Durante diez días el casco histórico de la ciudad italiana de Perugia se vistió de jazz. Trompetas, saxos, pianos, contrabajos y guitarras ocuparon cada uno de los rincones de la ciudad, congregando una muchedumbre que siguió con pasión religiosa el devenir del Umbria Jazz, en su 45ta edición.
Este año el ya tradicional Festival Internacional tuvo una celebración especial. Cumplió sus 45 años de realización ininterrumpida, desde aquella primera edición en el verano de 1973, cuando subieron al escenario de la plaza IV de Setiembre las orquestas de Sun Ra y Thad Jones, el mítico Weather Report, la cantante Dee Dee Bridgewater y el pianista Mal Waldron, entre otros.
A partir de allí y a lo largo de cada una de sus ediciones, todos los grandes músicos sin excepciones, supieron de los aplausos de un público venido de todo el mundo, para asistir año tras año a una de las mayores fiestas jazzeras que entrega Europa. El Umbria Jazz 2018, entre el 13 y el 23 de julio pasados, tuvo su apertura con la orquesta de Quincy Jones, en coincidencia con la celebración de su 85to cumpleaños. El norteamericano actuó en el estadio Arena Santa Giuliana, en las afueras de la ciudad, al frente de la Umbria Jazz Orchestra, con solistas como Paolo Fresu, Nathan East (por años bajista de Eric Clapton) y la voz de Dee Dee Bridgewater.
En días sucesivos pasaron por el Arena, el quinteto del Kyle Eastwood (destacó una potente versión del “Boogie Stomp Shuffle” de Charles Mingus), el siempre vigente Pat Metheny, con un cuarteto enriquecido por el talentoso baterista mexicano Antonio Sánchez, el pianista Gwilym Simcock y la sorprendente Linda May Han Oh en contrabajo y los cantantes Melody Gardot, David Byrne y Gregory Porter, quien cerró el festival con su homenaje a Nat King Cole, motivo de su último disco.
El histórico Teatro Morlacchi fue otra de las sedes destacadas en esta edición del Umbria Jazz. La apertura de la sala estuvo a cargo del Devil Quartet de Paolo Fresu, Bebo Ferra en guitarra, Paolino Della Porta en contrabajo y Stéfano Bagnoli en batería.
También pasó por allí Roy Hargrove con su quintero, para protagonizar una de las noches más esperadas por los aficionados. Con un hard bop potente y creativo, el trompetista se lució al frente de un sólido grupo en el que destacan el saxo alto Justin Robinson y el batería Quincy Phillips, ambos compañeros de larga data del neoyorquino.
Con suerte dispar se presentó también allí el cuarteto del baterista Billy Hart, veterano de mil batallas, a quien muchos recordarán por su participación en discos emblemáticos, como “On the corner” o “Tutu” de Miles Davis, entre otros tantos. Con Joshua Redman como estrella invitada y el ex Bad Plus Ethan Iverson al piano, el grupo no colmó las expectativas previas. Hart un baterista más poderoso que sutil, ocupó el centro de la escena y durante buena parte del show sepultó con sus golpes a un Iverson casi inaudible y privó de escuchar las sutilezas del talentoso Redman.
La noche final en el Morlacchi tuvo como protagonista al sexteto del pianista Vijay Iyer, quien presentó aquí “Far from over”, su último disco para la ECM. Destacan en esta formación el veterano trompetista Graham Haynes y los muy jóvenes Mark Shim en saxo tenor, Steve Lehman en alto y el baterista Jeremy Dutton, para una música nada complaciente, que necesariamente debe completarse con la audición del registro grabado.
Fuera de ese circuito, el espacio intimista de la sala Podiani, en el histórico edificio de la Galleria Nazionale, se evidenció como el marco adecuado para el solo piano de Iverson (quien aún adeuda un repertorio propio que justifique su salida del famoso trío) y del cautivante show de Antonello Salis, piano y acordeón, junto al joven Simone Zanchini.
Durante una hora y media sin interrupciones, el acordeonista italiano demostró aquí que se puede cautivar a la audiencia evitando los recursos efectistas, entregando una música sin género ni categorías, a puro talento y creatividad. Otro tanto hizo en el pequeño escenario del Umbró, la saxofonista israelí Anat Cohen, aquí en sociedad con el guitarrista brasileño Marcello Goncalves, recreando la música de Moacir Santos.
Fue importante también en esta edición la avanzada del nuevo jazz italiano. Valores ya encumbrados, como Fresu, Stefano Bollani, Mario Biondi, Stefano Battaglia, Danilo Rea o Emanuele Cisi (quien presentó aquí “No eyes”, su particular homenaje a Lester Young junto a Roberta Gambarini) compartieron cartel con las nuevas figuras, como el pianista Sergio Cammarieri, Giovanni Guidi (por años pianista de Enrico Rava) o el guitarrista Max Gallo.
Paralelamente en los escenarios al aire libre y con entrada gratuita, el Umbria jazz ofreció una amplia variedad de propuestas, desde el funky de Bob Malone (pianista de Bruce Springteen y John Fogerty) hasta el soul refinado del grupo vocal The New Orleans Mystics, o el nervioso jazz rock del francés Tom Ibarra.
Dentro de los nuevos valores destacó el quinteto de Alex Hitchcock, ganador del certamen que tiene como premio la participación del grupo en el show final del Festival, un lugar en la primera línea en la edición del Umbría Winter 2018 y 5.000 euros para la edición de su primer disco. Este año participaron del concurso unos 250 grupos, con más de mil artistas de 25 países distintos. El segundo puesto fue para la cantante berlinesa Natalie Greffel y el tercero para el grupo de Miami Jake Hart Trío.
Paralelamente se desarrollaron dos muestras fotográficas. “Wall of sound” del italiano Guido Harari, que exhibió en la Gallería Nazionale sus retratos de músicos de rock, y la muestra “Three generations under the lents”, de la argentina Adriana Mateo, en el Pallazo Della Penna, con sus retratos de músicos emblemáticos de la escena jazzera internacional.
Pero Umbria Jazz es mucho más que las figuras de renombre que llenan estadios o músicos de mediana popularidad que ocupan los teatros y las salas más pequeñas. Umbria también es el clima de musica y fiesta que se vive cada día y hasta la madrugada en sus plazas, en sus cafés o en cualquier esquina. Allí donde reinan los músicos a la gorra. Felices también ellos de sumar su arte a la fiesta de todos.