«Límón» es el quinto disco como líder de Rodrigo Dominguez, el primero para el sello Kuai, y uno de sus proyectos más esperados. Al frente de un cuarteto con Ernesto Jodos, Jerónimo Carmona y Carto Brandán, el saxofonista entrega nueve temas de su autoría, en los que la expresión y la emotividad no dejan lugar para el virtuosismo vacío. Un trabajo de esos que compensan con generosidad cada minuto invertido en su escucha. El viernes 27, «Limón» comienza a recorrer su camino en el escenario de Thelonious.
Durante los últimos años es mucha la música que ha pasado a través del saxo de Rodrigo Dominguez. Habrá quienes lo recuerden como fundador y parte activa del ya histórico Quinteto Urbano. Otros rastrearán su música por innumerables combos del jazz local. Los hay también quienes atesoran sus discos como líder, desde «Tonal» del 2004, hasta «Soy sauce», el sentido homenaje a Luis Alberto Spinetta del 2008, o «Presencia», el notable disco con temas propios editado un año después.
Lo cierto es que sobre finales de año, Rodrigo Dominguez da un nuevo paso en su búsqueda creativa y vuelve a sorprender con otro disco para el recuerdo. «Limon», su último trabajo y el primero para el sello Kuai, lo muestra al frente de un cuarteto de primerísima línea, con Ernesto Jodos en piano, Jerónimo Carmona en contrabajo y Carto Brandán en batería, para dar vida a nueve temas propios, en los que la entrega y la pasión conforman una marca de fábrica. Música para oídos abiertos. De esa que genera complicidades que perduran.
¿Cómo se piensa hoy un disco como «Limón», sabiendo cómo la tecnología modificó la modalidad de escucha?
Yo pienso el disco como un viaje. Sé que ahora casi no se escucha así. Que los temas no se escuchan más en orden, como antes, sino de manera aleatoria o suelta. Pero yo sigo pensando el disco como un concepto. Como esos discos que escuchábamos antes. Que nos sentábamos y lo escuchábamos de punta a punta. Hoy la gente no tiene tiempo o costumbre de sentarse a escuchar la música, lo hace de manera más fragmentada. Se escucha en los celulares, en las computadoras, en los mp3. A mí también me pasa. Yo he vuelto a escuchar cds pero en el auto. De manera similar como hacía años atrás. Pero bueno «Limón» está construido en ese sentido, como te decía, como un viaje.
¿Estarías de acuerdo si se dijera que este disco es menos experimental que otros trabajos anteriores?
No, no coincido. Experimental es una etiqueta. Es algo muy relativo. ¿Con qué lo podría comparar para decir eso?
Con tu primer álbum «Tonal» o con «Drop Dogs», el disco en trío de 2011…
Para mi experimental es cuando escribo una música o llevo una música al ensayo con la que no se a priori qué va a pasar. O cuando tomás una modalidad de composición en la que escribís un material pero no lo cerrás y vas al estudio librado a la improvisación. Hoy en día tocar un tema e improvisar sobre la estructura o hacerlo free, ya no es experimental. Especialmente con este grupo, con el que improvisar es una parte fundamental de lo que hacemos. Pero no es ver si funciona o no, como si fuera un experimento. Y mucho menos en «Limon», que lo hemos tocado mucho antes de grabar. Casi un año antes y otro año después. Yo no diría que es experimental, como tampoco lo es «Tonal»…
Pero venías del Quinteto Urbano, y con «Tonal» probaste algo distinto, ya desde la misma formación…
Claro. Aquella vez lo experimental, por decir de alguna manera, estuvo más que nada en la formación. Al menos para mí. Nunca había tocado con órgano, y nunca había hecho mi música en este contexto. Pero lo que si tiene «Limón», no de experimental, pero sí de novedoso al menos para mí, son ciertas cuestiones compositivas que han ido apareciendo. Una especie de camino por el que estoy yendo…
¿Y cuál es ese camino?
Tiene que ver con la relación entre lo improvisado y lo escrito. Como siempre. Siento que hay cosas que se terminan imponiendo cuando escribo. Como unos personajes musicales que me hablan y me muestran como son. Yo a veces trato de llevarlos para aquí o para allá y a veces puedo y a veces no se dejan. Por ejemplo un tema como «Limón», que le da nombre al disco, tiene mucho escrito. Allí probamos muchas formas de improvisar sobre el tema, porque yo no estaba seguro y finalmente lo escrito se impuso. A partir de allí entonces empezamos a experimentar un poco y fue pasando por diferentes lugares. Y aún hoy, después de grabarlo, hay veces que lo tocamos de otra forma. En ese sentido diría que se define lo experimental…
¿Y en referencia a «Drop dogs», el disco que hiciste con Hernán Hecht y Mark Helías en 2011 en México?
