La cuarentena y la pandemia pusieron la actividad cultural a un paso de la extinción. La posibilidad del encuentro y el arte en vivo se nos convirtió de pronto en un recuerdo. Las salas cerraron sus puertas y el arte se refugió abatido en el desapego del streaming. Ahora, muy de a poco y protocolos mediante, artistas y público vuelven tímidos a festejar el reencuentro. Y esos festejos incluyen uno muy especial. El regreso de Roseti, refugio indispensable de la creatividad, ahora con nueva sala en el barrio de Almagro.
Se dice que hay lugares con historia. Pero, y aunque parezca un torpe juego de palabras, podría decirse que también hay historias con lugares. Dos miradas que bien podrían tener un punto de encuentro en Roseti, aquella vieja casona del barrio de Chacarita, por años refugio cálido para la improvisación musical y las formas más experimentales del arte.
Ahora la buena nueva, para un tiempo que las necesita con urgencia, confirma la mudanza en agosto a un nuevo reducto en Almagro. Con el espíritu de siempre y energías recargadas. Para que Roseti siga siendo Roseti, más allá de las veredas por las que transite.
Matías Coulasso, músico, productor y docente, impulsor incansable de Roseti no oculta su alegría por esta nueva etapa. “Hay tanto para decir sobre esta futura casa, tantas ganas de que sucedan tantas lindas cosas”, dice emocionado.
“La nueva Roseti, señala, será un espacio multi-disciplinario en el que convivirán todas las cosas que nos apasionan: las clases con los recitales, las obras escénicas, las performances, las exposiciones, proyecciones de películas, publicaciones de libros y todo esto a su vez con una nueva cocina y bar a precios accesibles y con nuevos horarios durante la semana y los findes al mediodía también”.
El nuevo espacio, que funcionará en la calle Gallo 760, contará con una sala de 150 m², manufacturada con el mismo fenólico de la vieja Roseti, con ventilación natural apta para estos momentos. Además cuenta con un amplio jardín que permitirá realizar actividades al aire libre y una terraza que permitirá trabajar con distanciamiento y protocolos, además de un foyer que servirá como sala secundaria para bar y talleres teóricos o ensayos.
El nuevo espacio continúa así la idea primera de Coulasso, aquel viejo Roseti que a partir de 2015 se convirtió en un nutriente para el desarrollo de las movidas más experimentales. Allí, entre tantos encuentros motivadores, se realizó el Festival Punto de Fuga, gestionado por los mismos artistas, con música, danza y videos y la improvisación como núcleo convocante.
En 2017 Roseti fue refugio también de la segunda edición del Festival del Microclima, un singular concierto de música experimental con formato abierto donde, en una noche impredecible, el azar sumaba un nuevo ingrediente a la libre improvisación, determinando las diversas configuraciones en las que participarían los ocho músicos convocados. Un bolillero determinaba entonces quién tocaba con quién y las distintas integraciones de los grupos.
El afán innovador de Coulasso y su equipo dio vida también a las noches del sello Kuai, semillero de la nueva camada jazzera local y al Roseti Experimenta, unión de ciclos que reunió cinco de los festivales más importantes en el área experimental de Buenos Aires.
Por esos años, pasaron también por la vieja casona de Chacarita muchos músicos extranjeros enrolados en las formas más libres, como los saxofonistas norteamericanos Tony Malaby y Tim Berne con su grupo Snakeoil, el baterista noruego Paal Nilsen-Love, el guitarrista irlandés Christy Doran (que grabó su propio disco en vivo en Roseti con la participación del bajista argentino Franco Fontanarrosa) y la singular banda noruega Monkey Plot.
Pero más allá de aquellas noches irrepetibles, quedará por siempre adherido al espíritu de Roseti el aporte inolvidable de Francisco Salgado, un artista singular fallecido prematuramente en 2018, y que supo llevar adelante muchas de las más interesantes experiencias de aquel escenario entrañable, tanto al frente del trío Underground Mafia o del posterior Salgado y Asociados, con los que nutrió la escena con música nueva y provocadora.
Quizás algún día y como un eco de aquel reducto entrañable, el nuevo espacio se llene con la música de Deshacer, el único disco del Roseti Project, el combo que Salgado y Colausso integraron junto al saxofonista holandés Frido ter Beek en 2017. Una música tan viva y necesaria como el recuerdo al amigo que no está.
Propuestas, ideas y colaboraciones a: rosetiespacio@gmail.com
Bravo Roseti, ahora en Gallo 760 con la energía creativa de siempre!
Gracias por estas palabras para con el viejo Roseti.