Crónica de un pequeño (gran) festival de Jazz.

Y un buen día la cofradía de la complicidad jazzera se reunió alrededor de la buena música; pintando con su arte festivo los oscuros días de la pandemia. Tarde-noche de nostalgia. De reencuentros anhelados. De músicos apasionados y aplausos merecidos. Todo esto y mucho más atravesó el corazón del Festival de Jazz de Meridiano V en La Plata, con la fuerza de un arte que no se resigna a la fría normalidad del streaming. Carlos Cerignale, presentador del encuentro, narra aquí en primera persona la crónica de una noche irrepetible.

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Escribe: Carlos Cerignale* / Fotos: Jorge Fórmica (color) / Silvina Muszczynski (B/N) 

El sábado 20 de febrero, después de casi un año de inactividad, la música tomó nuevamente forma de festival. Autogestionado por los propios músicos, el centro cultural de la estación del FFCC Provincial y la gente del Bar Ciudad Vieja, lo que originalmente fue una idea de fecha compartida, terminó con esta convocatoria llamada Festival de Jazz de Meridiano V,  por el barrio platense donde se lleva a cabo. Promete ser el primero de, anhelamos, una larga serie.

Me tomo el atrevimiento de contarlo en primera persona, dado que fui invitado por los músicos, amigos, a oficiar de presentador, una especie de Maestro de Ceremonias. Luego de los agradecimientos, fue el turno de abrir la tarde con el trío del pianista, platense por adopción, Pepe Angelillo, quien interpretó durante unos 40 minutos algunas composiciones propias y clásicos del cancionero norteamericano, sólidamente acompañado por Diego Amerise en el contrabajo y Agustín Cáceres (compañero de Angelillo en otros proyectos, con Pablo Ledesma, por ejemplo) en la batería. Mención especial para la interpretación a pura creatividad del Óleo de Sonny Rollins y el Mr. Syms de John Coltrane.

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El segundo grupo de la tarde/noche, mientras en lugar se iba llenando de gente, fue Barquitos Edward, trío liderado por el guitarrista Marcos Edward, con Luciano Fortín en batería y el experimentado Ezequiel «Piqui» Dutil en el contrabajo. Recrearon parte del material editado por el sello ICM Discos en 2018 «Lo que el destino te depare». Un trío muy compacto, que por suerte pudo ser bien apreciado en los detalles y arreglos de su música, dado que el sonido del festival, a diferencia de lo que sucede la mayoría de las veces, estuvo casi perfecto. Podemos usar la frase «se escuchó todo» con justicia.

A esta altura de la noche y con un lugar colmado de gente (me atrevo a decir 250 personas) disfrutando de la música en vivo, fue el turno del Dr. Jekyll Quinteto, comandado por el saxofonista Pablo Ledesma. En otra nota de esta revista se contó el origen de esta reunión y el registro de aquel material en vivo.

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Con Ledesma, Pablo Puntoriero y Horacio «el Mono» Hurtado de la formación original, y sumando a Sebastián Mazzalupo y Pablo Díaz, en reemplazo de George Haslam y Hugo Marino, el quinteto mostró una solidez y una energía por demás superiores a la escuchada en la grabación del año ’97. Un verdadero dream team arriba del escenario. Ya a esta altura el Puntoriero’ s Blues escrito por Hurtado debería ser adoptado por las hinchadas de fútbol locales, cual tema de rock.

El cierre del festival, bastante puntual dentro de los horarios establecidos, lo que denota su buena organización, estuvo a cargo de otro quinteto, liderado por Matías Formica (saxo tenor) y el guitarrista Fernando Valin. El grupo, que en su mayoría viene de distintas experiencias compartidas con otras formaciones (en el año 2016 hay un registro discográfico del grupo «El Domo» donde los reúne a casi todos, como integrantes o invitados), mostró una solidez, un nivel interpretativo y de arreglos exquisito.

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Digámoslo en criollo, los temas son un moño. Difíciles. Muy bien logrados, donde a la maestría de Valin, un tipo con mucho oficio y buen gusto  y la proyección del sonido de Formica, se suma una base muy fuerte, con Pablo Bianchetto en batería y Jonatan Schenone en contrabajo, más la corneta (si, corneta) de Lucas Albarracín,fiel discípulo del Maestro Enrique Norris.

La noche acompañó, la gente también. El lugar, el sonido. Todo el esfuerzo se vió compensado. Las ganas de ver y escuchar música, interactuar. Ojalá, cómo expresé antes, este sea el primero de una serie. Seguiremos trabajando por eso.

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*Carlos Cerignale es periodista y conductor del programa Solo como perro malo, que todos los martes a las 21 hs. se transmite por la web. www.solocomoperromalo.com.ar

 

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