Pablo Astudillo y esas fotos que hablan del presente

Pablo Astudillo expone en pleno centro porteño su serie de fotografías en las que retrató, con talento, los últimos años de la nueva escena del jazz argentino. La muestra podrá visitarse hasta el próximo 3 de mayo, con entrada libre y gratuita, en el Centro Cultural Rojas de Buenos Aires.  

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Para Pablo Astudillo “el jazz es movimiento, libertad, expresión, complejidad, complicidad, aprendizaje, amistad, improvisación, personalidad, cooperación. Es un juego sin límites”, dice convencido.

Hace más de una década que Astudillo recorre los escenarios del jazz argentino cámara en mano y una pregunta que se reitera ante cada desafío: cómo hacer para reflejar en una fotografía todo ese universo que lo seduce y cautiva. Como representar en una sola imagen el sonido personal de cada artista. Esa voz única. El momento repetible e inspirado de la improvisación. La creación en estado puro.

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“Mi idea de la fotografía no es una representación de una realidad objetiva. Es lo que veo. Lo que se siente en ese momento. En ese instante en que la música me atraviesa.  A veces es un estallido, un movimiento, una quietud. Porque la fotografía no representa solo lo fotografiado, sino también a quien toma ese instante”, asegura.

Esos instantes que Astudillo atesora, son los que por estos días visten las paredes del Centro Cultural Rojas, en pleno centro porteño. Artistas y sensaciones. Imágenes que no necesitan de palabras.

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“Al revisar más de 10 años de fotos, me encontré con una búsqueda lúdica que por suerte no finaliza, dice Pablo. Me encontré con grupos de amigos, que a veces se encuentran y se desencuentran, de tal forma que a veces se repiten en diferentes grupos. Personas que disfrutan haciendo esta música, Pero no quería quedarme solo con los espacios y los protagonistas, por eso estas imágenes no son una ventana a la realidad. Sino que hay grano en la foto, movimiento, rupturas, imperfecciones. Lo que pasó en cada instante”.

Y allí están, entre tantos, Gustavo Bergalli y su trompeta inseparable. La absoluta libertad creativa de Pablo Ledesma. El contrabajo sosteniendo la pasión de Nicolás Ojeda. Mariano Loiácono amparado por Antonio Hart. Paula Shocron y la potente expresividad interior de Carlos Lastra. Los músicos. Sus instrumentos. Su arte. Imágenes, que como dice Astudillo, no solo representan a quienes están por delante de la lente. También a quien tuvo la sensible agudeza de capturarlos en su esencia.

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