Sobre finales del 2012 Pipi Piazzolla sorprendió con “Arca rusa”, un trabajo sin pausas en el que por primera vez salía al ruedo con su trío sin contrabajo. Casi tres años después, el baterista, siempre acompañado por Lucio Balduini en guitarra y Damián Fogiel, en saxos; renueva la búsqueda con “Transmutación”, un trabajo impecable y de enorme creatividad, que muestra la evolución de un grupo en la búsqueda de sus propios límites.
Fotografía de apertura: Valeria Marchese Fotografía de tapa: Nicolas Foong¿Qué diferencias destacarías entre este nuevo trabajo y “Arca rusa”, el primer disco de tu trío?
Básicamente hay aquí otra búsqueda. Arca era todo unido, como si fuera una obra sola, en el que las transiciones eran temas. En este trabajo fue distinto. Fuimos preparando tema por tema desde que arrancamos y logramos desarrollar otros conceptos. No tan global en el sentido musical. Cada uno fue trayendo sus músicos y fuimos experimentando a partir de ahí. La verdad es que estoy muy contento. Creo que este tiene poco que ver con el disco anterior. Hubo una evolución y eso es lo que más feliz me pone.
Hay todo un desafío para vos en este “Transmutación”…
No desafío no. Yo siempre hice lo que me gusta y lo siento así. No tengo que demostrarle nada a nadie. Y eso te da una libertad total. La libertad de hacer lo que uno quiere. Yo cuando voy a grabar un disco, casi siempre voy sin un sello que me respalde, sin nada. Voy lo grabo, pongo yo la plata y hago lo que quiero. Es así y fue así desde siempre. Por suerte el Club del Disco se enganchó con la propuesta y me bancó. Porque me tiene confianza y porque lo escuchó y le gustó. Pero si no me lo bancaba, te digo que salía igual.
Me refería al desafío tuyo como músico. Esto de buscar nuevas formas, otra manera de expresarse y no quedarse con algo ya transitado que salió bien…
Eso sí. En eso tenés razón. Pero me lo tomó de manera natural. Hago lo que me gusta. Surgen nuevos temas y hago otros que me gustan. En este disco le pedí “Chopchi” a Mariano Sívori porque me gusta mucho y a Jesús Fernández le pedí´ ”La era de los bebés”, un tema que está en su disco y cada vez que lo escuchaba lo ponía siete veces seguidas,porque está buenísimo. Así que si bien, como decís hay cierta desafío, también están las ganas de seguir haciendo lo que me gusta. Un disfrute más que nada. Ya estoy pensando en un próximo disco, también en Escalandrum, ya tengo ideas. Esta bueno eso, porque si tenés ideas, luego podes plasmarlas. Y eso es lo que hago, moverme. No dejar en el cajón las cosas que van surgiendo.
¿Qué te permite hacer la ausencia de bajo en la formación?
Me permite tomarme ciertas libertades. Una línea de bajo tal vez me pueda llegar a condicionar el abordaje estilístico del tema. Esto me permite ir tocando distinto todo el tiempo sin atenerme a la línea de bajo. Pero que quede claro que hablo de esta música en particular. No de toda la música. Yo amo el bajo y los bajistas son mis mejores amigos. Y siempre trabajamos en equipo con ellos. Pero en este trío y en esta música yo quería experimentar un poco sin esos condicionamientos que te decía.
¿Esta idea ya estaba antes del primer disco del trio?
Sí. Pero al principio, antes de “Arca rusa”, nos costó esto de tocar sin bajo. Luego, de a poco, encontramos nuestros espacios. En “Transmutación”, vimos que la línea de bajo la puedo tocar yo con la batería. Y eso puede funcionar. En “Chopchi” nadie se da cuenta que es una línea de bajo. El que conozca el tema puede llegar a escucharlo. Está la línea de bajo tocada con la batería, pero desde un groove super quebrado. Si escuchas el tema en el disco de Mariano, arranca con una línea de bajo. Yo hago la misma frase rítmica pero desde la bata y eso funcionó muy bien
“Chopchi” está en “No Dogma”, el disco de Mariano Sívori…
Si, claro, está en el disco que hizo con un sexteto. Y también lo hicimos con Escalandrum para el disco “Misterioso”. Escuchá las tres versiones y vas a ver que son completamente distintas. Es un muy buen tema.
