La invocación a Luis Alberto Spinetta en la escena del jazz local es un fenómeno creciente. Músicos de distintas generaciones y estilos incluyen sus temas en discos y repertorios y le dan un nuevo sentido a la obra de uno de los íconos del rock nacional. Homenaje y reivindicación a un tiempo, la obra del ”flaco” sigue viva en los circuitos jazzeros.
Fotografía de Spinetta: Laura TenenbaumRock, tango, jazz, todas los géneros sumaron a la personalidad artística del “flaco” Spinetta. La poesía en las letras que todos cantamos, las melodías que anidan en nuestras memorias o la singularidad en la expresión; hacen de su música, nuestra música. Así lo entiende también la escena del jazz en la Argentina, que con sus diferentes estilos y abordajes, o sus miradas atravesadas por cuestiones generacionales; rinde homenaje interpretando aquellos temas que derrotaron al tiempo.
Todavía en vida del “flaco”, el saxofonista Rodrigo Domínguez hizo punta y se animó a visitar el lado menos frecuentado del universo Spinetta, dedicándole un disco entero: el notable “Soy sauce”, publicado por S-Music en 2008.
Domínguez recuerda que la idea surgió en la última época del Quinteto Urbano. “Pensamos hacer un disco con temas que nos hubiesen influido, arreglados para el grupo. Yo enseguida pensé en Spinetta. El proyecto no cuajó, pero yo seguí con eso en la cabeza y luego con mis grupos empecé a hacer algunos temas. Cuando tuve cuatro o cinco que me gustaba como se prestaban a la improvisación, comencé a pensar en un disco entero”.
“Simplemente elegí algunos temas. Probé y busqué algunos cuya melodía funcionase en el saxo y que además proporcionara posibilidades de improvisación dentro de mi lenguaje. Además quería que significaran algo para mí, históricamente. Los llevé al grupo y entre todos se armó la cosa” rememora.
Con Dominguez, en saxos, Juan Pablo Arredondo en guitarra, Jerónimo Carmona, en contrabajo, Carto Brandán en batería y la participación de Ernesto Jodos en piano en el tema “Por”, el saxofonista asumió su segundo disco como líder, alejándose de la comodidad que hubiera significado transitar aquellos temas de fogón, esos que sabemos todos.
En cambió optó por otros de no menor valía. Como “Era de Uranio”, del jazzero Sínetta Jade, “Cementerio club” de “Artaud”, el poco valorado “Wendolin” del álbum “Don Lucero” que Spinetta editó en 1989, “Parvas” del segundo LP de Almendra o “Asilo en tu corazón” que Spinetta incluyó en “La, la la” del 86.
En los 90 en la ciudad de La Plata, el saxofonista Pablo Ledesma ya había incursionado con su mirada jazzera sobre la música de Spinetta a través de su grupo, el PL Proyect. «Los de nuestra generación -recuerda-, nacimos a la música a través de Almendra , Pescado e Invisible. El concepto musical e intelectual de Luis Alberto es algo que no se puedo explicar en palabras. Nos ha atravesado a todos y de una manera u otra si pudiéramos elegir en la vida, todos seríamos Spinetta».
De aquella incursión temprana queda un registro discográfico. Una personal versión de «Fermín» grabada en vivo en enero de 2002 en‘Ciudad Vieja’, con Pablo Ledesma en saxos, Pepe Angelillo en piano y arreglos, Matías González en bajo eléctrico, Horacio López en batería y Gustavo Bergalli, como invitado en trompeta. (escuchar aquí)
Más cerca en el tiempo Adrián Iaies incluyó una creativa versión de “Laura va”, en su disco doble de solo piano “¿Cuando la lluvia dejó de ser sagrada?”, grabado en vivo en el Café Vinilo en 2011 y otro tanto hizo poco después Javier Malosetti, quien llegó a tocar con Spínetta, con “Credulidad” de la era Pescado Rabioso, en su álbum “ElectroHope” de 2012.
También las últimas generaciones abrevan en el universo Spinetta. La cantante Macarena Robledo hizo una versión de “Barro tal vez” en su disco debut, “La búsqueda” editado de manera independiente en 2009 y volvió a citarlo con “Quedándote o yéndote”, en su último trabajo, el reciente “Instrumento vivo”. “Tener a Spinetta en uno de nuestros discos –dice-, es una manera de saber que sigue entre nosotros. Que no se fue. Es básicamente una cuestión de amor y agradecimiento”.
Desde la discográfica Kuai, donde se agrupan muchos de los nuevos valores del jazz argento, Mauricio Dawid hizo una personal versión de “Cisne”, de “Para los árboles” del 2003, en su álbum debut, “Sonora” y poco después el guitarrista Matías Suarez rendía homenaje al flaco con dos temas, “Tonta luz” y “Para soñar”, los que incluyó en su primer trabajo, el recomendable “Tangram”.
También dentro de Kuai, el pianista Tomás Farés, que además de su carrera solista es parte del grupo de Pedro Aznar, quien supo tocar con Spinetta en Jade, tomó “Vida siempre” del álbum “Alma de diamante” para incluir en ”Refugio”, su disco debut editado a mediados del 2014.“Era la música que mis viejos escuchaban siempre en casa. Por eso sus temas siempre me gustaron, siempre me acompañaron, dice Fares.
“Spinetta tenía un vuelo y una búsqueda que parecía inagotable. No es sólo la letra o sólo la música. Es un todo, en el que una cosa inspira a la otra. A él una palabra le sugería un acorde. Para Spinetta letra y música eran un solo lenguaje y eso me parece impresionante”.
Por ahora el último en visitar el planeta Spinetta fue el experimentado Juan Cruz Urquiza, quien viene de dedicar un disco completo al otro ícono del rock nacional, Charly García y que ahora rinde homenaje al flaco en su reciente disco “Convivencia”, con una versión de “Donde no se lee”, cantada con especial sentimiento por su hijo, el contrabajista Sebastián de Urquiza.
Para Juan Cruz no hay razones estrictamente jazzísticas en la elección. “Tiene que ver más con las ganas de hacer música que tenga que ver con nuestra historia, dice. Es música que me gusta y que tengo ganas de hacer. Pero no lo hago porque esté más o menos cerca del jazz. Lo hago porque me gusta. Simplemente eso”.