Vivimos una época de límites difusos. Líquidos, según la definición de Zygmunt Bauman. Y en ese contexto seguimos llamando jazz a una música imposible de encasillar y buscamos encerrar en la palabra «disco» a las miles de canciones que navegan libremente por el océano del streaming. Pero es justamente allí, en esa modernidad desafiante y en plena libertad, donde busca su propio camino Fulgura, el reciente trabajo de Sebastián de Urquiza, expresión pura y sin rótulos, de las nuevas generaciones.
Fulgura es el segundo trabajo de Sebastián de Urquiza como líder, luego de su prometedor debut de 2016 con Fuera de línea. En aquel registro lideraba un quinteto en el que sobresalía la figura emblemática de su padre Juan Cruz, para un puñado de temas inspirados en los marcados sonidos del mejor Hard Bop. Tres años después es otra la búsqueda del joven contrabajista y compositor.
Si bien el espíritu de la tradición sigue aquí vigente, el joven músico suma otras influencias e inspiraciones, para totalizar un trabajo integrador, pleno de matices y sutilezas. A través de nueve temas de su autoría, De Urquiza despliega una interesante variedad de composiciones, que se evidencian tan deudoras de la tradición jazzística como a los cruces con el rock, sin desdeñar el formato canción; en donde el contrabajista reafirma la fina sensibilidad que había comenzado a mostrar en Convivencia, el disco de Juan Cruz del 2012, donde destacaba cantando Donde no se lee, de Luis Alberto Spinetta.
Son varios los puntos altos en Fulgura y seguramente su valoración detallada dependerá más del gusto personal de cada oyente que de un análisis con objetividad crítica. Pero es más que probable que haya miradas coincidentes en los valores del rockero lun Nefasto Mono, con un apasionado Patricio Carpossi en guitarra eléctrica, o en Los días más claros, en el otro extremo del abanico estético y sus dos minutos a puro sentimiento y delicadeza, con Sebastián en piano y Guillermo Harriague en batería.
Párrafo aparte para los temas cantados del registro, comenzando por Fulgura, que le da título al trabajo. Con Mariano Otero como contrabajista invitado, Sebastián regresa aquí al formato canción que tan bien le sienta, para entregar otra interesante faceta de su arte. Tanto allí como en Naufragio, De Urquiza no oculta sus influencias y deja vagar libremente ciertas brisas spinetteanas en la melodía y las letras, para dar el clima intimista que la composición requiere.
El disco se completa con Un blues, un talentoso encuentro entre la experiencia de Juan Cruz de Urquiza y la juventud de Pablo Moser, que a poco de andar se repetirá en La Tobiana; y el extenso La Salida, que en su comienzo renueva con otros colores el dúo de Sebastián con Harriague y al que luego van agregándose las voces de Juan Cruz y Carpossi, para contribuir al motivo que se mantiene a lo largo de todo el desarrollo. El corte final con la melancolía de Die Klastern Tagen, ya con el grupo a pleno, es un adecuado cierre para este segundo registro de Sebastián de Urquiza. Un trabajo honesto y singular.
Sebastián nació en junio de 1992 en Estados Unidos. En un principio, estudió armonía y guitarra con Miguel Tarzia y luego contrabajo con Mariano Otero y Jerónimo Carmona. Además, realizó estudios de composición con Guillermo Klein.
Participó además en las grabaciones de los discos Indómita Luz y Convivencia de Juan Cruz de Urquiza, Reflexiones en verano de Hernán Mandelman y El juego verdadero de Florencia Otero. Su primer trabajo discográfico, Fuera de línea, fue editado en 2016 por El Club del Disco.
Actualmente De Urquiza está radicado en Suiza donde forma parte de Focusyear, un proyecto de la Academia de Música de Basilea que reúne músicos de distintas partes del mundo, que reciben lecciones de figuras del jazz internacional.
Fulgura
Sebastián de Urquiza Quinteto
Sebastián de Urquiza, contrabajo, piano y voz / Patricio Carpossi, guitarra eléctrica / Juan Cruz de Urquiza, trompeta / Pablo Moser, saxos / Guillermo Harriague, batería.