Decías que les costó mucho tocar sin bajo. ¿Por que?
Porque el bajo es una estructura muy fuerte dentro de la tónica de una canción. No es fácil sacarlo. Es la columna vertebral. Podés tocar sin batería. El otro dia fue a ver a Nico Guershberg con Elena Roger en el Colón. Sólo piano y voz. Hay montones de ejemplos, tríos o dúos que no tienen bata, un piano y una voz, un piano o un saxo….pero andá a sacar el bajo de un grupo y vas a ver el lío que se te arma…(risas)
¿Qué te decidió a poner “Dance cadaverous”, un tema de Wayne Shorter, para abrir el disco?
Bueno Shorter es uno de mis ídolos. Un tipo que me ha inspirado siempre. Es un tema en ¾ que yo escuché mucho y siempre quise tocar. Pero a mí no me gusta tocar los temas igual que están en los discos. Ya lo habrás visto en “Piazzolla plays Piazzolla”. Para el tema de Shorter encontré esta veta. Esta onda transmutada, influencia de la música de Steve Coleman, para abordar este tema. Y por suerte lo pude hacer. En “Arca rusa” hicimos “Evidence” de Monk y si la escuchás vas a ver también que es distinta al original. Pero sigue teniendo esa impronta, esos breaks, esa melodía.
El tema “Lolo” tiene una introducción, como si fuera un tema aparte. Un solo muy lindo de Lucio Balduini. ¿Por qué está afuera y no es parte del tema?
Si es un solo muy lindo. Lucio lo hacía siempre en vivo. Además lo cambiaba y lo tocaba distinto en cada show. Una cosa de locos. A mí me gustaba tanto esa parte que decidí sumarla al disco. Me parece espectacular como antesala del tema. Te mete de una en el clima. Yo con “Lolo” quería una melodía no una zapada infernal, por eso me pareció bueno que tenga esta introducción. Fíjate que después prácticamente no hay solos, nos apegamos al tema.
Hablando de solos, te diste el gusto en “La gallardeta”, un tema que no deja de tener su toque humorístico.
Si pasaron varias cosas en ese solo. Primero que tiene unos elementos de lo que son las murgas de la hinchada, que es lo que a mí me llevó a tocar la batería. Yo la primera vez que vi un grupo de percusión fue en la cancha y flashié. Bueno, el solo tiene esos elementos, tambor, hi hat y bombo. Después está inspirado en el estilo en el que nació la batería, que fue el de Nueva Orleans. Así arranca el solo. Pero al caminar toma cosas de las influencias que yo he tenido como baterista. Principalmente de Philly Joe Jones y Max Roach, que son dos de mis ídolos. Y bueno esto de “La gallardeta””, la hice onda “Love Supreme”, pero obviamente, salvando las distancias (risas)…Quise meter estas cosas que a mí siempre me gustaron y me inspiraron y lo hice en homenaje a River, mi equipo. Igual te digo, el solo es un solo de 32 compases, todo legal, no hay sanata. La improvisación fue total. Y bueno, ahí está…(risas)
Hablabas de Joe Jones y Max Roach como inspiradores. ¿Quienes te gustan de los que están en actividad?
Marcus Gilmore, baterista de Chick Corea. Es el nieto de Roy Haynes. Es un animal. Otro que me gusta es Justin Brown, que es el batero de Ambrose Akinmusire.
¿Brian Blade no te gusta?
Si a full…¿cómo no me va a gustar Brian Blade?. Es un genio. Toca fenómeno. Toca con musicos de jazz, con músicos de rock, canta, toca la guitarra también, hace todo bien. Si pongamos también a Blade…(risas)
Pipi Piazzolla Trío «Transmutación». Pipi Piazzolla, batería Lucio Balduini, guitarra eléctrica Damián Fogiel, saxos