Y la producción discográfica del jazz argento no se detiene. Nuevos trabajos de singular calidad se suman a las bateas. Entre ellos, «Siento Norte», del salteño Martín Misa, «Un Viaje», el disco neoyorquino de Alan Plachta y Richard Nant, «Hiperbórea» del inquieto y talentoso Juampy Juárez y el recorrido caribeño de «Trivolution» de Gabriel Palatchi Trío,
«Siento Norte». Martín Misa
En la música, como en el resto de las artes, muchas veces la distancia no se mide sólo en kilómetros. La falta de conocimiento o interés desde las grandes ciudades sobre lo que se hace más allá de sus fronteras, atenta contra una justa apreciación de otros valores y a menudo margina a quienes construyen sin renunciar a sus propios lugares de origen.
Quizás de esto podría hablarse cuando el nombre del percusionista y baterista Martín Misa comenzó a trascender en Buenos Aires, tras su participación en el excelente «Orillas», el ambicioso proyecto que llevaron adelante Pablo Ledesma, el Mono Hurtado y Pepe Angelillo sobre fotografías de Argamonte.
En mayo pasado Misa volvió a sorprender con otro trabajo, esta vez a su nombre. «Siento Norte», el primer disco del percusionista como líder, vuelve a reafirmar el camino y demuestra que el jazz no es sólo un fenómeno urbano en la Argentina. Acompañado nuevamente por Pablo Ledesma en saxos y como autor de tres de los ocho temas de la placa, Misa reafirma su concepto de improvisación, basado en el cruce de raíces y estilos, renunciando al conformismo y las zonas de confort.
Con Fefe Botti en contrabajo, Juan Pablo Mayor en trompeta y flugel y Mariana Carrizo en voz y caja, Martín Misa no reniega de su impronta jazzera y dirige su búsqueda hacia nuevas expresiones, revisionando clásicos, como el Cuchi Leguizamón, a través de una personal versión de «Y me debes creer», o trayendo hacia estas geografías una versión abreviada de «Tuthankamon», del contrabajista Malachi Favors, grabado en 1969 por el Art Ensemble of Chicago.
Un disco notable. Sin concesiones ni recursos fáciles. Desde Salta y sin necesidad de sumergirse en circuitos que fagocitan, Martín Misa demuestra una vez más que el arte genuino no necesita de grandes reflectores. Tiene luz propia.
Un viaje. Richard Nant – Alan Plachta
El trompetista Richard Nant y el guitarrista Alan Plachta parecen haber encontrado un terreno fértil para las coincidencias, más allá de las diferencias generacionales y estilísticas que los separan.
Músicos inquietos, de esos que resisten encasillamientos y géneros, Nant y Phachta viajaron como dúo a Nueva York y a su regreso se trajeron «Un viaje», un disco de esos que invita a una audición atenta y reposada. Música para oídos sensibles, plena de matices y sutilezas, de esa que entregan nuevas revelaciones en cada escucha.
«Un viaje», cuyo título remite a una aventura mucho mayor que la de trasladarse a Nueva York para grabar en los estudios de Luis Bacqué, comienza con los siete minutos y algo de «Leyenda» y cierra con «Sincronía», dos temas lentos del trompetista, de cálidas melodías y pasajes de esos que invitan a la quietud.
En el medio cuatro composiciones de Platcha recorren otros paisajes, como el introspectivo «Viaje» o «Bárbara» con especial lucimiento del venezolano Luis Perdomo en piano.
En todos ellos Nant y Plachta, trompeta y guitarra, se complementan, se separan, se cruzan o se enfrentan, creando capas y climas, alternando expresiones más «nerviosas» con pasajes de calma trascendente, en una música de compleja belleza.
Los cuatro músicos que se sumaron en Nueva York al dúo argentino, entre ellos Perdomo, no se quedan atrás y aportan talento a un disco de singular calidad. Satoshi Takeishi en batería y percusión, Matt Pavolka en contrabajo y Sam Sadigursky en clarinete y saxo, suman oficio y buen gusto a la obra de Nant y Phachta.
«Hiperbórea». Juampi Juárez Trío
Juampy Juárez es uno de esos músicos que hablan poco y hacen mucho. Basta recorrer brevemente su currícula para encontrarse con la interminable lista de músicos de primera línea con los que ha estudiado o grabado. Pero lejos de los focos de la atención pública a la que parecen tan inclinados algunos de sus colegas menos talentosos, Juampy opta por un perfil bajo y busca que sea su obra la que tome la palabra.
Ahora con «Hiperbórea» en las bateas, el guitarrista asume el liderazgo de una nueva propuesta y en formato de power trío; con Mauricio Dawid en contrabajo y Ezequiel «Chino»» Piazza en batería, quien ya lo había acompañado en el excelente «South Monk», hasta aquí su última producción.
Aquí a través de 12 temas propios Juampy vuelve a mostrarse no sólo como el guitarrista original y versátil que es, sino también como un autor interesante, con una mirada personal que no desdeña el cruce de estilos para adentrarse en las fronteras del rock.
Como en «Lemuria», el tema que Juampy dedicó a Ben Monder, con el que sorprende desde el inicio mismo de «Hiperbórea». Allí el trío se ajusta a la perfección. Con el líder en un estilo punzante y agresivo, sostenido por el pulso de Dawid y con el Chino detrás de los tambobes, a quien le bastan unos pocos minutos para mostrar porque es el batero elegido por Juárez.
El vertiginoso «Jump to Avalon», el delicado «Satellitune»,con un creativo solo de Dawid en contrabajo y la sutileza de «Balada» devuelven al trío al territorio del jazz, pero no por mucho tiempo. Allí aparece «Atlantis» donde Juampy se luce en una introducción con guitarra acústica que a poco deja paso a la eléctrica, con el trío a pleno y el líder tejiendo un solo de alto voltaje, para redondear uno de los mejores temas de un disco de muy alta y pareja calidad. Juampy Juárez sigue construyendo su arte sin estridencias. Como diría Roberto Arlt, por prepotencia de trabajo.
«Trivolution». Gabriel Palatchi Trío
«Trivolutión», la tercera y última producción del pianista argentino Gabriel Palatchi, radicado en México, es una acertada muestra de lo que aún insiste en definirse como jazz latino. Ritmos marcados, un pianismo percusivo, y melodías prontamente reconocibles, de esas que son toda una invitación al baile.
Poco y nada podría rastrearse aquí de las raíces argentinas de Palatchi, a excepción de su particular lectura tanquera de «Tanguinho» no apta para nostálgicos.
Si abundan en cambio los motivos caribeños, como en el dinámico «Dinamita» o en el más tradicional «Vive» y los temas en los que el arsenal electrónico cobra protagonismo, como «Huracán» o «Eso si».
No obstante, podría concluirse que es en los pasajes más despojados en donde Palatchi demuestra su mejor perfil. Como el introspectivo «Quedate», quizás uno de los mejores temas del disco, en el que el argentino muestra una singular veta lírica en formato de trío, junto al mexicano Chema González en batería y el canadiense Kerry Galloway, en bajo.
Párrafo aparte para el potente «The battle», con un riff pronunciado que navega las fronteras del rock, logrados pasajes de piano acústico, cambios de clima y una tensión creciente que solo se diluye sobre el final, y que evidencia la amplitud musical del argentino.Un buen disco, sin duda, que evidencia su valía más allá de los estilos.