eléctrica y criolla. ¿Cómo definís cuál en cada momento?
Son dos instrumentos totalmente distintos. Los toco de esa manera. Cuando tomo la española me sale tocar tango, por ejemplo. No me sucede lo mismo cuando tomo la eléctrica. Se que hay violeros que tocan la criolla como tocan la eléctrica. Para mi eso es un error. Yo siempre estudie los instrumentos por separado. Como si fuesen entes separados. Entonces las improntas que llevan uno y otro te permiten generar también cosas distintas. Por eso primero tenés que saber que estás buscando.
Martín Negro Cuarteto Al escenario. Gral. Gregorio Aráoz de Lamadrid 1011 Tel: 4303-3346 • Fiebre Mallorquina- Noche en Múnich
- Fiebre mallorquina
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- Danza de la moza donosa
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- Tres variaciones sobre un tema sin título
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Tomás Picornell: clarinete y clarinete bajo
Pablo Di Salvo: contrabajo
Miguel Navarrete:batería
Martin Cecconi: bandoneón
Sebastian Tesouro:percusión / Gerard Beltran: fagot