Bueno hay discos, hay trabajos, que tienen un componente más alto o más presente de experimentación o de abstracción. «Drop dogs» no tiene instrumento armónico, hay allí saxo, bajo y batería, entonces al escuchar las líneas melódicas sin un sustento armónico evidentemente dan esa sensación de algo abstracto o si vos querés, de mayor libertad…
¿Cómo fue la sesión de grabación de Limón?
La sesión de grabación fue muy tranquila. Relajada. No tocamos a los gritos ni teniendo que generar una energía a la fuerza. Creo que esto tiene que ver también con la madurez. Eso de esperar que las cosas pasen. En «Limón» hay varios temas que se dieron así. A mí me gusta cómo se fueron desenvolviendo solos.
¿Por ejemplo cuáles?
Por ejemplo en «Canción vacía», lo que está escrito es como una especie de coral y recién aparece hacia al final del tema, casi escondido. Y toda la primera parte es improvisada, pero improvisada hacia allí, hacia ese motivo. Y así el tema se fue desenvolviendo naturalmente, con paciencia. Algo parecido sucede con el primer tema del disco, «Mariano y Carolina». Yo tocó la melodía un poco deconstruida. Improviso en dúo con Carto en batería. Se suceden luego varias partes improvisadas que van conduciendo al tema. Y el tema aparece recién al final.
De alguna manera es un camino inverso a lo estandarizado. Generalmente se expone el tema y luego se improvisa. Aquí se improvisa para ir descubriendo el tema…
Es algo que vengo haciendo hace un tiempo, es un formato que a me gusta. A veces pienso si no será un poco molesto para el oyente, acostumbrado a escuchar la exposición del tema al principio. Pero me gustan esos desafíos que buscan generar dirección. Ir de un lugar a otro de manera coherente. Saber ver hacia donde quiere ir la música. No forzarla hacia un lugar. Por eso, muchas veces está bueno setear puntos de partida o de llegada y dejar lugares vacios en el camino para que pase lo que tenga que pasar.
¿Y cómo reciben los músicos esta modalidad tuya a la hora de componer?
Más que bien. Tené en cuenta que con los músicos que yo vengo tocando, como Carto, Jerónimo y Ernesto, nos manejamos con códigos que se han ido construyendo a lo largo de muchos años de tocar juntos. A ninguno de ellos le va a parecer raro que yo le lleve una música incompleta o una música con un concepto de improvisación específico. Todos ellos están más que dispuestos a investigar en este sentido. Para mí eso es fundamental. Ese código grupal, que no se refiere solo a este grupo, sino a toda una generación de músicos, es imprescindible para nuestra música.
¿Con todo esto, sentís que tenés un estilo propio a la hora de componer?
Mi forma de componer es muy errática. Por eso yo no me considero un compositor en el sentido más estricto de la palabra. Escribo mucho desde hace tiempo y tengo un montón de cuadernos con ideas. Y entonces a veces aparecen cosas que luego yo asocio con otras. A veces aparece algo que me interesa y me pongo a trabajarlo hasta que logro algo concreto. Otras veces escribo cosas incompletas que luego se completan grupalmente. Hay muchas formas de componer para mí, pero no tengo una disciplina de compositor. Del tipo que se sienta y compone, como quien estudia o un instrumento o se dedica a su trabajo. Como te digo soy muy errático. Pero también tengo en claro que cuando le dedico una energía específica a eso, surgen cosas que tienen otro color, otro grado de complejidad. Como un mundo interno, con otras dimensiones.
¿Pero a pesar de que te considerás un compositor errático, advertís un estilo en lo tuyo?
Si claro. Siento que en todo hay una continuidad oculta que es el propio desarrollo de uno mismo. Por eso uno encuentra relación entre las cosas que están en un cuaderno de hace años y lo que puede estar haciendo ahora. Me ha pasado de encontrar en un cuaderno una melodía, que luego se transformó en un tema, pero yo no me acordaba que estaba, que había escrito previamente. Incluso encontré la misma melodía escrita en cuadernos separados por años y veo que cuando hice la última no recordaba la primera. Pero se ve que la cosa estaba en algún lugar de mi, por eso vuelve a aparecer. El tema «Bill», que está en el disco, es uno de esos que volvieron con el tiempo. El tema «Otro» también tiene partes con diferentes caracteres. «Cuasimilonga» también, tiene giros de otro tema que finalmente nunca vio la luz… Por eso te digo, hay una continuidad que a veces uno no advierte, pero está. Está a pesar de uno.
Rodrigo Dominguez Cuarteto Presenta «Limón». 27 de noviembre Thelonious Club 4 de diciembre Centro Cultural Kirchner 8 de diciembre Virasoro Bar